A 70 años de un vuelo de leyenda
Siendo muchachito, Eduardo Olivero peleó como voluntario, en la Primera Guerra Mundial, por Italia, la tierra de sus padres.
Siendo muchachito, Eduardo Olivero peleó como voluntario, en la Primera Guerra Mundial, por Italia, la tierra de sus padres.
El oro casi no circulaba y tenía bastante aceptación la plata chilena, aunque también se concretaban transacciones en plata peruana y boliviana.
Al comenzar el siglo, el Comité Radical de Tandil era un baluarte de oposición al Gobierno provincial que encabezaba Marcelino Ugarte.
El nuevo siglo -en cuanto a la moda femenina- comenzó transitando caminos de modernidad. Porque hubo mujeres, aunque pocas, que... ¡se animaron a mostrar los tobillos!
Fuente: archivo El Eco.Autor: Juan R. Castelnuovo (1935-2022).En adhesión a los actos del dio patrio de los franceses -el 14 julio de 1914- Eduardo Ol...
Hasta 1866, no hubo hoteles en Tandil. Los pocos forasteros que llegaban dormían debajo de las carretas, en la fonda de Juan Perviú (9 de julio al 400) o en los corralones de casas de negocio.
Fuente: archivo El Eco.Autor: Juan R. Castelnuovo (1935-2022).Estaba aún fresca la tragedia que costara la vida a Jorge Newbery en "Los Tamarindos", c...
Accedé a las notas completas y exclusivas
La de Bautista Inciburu, instalada ya en 1857, fue, tal vez, la primera confitería que tuvo Tandil.
El arroyo del Fuerte fue el primero en ser habilitado oficialmente con ese fin, en el tramo comprendido entre el viejo molino de Fugl y la población incipiente, a comienzos de la segunda mitad del siglo pasado.
Fuente: archivo El Eco.Autor: Juan R. Castelnuovo (1935-2022).Producto de la generosidad de la señora Ana Irasusta de Santamarina y sus hijos y erigid...
Fuente: archivo El Eco.Autor: Juan R. Castelnuovo (1935-2022).A principios de siglo XX, la Sociedad Rural de Tandil era dueña de la manzana comprendid...
Para evitar la gripe, los médicos aconsejaban "Kola Cardinette", un tónico que venía en frascos de medio litro. Para la tos, catarros y bronquitis crónicas, recomendaban, asimismo, un jarabe denominado "Gouttes Livoniennes". Y con media cucharadita de las de café de "Magnesia Bisurada" en un poco de agua, después de las comidas, podían evitarse desórdenes digestivos, tales como ardores, acidez, dilatación, eructos y vómitos.