Inversiones
Ahorro e inversión: más allá del dólar y el Plazo Fijo
Invertir en Argentina siempre supone un gran desafío. En su columna, Tomás do Cobo te ayuda a salir de lo tradicional
La inflación y el constante cambio de reglas generó en nuestra sociedad resiliencia y permanente estado de alerta ante cimbronazos financieros. Como equilibristas, los argentinos nos hemos acostumbrado a pasar del plazo fijo al dólar y viceversa para intentar cuidar nuestro capital. Pero veamos cómo se han comportado estas dos alternativas en los últimos años con ejemplos concretos.
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Supongamos que en enero de 2018, hubiéramos invertido $1.000 en Plazo Fijo a 30 días, renovándolo mes a mes durante todo el año. Al 31 de diciembre de 2022 hubiéramos obtenido un total de $ 6.408, incluyendo allí capital más interese devengados. En cambio, si hubiéramos comprado dólares al tipo de cambio de entonces, tendríamos US$ 50,18 lo que a diciembre equivalía a $17.361.
Este análisis, si bien es totalmente válido, fue hecho en términos nominales, por lo que no estamos teniendo en cuenta el impacto de la inflación local ni de la americana. Si evaluáramos el rendimiento del Plazo Fijo en términos reales, hubiésemos perdido plata dado que, en nuestro país, históricamente hemos tenido tasas de interés reales negativas que han erosionado los ahorros de la gran mayoría de argentinos.
Ahora, si bien atesorar dólares puede ayudarnos a mitigar la inflación local, nos deja completamente descubiertos frente a la inflación americana.
El último dato de inflación de Estados Unidos arrojó un aumento del Índice de Precios del 6,5% interanual, cifra que representa casi el doble del 3,3% de promedio entre los años 1914 y 2022. Esto quiere decir que, con el nivel actual, aproximadamente cada 11 años los precios de la economía se duplicarían.
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Para mantener o incluso mejorar el poder adquisitivo, necesitamos otras alternativas que permitan agregar valor a medida que el tiempo corre.
Para esto podemos realizar inversiones en economía real con posibilidades de apreciación del capital, como puede ser la compra de un inmueble o de un fondo de comercio, o bien recurrir al mercado de capitales, donde encontraremos una gran variedad de instrumentos pasibles de generar intereses o dividendos al mantener la inversión por un tiempo prudente.
A modo de ejemplo, podríamos invertir en acciones preferidas y obtener dividendos predeterminados, o en obligaciones negociables y cobrar cupones de interés varias veces por año. Éstas entre un sinfín de otras opciones.
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A fines prácticos, supongamos que en enero de 2018 hubiéramos invertido los US$ 50,18 del ejemplo anterior en el índice S&P 500 que sigue la capitalización de las 500 empresas más grandes de Estados Unidos. Al final del período hubiéramos recibido US$ 79,57 que, en términos reales -ajustado a la tasa de inflación americana- equivaldrían a US$ 66,04.
Debemos mirar más allá de la tasa de retorno esperada o el plazo al que estamos dispuestos a permanecer. Considerar la moneda, la diversificación, la calidad del crédito y el nivel de riesgo que podemos y estamos dispuestos a tomar. Salir de lo “tradicional” y tener un plan de inversión, puede ayudarnos a alcanzar nuestros objetivos de mediano y largo plazo.
tomas.docobo@animas.com.ar MBA (Politecnico di Milano), Magíster en Finanzas (UTDT) y Licenciado en Administración (UNICEN). Es asesor financiero matriculado (CNV) y director de la consultora financiera Animas