Inseguridad
Un docente de la Escuela Secundaria 16 denunció el robo de su moto por parte de un alumno
El vehículo es además una herramienta de trabajo ya que junto a su esposa realizan envíos y repartos. Ambos reclaman demoras e irregularidades en la investigación por parte de la policía y fiscalía, y aseguran que el director de la institución amenazó con sanciones si continuaban viralizando el hecho en las redes sociales.
El pasado 30 junio, Ramiro Martínez asistió a su trabajo en la Escuela Secundaria 16, de Cerro Leones, donde da clases los días viernes de 7.30 a 9.30, y cuando terminó su jornada, descubrió con tristeza que su moto, la cual había estacionado en la puerta de la entidad educativa, había sido robada. A partir de consejos de sus allegados, recorrió las cavas para corroborar si había sido abandonada entre los pastizales, algo que suele suceder cuando ocurren hechos de ese tipo en la zona.
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Lamentablemente no la encontró y decidió publicar lo sucedido en las redes sociales de su esposa, con quien comparten el vehículo para su emprendimiento de envíos y repartos, siendo su principal fuente de ingresos. A partir de allí, se sucedieron una serie de hechos que consideraron injustos y repudiables, y que fueron relatados por su pareja Amalia Gasparini, en comunicación con El Eco de Tandil.
Contó que lo primero que hicieron fue acercarse a la UFI 3 para radicar la denuncia, pero le negaron la posibilidad, argumentando que primeramente debían realizarla en una comisaria. “Después, informándonos, nos enteramos de que sí tienen que tomártela, ya que cada fiscalía tiene una oficina de denuncias y de hecho, la podés hacer online. Ahí ya arrancamos mal”, afirmó.
Posteriormente, fueron a la comisaria Segunda, donde se la tomaron, y a partir de allí comenzaron a aportar datos, fotos y testimonios de los vecinos, que fueron recolectando a partir de viralizar el hecho en el Facebook de Gasparini. “Por suerte, la gente colaboró un montón, y uno de ellos nos aseguró, hasta con los datos de dónde estaba la moto y comentándonos que ese día faltó a la escuela, que el supuesto autor del hecho era un alumno de mi marido de hace dos años, que también en cuarto año había sido alumno mío”, narró.
Llevaron esa información a la seccional, y esa misma noche se presentaron junto con los efectivos en el supuesto domicilio del sospechoso, ubicado en el barrio La Movediza. Sin orden de allanamiento, pero haciendo uso de la figura legal de anuencia, donde con el permiso del propietario, la fuerza de seguridad puede ingresar a la vivienda.
“Tardaron como 20 minutos, nos dejaron ingresar, y la búsqueda dio negativa, en ese mismo momento, estaba la madre del chico, y lo amenaza a mi marido diciéndole que lo iba denunciar en Jefatura Distrital por estar culpando a su hijo”, relató.
La damnificada continuó viralizando el hecho y trasladando los aportes de los vecinos a la seccional, donde se incluyen fotos de la moto circulando por el barrio donde reside el sospechoso. A los cinco días de ocurrido el robo, se acercaron al destacamento policial para consultar los avances de la investigación y aun no tenían nada concreto. Insistieron también en la fiscalía, y desde allí les comunicaron que ni siquiera habían recibido el sumario por parte de la seccional.
La postura de las autoridades escolares
“El siguiente viernes, Ramiro se presenta a trabajar, y el director de la institución lo cita a la oficina y le anuncia que le va a labrar un acta por incumplir el inciso B del artículo sexto del Estatuto Docente, que dice que el profesional tiene que tener buena conducta tanto dentro como fuera de la institución y que por fuera no se comportó bien porque viralizó el hecho del robo de la moto”, sostuvo.
Esa medida les resultó totalmente injusta, ya que Martínez no tiene redes sociales, las publicaciones se hicieron en la cuenta de su pareja y sin nombrar al joven en ningún momento. El docente, sobrepasado por la situación, no firmó en disconformidad, por lo que el acta fue labrada.
“Debería haber firmado, porque es una medida que no corresponde y falta a la verdad, porque él es un excelente profesor, y sólo estaba exponiendo lo que le sucedió, sin dar nombres y en mi Facebook, pero sí contando que el robo fue en la puerta de la escuela”, explicó. Posteriormente se enteraron que la madre cumplió con la promesa y le pidió al directivo que el profesor elimine todas las publicaciones porque si no, no se iba a hacer cargo de lo que su hijo podía hacerle cuando se lo cruce en la escuela. “Básicamente lo amenazó”, dijo la damnificada.
Igualmente, por temor a mayores represalias, decidieron bajar lo publicado, pero no conforme con eso, el director llamó al profesor fuera del horario escolar, diciéndole que si se seguía viralizándolo iba a labrar un sumario y presentarlo a la inspectora para una posible suspensión.
“Él como autoridad de la escuela tiene que informarse, y velar por el bienestar de sus alumnos, pero también de los docentes. Lo único que resolvieron es que el joven no vaya a la escuela los viernes cuando da clase mi marido, algo que me parece inviable porque los chicos son sujeto de derecho y todos, pase lo que pase, tienen derecho a la educación; si él se quiere presentar, no le pueden negar la entrada”, indicó Gasparini.
Sin avances
Hasta ahora, a 20 días de lo sucedido, no han tenido noticias, y el martes pasado se presentaron en la comisaria para consultar el estado la causa y ampliar la declaratoria ya que siguieron recibiendo datos. “Al parecer ya la desmantelaron y nos dijeron hasta dónde puede estar el motor, pero dicen que no hay nadie que lo pueda hacer, ya nos pasó un par de veces cuando fuimos a sumar información, y tampoco nos notifican si enviaron efectivamente el sumario”, expresó.
Continúan sin noticias por parte de las autoridades, dejaron de insistir en las redes para evitar mayores inconvenientes con la escuela, y ahora deben arreglárselas para continuar con su emprendimiento haciendo los envíos en bicicleta, tardando mucho más en completar los recorridos, y enfrentándose al intenso frío de la ciudad.
“Nos provoca una tristeza y dolor terrible porque nos sentimos abandonados. Veníamos muy bien con el emprendimiento, armamos una agenda de clientes muy buena, y ahora para no fallarles tenemos que hacer los envíos en bicicleta, con el esfuerzo que eso significa”, concluyó la víctima.