Cultura
Vivir “a la gorra”
Lucas del Río es artista callejero y se desempeña como saxofonista. En esta entrevista, contó su historia con la música.
Por Marita Stanley (*)
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Ser artista callejero no es tarea fácil, pero se disfruta del contacto con el público. El músico Lucas del Río tiene 34 años y es un personaje muy especial que los tandilenses pueden encontrar en las esquinas de la ciudad.
-¿Cuándo comenzaste a tocar y decidiste dedicarte a ello?
-A los 9 años por primera vez toqué un saxofón. Cuando llegué, en el año 98, a Tandil, me anoté en el Conservatorio y comencé a estudiar. Seguí dos años, dejé porque me aburría la parte teórica. Tres años más tarde, fui a tocar a bares con bandas de rock. A los 18, me incorporé al Ejército y toqué el saxo, por cuatro años ya que me pagaban por ello.
-¿Qué hiciste luego?
-Me fui del Ejército, me dediqué a otros trabajos, porque pensé que no se podía vivir de la música. Creí que no era posible, porque estaba complicado, yo no estaba haciendo que suceda. Hoy en día puedo vivir de la música.
-¿Qué vivencias callejeras atesorás?
-En primer lugar, en Neuquén me quisieron robar el instrumento tocando en la calle, me hice amigo de los que me quisieron robar y comenzamos a tocar juntos. Pero he conocido gente muy linda en la calle, hay quienes me prestan su atención, otras que siguen de largo.
Día a día
-¿Qué ves en los que se detienen?
-Algo hermoso es que se detengan un momento de su vida. En estos tiempos en que las personas andan apuradas, con mucha carga de estrés, que paren para regalarme una sonrisa, me hace ganar el día.
-¿Cómo es un día de trabajo?
-Depende la época del año, de lunes a lunes. A veces, de miércoles a domingo. Cuando me levanto, organizo mi recorrida, si no consigo lugares para tocar, los busco, me promociono. Si no hay bandas que me llamen para tocar, tengo fechas durante las noches con bandas de rock, de cumbia, de todos los géneros o estilos de música. Si no tengo fecha, me pongo en ´modo gira´ de restaurantes, me hago hoja de ruta, un circuito de lugares de Tandil, ya que tengo buen trato con los dueños. Me han recibido muy bien, con cariño y respeto. Hago una ronda de cuatro o cinco restaurantes por noche durante horas, solo o acompañado.
-¿Qué ritmos te piden más y cuál preferís?
-Por lo general me piden jazz, o blues, que no me gusta. El rock sí, no me gusta escuchar música con el saxofón, es contradictorio, pero disfruto tocando cualquier estilo. No me disgusta que me pidan.
-¿En qué otros lugares tocás?
-En Jardines de infantes, hogares de ancianos, escuelas, restaurantes, bares, Casino, reuniones familiares, eventos y fiestas.
Ser músico en Argentina
-¿Cómo es vivir a la gorra?
-Al principio es complicado, puede ser frustrante, pero cuanto más tenés el agua al cuello, más procedés a hacer que funcione. Te empezás a preguntar '¿cómo estoy tocando?', '¿a qué público me dirijo?, '¿cómo me visto?', '¿en qué lugar me estoy ubicando?', '¿cómo estoy parado?'; hay un montón de factores para tener en cuenta. Lo que tiene de bueno la calle es que aunque no haya ganado ni un peso, siempre te llevás algo lindo. Por ejemplo, una fiesta privada, una contratación, ir a sorprender a alguien tocándole el feliz cumpleaños en su día para alegrarle.
-¿Se siente la crisis?
-Sí, claro, hay gente que me dice 'mirá, no te puedo dejar nada porque no tengo’, entonces yo les digo 'no te preocupes, te regalo mi música'. Cuando termino de tocar dejo sobres, hay gente que sale con lo justo. A esas personas les digo que no se sientan mal por no dejarme dinero, que me reconforta que les haya gustado. La crisis se siente más que nada cuando tengo que arreglar el instrumento, accesorios.
-¿En la calle te piden tus datos de contacto?
-Sí, no sólo el número de teléfono, mis redes sociales.
-Desde qué comenzaste a tocar en la calle, ¿qué cambió en lo social?
-Veo a las personas cuando toco, sus miradas a veces están tristes, otras alegres, los comercios cambian mucho, hay vacíos. Hay que remarla, influye el frío si están apurados. Noto a las personas cada vez más tristes, no sé si es por el estrés, por lo que ocurre en el mundo, sus relaciones familiares; veo gente sacada, me apena que no puedan apreciar algo hermoso como detenerse a mirar el cielo.
Darse a conocer
-¿Cómo socializás tu trabajo?
-Me encargo de subir a diario mi propia promoción o cuando estoy trabajando, me saco fotos, o me filmo. Con las bandas que toco hago producción de fechas en lo que sé y me doy idea. Este año me di cuenta de que podía armarle fechas a los chicos de las bandas, porque tengo muy buena relación con quien hace producciones, estoy como intermediario arreglando para que salga todo bien.
-¿Interactuás con otros músicos?
-Sí, he conocido bastantes artistas en la vía pública, un amigo que toca muy bien la guitarra ahora está en Brasil, siempre tocó en la calle, hicimos gira juntos, un auténtico loco de la vida y otras personas muy raras también.
-Tocás con un acordeonista, ¿qué podés decir de él?
-José es mi mejor amigo, es acordeonista y el mejor músico en Tandil, una persona maravillosa, muy tímido. Lo había escuchado tocar poco, y le dije, 'José, ¿por qué no mostrás lo que hacés?'. Es hermoso, él no se animaba por vergüenza, porque no hay peor enemigo para el músico que ser introvertido, temer el 'qué dirán', que lo juzguen. Lo ayudé a soltarse, ahora trabaja conmigo, vamos juntos a todos lados, si lo pueden escuchar les aseguro que gusta y mucho. Él no tiene redes sociales, entonces desde la mía he conseguido hacerlo conocer y poder difundir su talento, es un genio tocando, pero no le interesa mostrarse, será por eso que no tiene problemas de ego. No tenía Instagram, entonces con una amiga le creamos uno y aunque a él no le gustaba, ahora lo reconocen y dicen 'ahí va José'.
(*) Esta nota forma parte de la serie de entrevistas realizadas bajo la tutela de la profesora Carolina Cordi por diferentes alumnos de Práctica Profesional 1 en la carrera de Comunicación Social para el Desarrollo Local de ISFDYT 10, cada uno de los cuales eligió un entrevistado.