Caso Rosso: "Que esta causa sea un hito para cambiar prácticas que causan mucho daño en los docentes”
La abogada defensora de Juan Rosso, la doctora Patricia Perelló, ofreció una rueda de prensa tras los alegatos que pusieron fin al juicio contra el docente acusado de un presunto abuso. De este modo, luego de pedir la absolución del joven, la letrada ratificó que su cliente es un chivo expiatorio de una Justicia que peca de “pánico moral” sin atender todos los elementos, ni evaluar la posibilidad de que el evento imputado no haya existido.
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Accedé a las últimas noticias desde tu email“Lo que expresé es la verdad de lo que sucedió, y no porque sea la defensora y confíe en Juan Rosso, es lo que dice la prueba. Es lamentable que la Justicia no tuviera en consideración las circunstancias personales de la familia, no para descalificar, sino para hacer un análisis de todos los elementos”, explicó.
Al respecto planteó que es inusual que un padre piense inmediatamente en un abuso escolar ni bien su hijo le refiere que “le duele la cola”. En este sentido, apuntó a un “direccionamiento” a priori que los operadores judiciales no tuvieron en cuenta.
Por ello, Perelló bregó porque esta causa “sea un hito para cambiar prácticas que causan mucho daño en los docentes”. El Tribunal conformado por los jueces Carlos Pocorena, José Alberto Moragas y Florencia Giombini dictará sentencia el próximo martes 7 de junio a las 11.
Mala praxis
En esta línea, la patrocinante legal enfatizó que hubo una mala praxis en todo el proceso porque los interrogatorios a los menores fueron mal tomados, porque no se ponderó el contexto familiar del menor sindicado como víctima, ni el sesgo que evidenciaron los progenitores del niño desde el primer momento.
“Tendrían que haber estado aliviados de pensar que a su hijo finalmente no le pasó nada porque lo que pudieron pensar en un primer momento era equivocado y dejarse de guiar por este sesgo, pero a este juicio vinieron a mentir y fue muy difícil interrogarlos, esquivaban las preguntas”, comentó.
Además, como mencionó en su alegato, aseguró que existe una única doctrina de buenas prácticas para tomar testimonio en niños tan pequeños, a partir de lineamientos establecidos por Unicef e incorporados por la Suprema Corte de Justicia bonaerense.
“El fiscal dijo que hay varias doctrinas y que se puede tomar cualquiera, esto no es así, para las buenas practicas hay una sola doctrina. Si se toma lo que cada uno quiere es una mala praxis, el psicoanálisis (método empleado por los peritos para la producción de prueba testimonial en los niños) es un aspecto válido para el consultorio pero no para recoger testimonios porque no tiene en cuenta la verdad material. Acá se trabajó desde el psicoanálisis con niños de 4 años, a través del diagnóstico de la hora del juego que no es para tribunales, es para nenes en un ámbito terapéutico. Hay una gran confusión y desconocimiento de la psicología del testimonio, que se enteren que desde Freud y Lacan la psicología evolucionó”, señaló con vehemencia.
Además de poner en crisis los procedimientos usados para efectuar las Cámaras Gesell a los menores por su falta de validez en la comunidad científica, apuntó a las inducciones que operaron sobre la víctima. En este punto, precisó que “las cámaras que vimos son tremendas, hay intervenciones de la madre, del fiscal, se le ponen al niño fotos de Juan delante. Es deplorable”.
Asimismo, desglosó que en este caso, como la única prueba para formular la acusación contra el docente de teatro fue la declaración del menor, dicha evidencia debería haberse preservardo como si fuera una muestra de sangre o de ADN y no ser contaminada, algo que efectivamente ocurrió.
“Hay que hacer las cosas bien con niños tan pequeños. Hablé de preservar la cadena de custodia en el testimonio infantil. Juan está sometido a proceso con esos dichos, porque todos los docentes dicen que eso no pasó”, remarcó.
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Prejuicios
Por otro lado, además de aludir a la visión sesgada de los padres que radicaron la denuncia en ese momento, también puso el foco en los prejuicios con los que trabaja la Justicia penal. “Si no somos necios es una oportunidad de cambiar y mejorar el sistema de Justicia”, sostuvo y agregó que “el Tribunal debería ver lo mismo que nosotras y esto es muy claro, no dimos pareceres porque nos afirmamos en la prueba. Lo que vimos nosotras lo puede ver el Tribunal y si desconoce esta prueba sería muy preocupante”.
En esta sintonía, se explayó sobre los prejuicios que operan sobre las autoridades judiciales y los “demonios” que se despiertan cuando se trata de temas ligados a la integridad sexual.
“Hay ideas previas cuando se habla de sexualidad y niños, se despiertan todos los demonios en vez de pensar de manera criteriosa. Lo que corresponde es investigar qué pasa con los padres, porque lo toman así, cómo funciona el colegio. El fiscal (Calonje) fue hace poco al Jardín por primera vez, no conocía el espacio físico sobre el que se había hecho la acusación”, dictaminó.
Por último, la abogada desentramó el nudo del “pánico moral” que rige en la sociedad, las instituciones y la Justicia, hasta el punto de dejar que proliferen una cantidad inusitadas de denuncias contra docentes por abuso en el ámbito escolar “cortadas por la misma tijera”.
En este marco, invitó a reflexionar sobre la problemática que ha viciado el vínculo docente alumno hasta tornarlo siniestro y lleno de miedo de ambas partes, casi como si esa otredad fuera siempre una amenaza o un peligro.
“Hay docentes inocentes condenados, golpeados, les prenden fuego la casa. ¿A dónde queremos llegar con esto? Además esos niños son tratados como abusados sin serlo y viven una vida lamentable. Hay un vínculo destruido entre alumno y docente, es una histeria colectiva”, cuestionó con dureza.
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