Barrios Populares
Incertidumbre de cooperativas locales por la continuidad del Fondo de Integración Socio Urbana para obras
Beneficiaron a más de 1000 familias de 5 barrios populares de la ciudad.
Desde la creación del Fondo de Integración Socio Urbana –que en parte se financió con el impuesto a las grandes fortunas-, la Cooperativa de Construcción del MTE y la cooperativa El Laurel del Movimiento Evita concretaron obras para más de 1000 familias de barrios populares de Tandil, como La Movediza 1, Los Charitos, Villa Gaucho y La Unión.
Recibí las noticias en tu email
Sin embargo en el último tiempo se interrumpió el financiamiento, muchas de las iniciativas se encuentran pausadas, y alrededor de 60 trabajadores –muchas mujeres-de la ciudad se quedaron sin empleo. “Hoy estamos en un momento de mucha angustia e incertidumbre”, compartieron ante El Eco de Tandil.
Si bien el proyecto de Ley Ómnibus incluía la posibilidad de eliminar el conjunto de fondos entre los que se encuentra el de Integración Socio Urbana, tras el fracaso de la iniciativa desde el Ejecutivo Nacional se deslizó que se podría avanzar con la propuesta a través de un decreto. Las cooperativas, transmitieron, no cuentan con información oficial, ni les fue comunicado hasta el momento el futuro del programa. “Básicamente peligra el Fondo y eso significa que no va a haber continuidad para las obras”, precisaron.
Sin notificaciones sobre los próximos desembolsos, algunos de los proyectos iniciados cuentan con un avance de más del 60 por ciento. Se trata de trabajos realizados en barrios muchas veces postergados por los diferentes niveles del Estado. A su vez, la iniciativa supone la formación de oficio de los cooperativistas, la inserción en el mercado laboral, y estabilidad brindada por una remuneración regular.
Las políticas de integración sociourbana, compartieron los trabajadores “vienen a traer servicios esenciales, y esto significa poder abrir una canilla y poder tener agua, poder prender la luz y no tener riesgo eléctrico, que no haya riesgo de incendio”.
Controles y las obras que se ven
En el marco de cada obra, agregaron los trabajadores, debían certificar diferentes grados de avance para contar con los desembolsos. Además de presentar facturas, estos controles incluían reuniones virtuales, auditorías y otras formas de chequeo del destino de los fondos.
Por lo tanto, más allá del aporte social y laboral, el programa permitió el desarrollo y la formalización de cooperativas locales como y de todo el país. A su vez destacaron que los beneficiarios al momento en la ciudad fueron más de 1000 familias de 5 de los 10 barrios populares tandilenses.
En ese sentido, sumaron, las obras aportaron a “la economía de Tandil, porque todo este financiamiento que viene es tanto para los barrio y para los trabajadores, como para el mercado interno, porque todo lo que consumimos y compramos queda en la ciudad. Queda en proveedores locales”.
Los cooperativistas señalaron también que “los vecinos pueden ver las obras que hicimos”, y remarcaron que el Fondo de Integración Socio Urbana permitió “ayudar a mejorar la infraestructura de la ciudad, porque una manguera que alimentaba a 20 vecinos, ahora son 20 instalaciones con tanques de reserva propio que le dan alivio a la red, y lo mismo con lo que sería el servicio de luz. De la Usina también están muy conformes, en el sentido de que ya hay vecinos que no están todos enganchados a un solo medidor, sino que cada uno tiene su pilar”.
“Pudimos dignificar la calidad de vida que llevábamos”
“Nosotras al entrar acá éramos en su mayoría compañeras que veníamos por ahí de merendero o de comedores, de huertas y se nos ofreció una capacitación laboral hermosa. Los vecinos estaban contentísimos del trabajo que estábamos haciendo”, compartió Milagros.
“Cuando entré a la obra venía con una situación económica muy compleja, me había quedado sin alquiler, no había conseguido otro y tuve que hacerme un departamento en la casa de mi mamá. Obviamente llevó muchísima plata, por más sencillo que sea, y era todo prestado. Y yo literalmente pagué toda esa casita que pude hacer con la plata que pude ganar acá en la cooperativa, en la obra que estábamos haciendo”, relató.
La joven es una de las integrantes de la Cooperativa El Laurel y los proyectos realizados con el Fondo de Integración Socio Urbana le permitieron capacitarse en el oficio de la construcción. “Nos pasaba que para empezar a trabajar, cortábamos una manguera y ahí dejábamos sin agua a toda la cuadra”, contó sobre lo que significó para el barrio pasar de tener una conexión general a conexiones intradomiciliarias.
“Con la capacitación que pudimos obtener las compañeras, fue un cambio importantísimo en el ingreso. Pudimos dignificar la calidad de vida que llevábamos”, sumó. Sin embargo tal realidad se complicó tras el cese de las obras. “Fue un golpe al bolsillo”, sostuvo, para luego agregar que al momento en el que se encontraba el proyecto en marcha, beneficiaba a la economía local. “Una hormigonera se compraba acá, era todo consumo local. Nosotros mismos podíamos decir de ir al mercado y elegir la marca que querés y no la que podés”, planteó.
La cooperativista destacó que proyectaban sumar más mujeres a las capacitaciones, que les permitieron no sólo poder trabajar sino realizar arreglos en sus propios hogares. “Es como que cerraron muchísimas oportunidades a lo que veníamos aprendiendo, la esperanza que teníamos de continuar”, concluyó.