Violencia y acoso entre pares
Hablemos de bullying: cómo actuar cuando se detecta
El fantasma que atemoriza a niños, adolescentes y padres
Cuando los chicos empiezan a sociabilizar con pares, ya sea en jardín, escuela o clubes, es probable que aparezcan cuestiones a las que anteriormente no estábamos acostumbrados los padres. El bullying es una de ellas y, aunque es algo que nunca se erradica, hoy, al menos, es un tema del que solemos hablar. Pero, para que nos ayude a entender cómo funciona y qué podemos hacer como adultos, consultamos desde Tatetí a Mercedes Mansilla*, que es psicóloga de adolescentes y adultos. Ella nos describe, a continuación de qué se trata y nos aconseja cómo actuar.
¿QUÉ ES?
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El bullying, tal como lo conocemos, es el acoso que pueden sufrir niños o adolescentes, por uno o un grupo de compañeros, en diferentes espacios tales como la escuela, el barrio, los clubes e, incluso, dentro de casa. El acoso puede ser psicológico, físico o verbal.
Si bien, como decíamos, ocurre en todos los entornos sociales, la escuela, en todos su niveles, es un lugar propicio para abordarlo y desarmar estos conflictos desde edades tempranas. Se trata de un tipo de comportamiento agresivo y repetitivo donde se pone en juego una desigualdad de poder entre quien lo ejerce y quien lo recibe.
Dependiendo de la edad, hay mayor o menor grado de registro del daño que se hace. Por otro lado, en muchos casos son modos aprendidos y naturalizados de vincularse con otros, por lo que el señalamiento de mala conducta puede generar confusión para el propio acosador. Sin embargo, estamos hablando de una conducta agresiva intencional y con cierta frecuencia en el tiempo. Por eso mismo, es muy importante el trabajo en habilidades sociales desde edades muy tempranas.
Generalmente, el motivo del bullying tiene que ver con un espectador. Muchas veces, quien molesta lo hace para mostrar poder o pertenencia a un grupo o para excluir a alguien del mismo. Por eso es fundamental, también, el trabajo con el conjunto de estudiantes y no sólo quienes están involucrados. Porque quienes tienen el rol de espectadores, cumplen un papel muy importante ya que pueden reforzar la conducta acosadora (por ejemplo replicando fotos, videos o memes en las redes, arengando o festejando durante un episodio de violencia) o pueden ayudar a la víctima desactivando muchas veces el dispositivo del bullying.
También pueden existir otras causas como antecedentes de abuso, acoso y violencia en quien agrede; no comprender las emociones de los demás o no contar con las herramientas adecuadas para manejar ciertas situaciones de índole social; ausencia de adultos referentes involucrados en la crianza, negligencias.
¿QUÉ PODEMOS HACER LOS ADULTOS?
El diálogo entre familia y escuela debe ser fluido y constante en la construcción de pautas de convivencia, para aunar criterios de acompañamiento, formulación de valores y velar por el respeto de los derechos de las infancias y adolescencias. De poco sirve trabajar el tema únicamente en el interior de la institución si luego no hay continuidad en la familia y viceversa. Claro está que es necesario que haya una coherencia entre lo que transmitimos al hablarles y lo que hacemos en los hechos concretos y cotidianos. Esto abarca desde pasar un semáforo en rojo hasta hacer comentarios inapropiados sobre otros compañeros de trabajo.
Existe una ley que regula la convivencia en las escuelas y busca reducir los conflictos en la comunidad educativa, (ley 26.892 “Convivencia escolar - Bullying”). Entre otras cosas, establece que debe crearse un acuerdo de convivencia en la institución respetando los siguientes principios: ● Respetar la vida, los derechos y responsabilidades de cada persona. ● Resolver los conflictos de manera no violenta. ● Aceptar las diferencias. ● Garantizar la participación de alumnos y alumnas en la vida institucional de la escuela. ● Establecer un sistema de sanciones formativas que sirva a alumnos y alumnas para hacerse responsables progresivamente de sus actos.
PRESTAR ATENCIÓN
Muchas veces, el bullying se presenta de manera solapada, silenciosa y difícil de detectar ante la mirada adulta. Los signos o síntomas más frecuentes de bullying son: descenso del rendimiento escolar, depresión, ansiedad, irritabilidad, falta de apetito, malestar generalizado, cansancio, no querer ir al colegio ni juntarse con compañeros/as, ausentismo, sentimientos de culpa, conductas de huida y evitación, miedo a perder el control o a estar solo, ideas de intento de suicidio.
Es clave que en la escuela, en clubes, instituciones que albergan infancias y adolescentes, creen buen clima de convivencia, generando espacios de confianza, diálogo grupal e individual donde se habilite la expresión de distintas emociones y pensamientos y donde el respeto y la aceptación de la diversidad sean premisa.
HABLAR
Poner sobre la mesa temas como el bullying, discriminación, respeto, empatía, modos de relacionarnos, de escuchar, de comunicar, nunca está de más. De acuerdo a las distintas edades, podemos motivar estas conversaciones en familia leyendo cuentos, jugando, creando historias o viendo películas que abordan temas como por ejemplo el respeto de la diversidad, conocer diferentes culturas, credos, costumbres, la amistad, compañerismo. Dialogar en casa acerca de cómo nos sentimos, qué cosas nos gustan y cuáles no, qué expectativas tenemos para el año, con respecto al grupo de pares, a los docentes, en quién/es confiamos si necesitamos hablar sobre algo que nos pasa, son algunas de las pistas que nos pueden abrir a conocer cómo se preparan y predisponen al inicio lectivo. Pero también estamos abriendo un canal de escucha atenta y dispuesta para cuando así lo necesiten. Cada iniciativa que nos invite a pensar, a construir mejores modos en las crianzas y la educación de niños y adolescentes, es también una oportunidad de generar buenos hábitos de comportamiento para toda la vida.
*MN 55480