Enfoque
Lo que importa es la fachada
Por Marisol Córdoba
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Uno de los comienzos más famosos de la literatura universal dice: “Todas las familias felices se parecen entre sí; las infelices son desgraciadas a su manera”.
Se trata del inicio de Anna Karénina, la monumental novela del ruso León Tolstói publicada en 1878. A nivel local y más de 140 años después, la familia Simón vive su desgracia como puede.
Por eso, la decisión de la jueza Aracil constituye un pequeño triunfo para los desclasados, es una palmada institucional en el hombro ante el engranaje de un poder político más horrorizado por un acampe que por una muerte.
El revés judicial que impide el desalojo de la explanada municipal de los familiares del joven atropellado en La Movediza en diciembre pasado, pone de relieve lo que subyace: lo que molesta es tener un recordatorio todos los días de que algo malo pasó y merece ser revisado, repensado y, además, obtener una reparación legal.
Es evidente que las decisiones las toma el Poder Judicial, pero la permanencia en la sede municipal radica en el caracter institucional que adquirió al caso al verse involucrado un exdirector comunal y otras derivaicones que tomó el expediente.
Las declaraciones en Eco TV del jefe de Gabinete de Tandil fueron, al menos, desafortunadas. Si de todo el asunto que implica una causa judicial por “Homicidio culposo agravado por fuga” contra un exfuncionario y denuncias por eventuales encubrimientos en el seno municipal -que el Poder Judicial se encargará de desentrañar y juzgar y no son objeto de esta nota-, lo “ingrato” es tener que ingresar al edificio municipal por una puerta del costado o no poder terminar de colocar la vereda, las prioridades entonces están desordenadas.