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Un equipo del Conicet descubrió en Tandil restos de canteras indígenas de hace 5 mil años
Los científicos públicos hallaron indicios de lo que fue un "centro de distribución" de piedra en toda la región.
En un cerro del paraje La Numancia -en el límite entre Tandil, Necochea y Lobería-, un equipo de investigadores del Conicet halló restos de una cantera utilizada hace 5 mil años por poblaciones originarias. Los estudios realizados determinaron que el lugar funcionó entonces como una especie de “punto de distribución” de roca hacia toda la región pampeana.
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Para conocer detalles del descubrimiento, El Eco de Tandil dialogó con el antropólogo Mariano Colombo, quien forma parte de un grupo que integra tanto el Conicet como el Área de Arqueología y Antropología de Necochea. Desde el 2008 comenzaron a indagar en la zona con el objetivo de investigar las canteras indígenas, los lugares donde los pueblos originarios obtenían piedra para realizar sus herramientas y otros elementos que también intercambiaban.
“Y las encontramos”, dijo el investigador sobre un trabajo que se inició caminando, a partir de una exploración arqueológica “muy intensiva”. Dicha etapa incluyó recorridos por kilómetros a través de los cerros, para luego empezar “a trabajar en excavación". Eso les permitió dar "con otro tipo de información”, según sostuvo el antropólogo quien además agradeció a los propietarios y al encargado del campo que les permiten acceder para trabajar.
El lugar del hallazgo está regulado como “Sitio Arqueológico”, y por lo tanto se encuentra “legalizado en los marcos de protección del patrimonio, pero no se lo denomina como un Parque ni una Reserva, sino que está dentro de un campo, pero nosotros contamos con los permisos para trabajar”, señaló el investigador.
En los últimos días, las excavaciones rindieron sus frutos, porque encontraron los restos de una antigua cantera. Colombo destacó el carácter significativo del hallazgo, ya que se trata de "un lugar donde los pueblos originarios obtuvieron rocas de mucha importancia para la economía y para las sociedades del pasado. Entonces, al no trabajarse metales, las herramientas se hacían de roca, y necesitaban ir a un lugar puntual a conseguirlas, porque en la Provincia no se encuentran en cualquier lado”, precisó el antropólogo.
5 mil años atrás
Si bien los investigadores conocen de manera indirecta que el lugar fue visitado y utilizado para la extracción de piedra hace casi 12 mil años, a partir de indagaciones pudieron establecer datos más aproximados y certeros.
“En nuestras excavaciones, los fechados que pudimos realizar nos indican que hace 5 mil años la gente iba a ese lugar y no es que solo conseguía una roca, sino que realizaba una tarea muy intensiva para encontrarlas, como generar pozos en las que tanteaban el material como un trabajo de minería a pequeña escala y luego tiraban los desechos en otros lugares particulares del paisaje”, explicó el antropólogo.
“Sería como una cantera actual, pero a una escala muy chiquitita, donde hay un pozo o una cava y después se tiran los materiales haciendo un apilamiento al lado”, agregó.
Si bien las canteras fueron un ámbito de gran circulación, trabajo y movimiento, Colombo contó que las comunidades se instalaron en particular sobre las bases de los cerros. “Vivían en todo el paisaje serrano y de la llanura adyacente. Cerca de las fuentes de agua, donde trabajaban estos materiales obtenidos arriba en las canteras”, precisó.
Con respecto a la dinámica de su trabajo, el investigador sostuvo que una vez realizadas las excavaciones, seleccionan parte del material obtenido para estudiarlo durante el resto del año en el laboratorio. “Vamos a los campos, hacemos trabajos de caminatas, de exploraciones para encontrar nuevos sitios, pero cuando tenemos que excavar, lo hacemos una o dos veces al año tanto por los costos como para después poder estudiar el material que nos llevamos y poder comprenderlo bien”, indicó.
En la última excavación obtuvieron distintos materiales de roca, en particular herramientas de piedra. De acuerdo a lo que pudieron establecer, estas herramientas se usaron tanto para subsistir durante los días de trabajo en la cantera como para elaborar otros elementos que utilizaban las poblaciones en sus tareas cotidianas, y en particular para comercializar.
“Lo que tienen de interesante estos sitios que estamos estudiando es que son los lugares que se obtuvieron las rocas pero después que se utilizaron para comerciar o para circular a lo largo de toda la región pampeana”, contó Colombo en referencia a percutores de piedra –especies de martillo , y otras herramientas halladas.
“Esas piedras fracturadas, que son las rocas útiles para fabricar herramientas, muchas veces se llevaban a otros sitios Son esos fragmentos que luego los encontramos hasta cientos de kilómetros de distancia. Por eso es interesante entender que las canteras de la zona de La Numancia y de Barker funcionaron como lugares proveedores de rocas para toda la región pampeana. Hoy si vas a un sitio arqueológico que puede estar hasta 600 kilómetros de distancia, se pueden encontrar rocas de esos lugares. Un lugar donde aparece un recurso muy importante”, destacó.
“Nos apasiona”
Consultado por cómo vive el equipo cada hallazgo realizado, Colombo sostuvo que “la verdad, con un entusiasmo bárbaro. Todos los que hacemos esto nos gusta desde muy chicos. Tuvimos siempre claro que es algo que nos encanta, que nos apasiona. Entonces, la posibilidad de encontrar algo que te ayude a entender mejor cómo vivió la gente del pasado en ese momento, no es solo una alegría, sino que te entusiasma, te tiene pensando durante mucho tiempo”.
En la misma línea el investigador señaló que descubrimientos como los recientes permiten “generar información sobre cómo fue el modo de vida en las distintas localidades. A mí me interesa que los conocimientos que se generan sean de interés para las localidades donde vivimos. Es decir, esto no es un conocimiento que se queda en las grandes ciudades o que solamente funcione en el ámbito académico, sino que nos sirve para contar las historias sobre cómo fue el poblamiento, el pasado y el presente de Tandil, del Barker, de Necochea, de Lobería, de los lugares pequeños donde nosotros vivimos”.
De cara al futuro, contó el investigador, analizarán los materiales obtenidos. “Se limpian, se ponen en conservación en museos públicos y a la vista de quien quiera conocer cómo es esa investigación. Una vez conseguido la información sobre esos materiales, se la publica de distintas formas. Esta que estamos haciendo justo ahora es una, traspasarla, extenderla a todo tipo de ámbitos, no solo el académico”, observó.
El trabajo de divulgación de los hallazgos incluirá -tal como vienen realizando hasta el momento- charlas en escuelas, particularmente en los establecimientos rurales de los partidos en los que desarrollan su actividad. Tras el reciente descubrimiento, esperan además volver a realizar en el corto plazo excavaciones que les permitan ampliar los resultados de su investigación. “Un hallazgo se vive con nuevas preguntas, da ciertas nuevas inquietudes que hacen volver al campo a intentar despejarlas”, concluyó el antropólogo.