Juicio por presunto abuso en el Jardín de Infantes
Juan Rosso defendió su inocencia y el acusador le señaló un par de contradicciones a su versión
En vísperas de la tercera audiencia en la que se escucharán los alegatos de las partes, el acusado Juan Rosso pidió declarar ante el Tribunal y clamó su inocencia. Por varias horas contó qué hizo y donde estuvo durante su trabajo en el Jardín y puso énfasis que lo que los niños denunciaron nunca existió. Empero, los acusadores le marcaron contradicciones en su versión.
Mientras las partes en pugna aguardan a mañana para explayarse en sus alegatos para “convencer” al Tribunal sobre el fallo a imponer al profesor de teatro Juan Martín Rosso, acusado de abusar sexualmente de un niño de 4 años en el baño del jardín de infantes el 1 de julio de 2019, en la semana pasada se sustanció la segunda audiencia, que se extendió por varias horas.
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En dicha jornada, por la mañana se reprodujeron las Cámaras Gesell de los cuatro menores incorporados al expediente judicial (el niño presentado como víctima, su hermana y dos compañeritos de sala), para luego escuchar a los peritos oficiales y de parte. Al finalizar, el propio imputado quiso hacer uso de la palabra y gritó su inocencia.
Por lo que trascendió del debate, las partes dedicaron mucho tiempo en indagar fundamentalmente a los especialistas, quienes con sus miradas contrapuestas colaborarán en las respectivas hipótesis de las partes, según sus intereses y convicciones.
Para el acusador, las conclusiones del perito oficial que oportunamente realizó la Cámara Gesell del menor presuntamente abusado son uno de los pilares de la imputación.
Como oportunamente se informó, el profesional habló de aquella entrevista con el niño, sobre quien definió que presentaba “funciones psíquicas básicas conservadas, curso de pensamiento sin alteraciones, juicio de realidad conservado, percepción del medio circundante, y de relación sin perturbaciones. Sin trastornos en el lenguaje, ni alteraciones sensorioperceptivas que se infiere que el peritado se encuentra en condiciones de distinguir la verdad de la mentira”.
Asimismo, el profesional señaló que el hecho relatado “no contiene elementos de un guión. Resulta coherente e inestructurado…“(sic).
Se expuso al respecto que “un relato inventado o guionado es probablemente organizado, lineal y rígido, más aún en un menor de tan corta edad, ello se haría sumamente notorio”, supo inferir oportunamente el ministerio público.
Una visión diametralmente opuesta expusieron las peritos ofrecidas por la Defensa, que buscaron poner en crisis el mecanismo de citada entrevista como así también las conclusiones a las que arribó el colega que forma parte de la Asesoría Pericial de Azul.
También una mirada distinta tuvo otro perito oficial que se encargó de entrevistar a los compañeritos presentados como testigos en la causa. Para dicho profesional en estos relatos sí se pudo inferir cierta influencibilidad de los progenitores a la hora de referir lo que dijeron.
Cabe consignar que dichos niños fueron sometidos a la diligencia procesal no sin antes haber declarado sus padres que, mucho más cercano a los hechos reprodujeron lo que sus hijos le relataron en su ámbito familiar, versión que luego los niños no fueron tan concretos en la entrevista con el perito.
Así las cosas, no quedaba prueba por incorporar, por lo que cerrada la etapa el Tribunal concedió la palabra al propio Rosso, quien quiso declarar.
La versión del acusado
Finalmente, el acusado pidió hacer uso de su derecho a declarar, realizando un relato de los hechos acontecidos en el día que consigna la denuncia para, posteriormente, ser interrogado por el fiscal y el particular damnificado.
En su extenso relato el docente dio un pormenorizado detalle de lo que hizo aquel día en el Jardín y descartó enfáticamente que hubiera concurrido al baño como los niños dijeron. Mucho menos, que cometió un abuso. Es que para Rosso, nada de lo que los niños dijeron fue cierto y se valió incluso de lo que supieron declarar las docentes que estaban aquella jornada.
A propósito de sus dichos, fue el particular damnificado el encargado de marcarle una contradicción a lo que ahora decía y lo que supo declarar en la causa y consta en el expediente.
Como oportunamente la defensora supo achacarle contradicciones a los papás de las víctimas, ahora los acusadores harían lo propio para con el imputado y, al decir de estos, sus dos versiones.
Es que el abogado le observó que ahora, frente a los jueces, alegaba que los chicos no decían la verdad, y cuando se sustanció el expediente y fue el tiempo de las Cámaras Gesell que él presenció, no puso en duda aquellas respuestas de los menores.
La otra contradicción subrayada por el fiscal redundó en dónde se ubicó Rosso dentro del inmueble educativo. Según detalló, él nunca estuvo en la zona de los baños y siempre trabajó en el SUM y de allí, en fila india con los niños a las dos salitas de los chicos. Empero, el fiscal le recordó que una testigo lo ubicó parado en el pasillo que efectivamente lleva a los baños.
Estas observaciones, como las que oportunamente marcó la defensa del acusado, formarán parte seguramente de los alegatos a escuchar mañana, para luego sí llegar al desenlace de esta historia judicial que dividió y conmueve a la opinión pública, cuando los jueces ventilen su veredicto.