Adicciones
Una madre pide con desesperación que internen a su hijo porque es adicto al paco
“Él entra y sale de Salud Mental; le dan el alta o se escapa. Tuvo dos intentos de suicidio y me robó a mí para conseguir plata para consumir”, dijo Natalia Gil, y agregó: “No quiero que termine preso o muerto”.
Natalia Gil vive en el barrio Las Tunitas de la ciudad y desde hace dos años viene luchando para conseguir la internación de su hijo Bruno, de 20 años, que es adicto a las drogas.
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“Mi hijo es adicto al paco. Hace meses que estamos tratando de conseguir una internación y no hay forma”, dijo Gil a El Eco de Tandil.
La mujer contó que el consumo problemático de Bruno se hizo evidente para la familia hace dos años y que, desde ese momento, comenzó su largo peregrinar por distintos organismos públicos: recorrió en varias oportunidades el área de Salud Mental del Hospital Municipal “Ramón Santamarina”, el Centro de Prevención de las Adicciones (CPA) de la ciudad y la Fiscalía.
“Pero él entra y sale de Salud Mental, o le dan el alta o se escapa, y ya tuvo dos intentos de suicidio. En el medio tuve que pedir una restricción de acercamiento porque, debido al consumo, me robó cosas de mi casa”, relató Gil, desesperada.
“Estamos yendo permanentemente al CPA y a la Fiscalía; ya nos conocen en todos lados. En la Fiscalía me dicen que el criterio médico es darle de alta, cuando es un chico que no puede tener el alta. Y en Salud Mental me reconocen que esto no puede quedar ligado a su voluntad, pero el jueves pasado le dieron de alta otra vez”, explicó.
“Las personas que lo atienden son muy amables y lo atienden bien; no me quejo de eso. Pasa que me enfrento a un doble discurso: el psicólogo del mismo sector del Hospital me dijo que Bruno no puede estar con tratamiento ambulatorio, que necesita internación. Y a los dos días le dieron de alta; no coincide lo que dicen con lo que hacen”, relató.
“Yo lo que necesito es un lugar en el que él se quede internado para recibir un tratamiento porque él está enfermo. La drogadicción es una enfermedad”, indicó la mujer que es madre de otro hijo varón, mayor que Bruno.
Y contó que “nosotros no podemos pagar un centro de salud privado, donde me dicen que la estadía cuesta entre 23 mil y 25 mil pesos por día”.
Entonces –comentó- “en el Hospital me dicen que no pueden tenerlo y que los lugares públicos están colapsados, y a los privados no puedo pagarlos”.
“El martes pasado se escapó de la casa, vendió el celular, volvió a tomar alcohol y drogas. Lo fueron a buscar en ambulancia y se les volvió a escapar. Ahora está con custodia en el Hospital pero ya lo van a largar”, indicó.
En ese contexto, compartió una anécdota que marcó un quiebre y que fue el puntapié para tomar la decisión de hacer público su desesperado reclamo.
“El jueves pasado lo quisimos sacar de Tandil para alejarlo un poco de todo esto y lo llevamos a Mar del Plata, donde tenemos familiares. De repente se le puso todo el cuerpo duro, los brazos y las piernas estaban rígidos, así que lo llevamos a la guardia del Hospital de la ciudad. Ahí me dijeron que estaba pasado de medicación, que era muy fuerte lo que le habían dado, y se la cambiaron. Yo ya no sé qué hacer”, señaló.
Natalia Gil pidió que se publicara su teléfono (2494 250 680) “por si el señor intendente Miguel Lunghi o algún otro funcionario me quiere escuchar”.
“Soy una mamá que necesita ayuda”, solicitó, angustiada.
“Ya no puede pensar ni razonar”
La Ley nacional 26.657 de Salud Mental, sancionada en 2010, establece, entre otras cuestiones, que “la internación involuntaria de una persona debe concebirse como recurso terapéutico excepcional en caso de que no sean posibles los abordajes ambulatorios, y sólo podrá realizarse cuando a criterio del equipo de salud mediare situación de riesgo cierto e inminente para sí o para terceros”.
Natalia mantiene un contacto fluido con la madre del músico Santiago “Chano” Moreno Charpentier, Marina Charpentier, que en los últimos meses se volvió la cara más visible de un grupo de personas –muchas- que afrontan la misma problemática y que reclaman que se flexibilicen los criterios para lograr la internación involuntaria de la persona que tiene una adicción.
Gil fue contundente sobre la situación de su hijo en ese sentido: “En la última internación nos dijeron que ya no puede pensar ni razonar. Entonces, ¿Por qué le dan el alta?”, se preguntó.
“No quiero que mi hijo termine preso porque, como me robó a mí, puede salir a delinquir a cualquiera, o que termine muerto porque ya tuvo dos intentos de suicido”, afirmó.
“No estamos lejos de ser Rosario”
Para terminar, Gil se refirió a lo que llamó “un problema grave en la ciudad, que hay que empezar a mirar”, ya que - consideró- “no estamos lejos de ser Rosario”.
“En el barrio hay cada vez más chicos con adicción a las drogas, chicos que empiezan a consumir cada vez a más temprana edad. Yo veo chiquitos de 12 ó 13 años consumiendo paco”, dijo y remarcó: “dicen que en Tandil no hay paco, pero yo sé que sí”.
“Los que les venden a los chicos les piden que hagan cosas de lo más indignas a cambio de drogas”, aseguró.
“Los fines de semana es terrible; el viernes en particular es un día tremendo: los vendedores se paran en las esquinas a ofrecer a la vista de todos”, contó.
Y concluyó que “todos en el barrio sabemos dónde viven los que venden, que muy claramente se han enriquecido”.