DÍA DE LA INDUSTRIA CHACINERA
Camino a los100 años, Cagnoli celebra el día del trabajador del chacinado
Este aniversario del Día del Trabajador del Chacinado encuentra a Cagnoli próximo a cumplir sus cien años. La familia Cagnoli es parte indiscutida de la identidad chacinera local.
La chacinería es un sector que forma parte de Tandil desde hace más de un siglo y Cagnoli es parte de esa historia hace cuatro generaciones. Pietro Cagnoli llegó desde la Lombardía Italiana en 1907 y se radicó en Tandil. Transmitió su saber a su hijo Pedro, quien le puso el apellido como marca e inició un legado familiar, que cuatro generaciones después, mantiene vivo un legado de tradiciones y amor por la calidad
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Hugo Cagnoli, segunda generación y memoria viva de la tradición chacinera local recuerda aquellos primeros años: “los inmigrantes trajeron sus recetas y su saber hacer. En nuestro caso pusimos el apellido, eso era lo habitual en aquella época. Pero cuando uno pone el apellido es un compromiso que asume, tiene que salir bien o salir bien.”
Don Pedro sabía que hacer un producto de calidad era primordial y eso marcó a las siguientes generaciones. Entendió que Tandil tenía el clima ideal para la elaboración de salames, por eso su experiencia y el aire de las sierras crearon la sinergia que dio origen al inconfundible sabor de sus productos que son reconocidos en todo el país.
La actividad nació para el autoconsumo de la familia, como de todos los inmigrantes que llegaban, aprovechando las carnes de cerdo y de vacuno, como una forma de conservarlas por más tiempo. Luego, comenzaron a venderlos a los inmigrantes que trabajaban en las canteras.
Hugo Cagnoli recuerda: “con mi padre y mis tíos salíamos a hacer reparto a las canteras, íbamos con un carrito y a caballo.” Años después, pusieron el Puesto N°5 en el Mercado Municipal de Tandil y luego de un tiempo trascendieron las fronteras y comenzaron a comercializar los productos a hoteles y restaurantes de Buenos Aires. Se enviaban en cajones de madera en el tren que le decían “el Tandilero”, de ahí su reconocida identificación “salamín tandilero”.
Pablo Cagnoli, tercera generación también recuerda su infancia ligada desde los inicios a la elaboración: “crecimos acá, mi casa estaba donde hay un secadero ahora y la casa de mi abuelo también estaba acá en Chacra 43. Nuestra historia como empresa familiar a veces es difícil ponerle una fecha exacta de cuándo empezó, pero estamos llegando a nuestros primeros cien años y eso es un orgullo.”
Los Cagnoli guardan recetas con historia y secretos transmitidos de generación en generación. Valores que no han cambiado a lo largo de estos años, donde la calidad es una de esas banderas que los distinguen y a su vez, el desafío constante de seguir innovando y creciendo.
“Para nosotros es una obligación la calidad, no podemos no hacerlo, es algo que tiene que ver con nuestro ADN. Elaborar chacinados y fiambres de alta calidad desde siempre”, resalta Pablo Cagnoli.
Juan Pedro Cagnoli, cuarta generación de la familia también agrega: “mis primos y yo somos testigos de que el paso del tiempo no ha modificado nuestras recetas originales y nuestros valores, pero también estamos innovando. Este año, por ejemplo, incorporamos productos nuevos, un salamín picante y otro ahumado. Es algo que los consumidores buscan, pero la innovación se da dentro de una tradición y una forma de hacer las cosas. Sabemos cómo secar un salame hace cien años y la calidad que buscamos en los productos no cambia.”
Este nuevo aniversario del día del trabajador del chacinado encuentra a Cagnoli en un año donde ha puesto en marcha su nueva planta de desposte, después de tres años de reconstrucción y una fuerte proyección de crecimiento que implicará nuevas fuentes de trabajo para la ciudad.
Por último, toda la industria Chacinera se prepara para celebrar el próximo 2 y 3 de noviembre el Festival Chacinar del Salame y el Cerdo de Tandil donde se espera superar una vez más el récord del Salame más largo del mundo.