Plataformas de delivery
Repartidores de Rappi pidieron mejores condiciones ante la profundización de la precariedad laboral
Cerca de 200 repartidores operan en la plataforma que desembarcó hace dos meses en Tandil. Un grupo de trabajadores expuso que es necesario que les mejoren las tarifas por viaje y afirmaron que las condiciones empeoraron en apenas dos meses, con la quita de recompensas y otras cuestiones perjudiciales. El concejal Nicolás Carrillo dialogó con ellos para intentar canalizar sus reclamos. En mayo, el intendente Lunghi y su gabinete recibieron a las autoridades de la empresa, que invirtió 75 millones de pesos en la ciudad.
Las denominadas plataformas de reparto o delivery explotaron tras la pandemia, con un enorme caudal de clientes que incrementó los márgenes de ganancia y consolidó este tipo de consumo. Dichos sistemas comparten una serie de características en sus formas de inserción en el mercado, como forma de organizar y gestionar el trabajo, que son fuertemente cuestionados por la precarización a la que someten a los trabajadores.
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En este marco, recientemente desembarcó en Tandil la empresa Rappi, que sumó su oferta al sector de las entregas a domicilio. En bicicleta, en auto o en moto, alrededor de 200 repartidores registrados en la aplicación cruzan a diario la ciudad franqueando el tránsito de un zumbido para entregar la comida y los diferentes productos que llevan en sus enormes mochilas cúbicas. En su mayoría son varones de entre 18 y 35 años, pero también hay mujeres jóvenes que salen a recorrer las calles en busca de un sustento.
Atentos a las vicisitudes del esquema, un grupo de trabajadores expuso sus reclamos en torno al incumplimiento de las condiciones pactadas, que desmejoraron en apenas dos meses. De esta manera, al menos treinta repartidores se manifestaron en desacuerdo con la reducción de la tarifa y los manejos perjudiciales de la empresa. Por tal motivo, el viernes pasado decidieron parar sus actividades y expresarse en la Plaza Independencia, frente al Municipio, para visibilizar su situación. Además, hasta el lugar se acercó el concejal del Frente de Todos, Nicolás Carrillo, vinculado desde siempre a los movimientos de la economía popular y afines, para conversar con los repartidores sobre la problemática e intentar vehiculizar algún tipo de ayuda.
Muchas exigencias, pocos beneficios
Si bien prefirieron reservar sus nombres para evitar represalias, en diálogo con El Eco de Tandil los jóvenes señalaron que necesitan un aumento de la tarifa de viajes y una mejor atención en el soporte local, porque los intercambios con la firma responsable se producen a destiempo y hay cuestiones que la oficina local no canaliza.
Con un valor mínimo de 250 pesos por entrega, cada repartidor realiza entre 20 y 30 viajes por día. En algunos casos, han llegado a pedalear 10 kilómetros para cobrar una entrega de 390 pesos. Algunos en moto, otros en bicicleta, corren con todos los riesgos y gastos. No sólo deben pagar por sus uniformes y mochilas, sino que deben poner algún vehículo a disposición y el consecuente mantenimiento, y no reciben ningún tipo de respuesta ante accidentes o inconvenientes en la vía pública. Algunos complementan las tareas de reparto con otra actividad, pero la mayoría sólo vive del servicio de delivery y las propinas de los clientes juegan un papel muy importante para compensar las magras tarifas.
Asimismo, los entrevistados indicaron que la plataforma les quitó las recompensas y les paga con demoras. Además aseguraron que suelen recibir presiones para entregar un pedido en un acotado margen de tiempo y si no llegan, inmediatamente le trasladan el viaje a otra persona que se halle en el radio cercano, lo que provoca un perjuicio al repartidor.
Informalidad
En un país donde tener un trabajo registrado es un deseo de muchos, ante los altos niveles de informalidad que imperan en ciertos sectores, la actividad de delivery surge como una alternativa laboral que no necesita de empleadores directos y se “autogestiona” a través de una app.
Un análisis con el eje puesto en las plataformas de reparto, su expansión en pandemia, las relaciones laborales y el sector gastronómico, las organizaciones sindicales y la regulación de esta actividad se desprende también que, en un contexto de desocupación y pérdida del poder adquisitivo, a nivel nacional se convirtieron en una actividad de refugio para generar más ingresos.
A la par, los comercios tienen la posibilidad de tercerizar el envío a domicilio frente a los enormes costos que implicaría tener empleados registrados para esta tarea, o tomar el riesgo de contratar gente de manera informal, ante la eventualidad de que sufran un accidente en la vía pública.
Vínculos con el Ejecutivo
Como una interpelación directa, los trabajadores decidieron acercarse a las inmediaciones del Municipio porque el intendente Miguel Lunghi recibió hace dos meses a las autoridades de Rappi Argentina, luego de que empezara a operar en la localidad con una inversión inicial de 75 millones de pesos.
En esa ocasión, la comitiva de la empresa le brindó al jefe comunal un panorama de la inversión y destacaron el valor estratégico de la elección de la ciudad para operar, donde además cuentan con un equipo de 16 desarrolladores que prestan servicios de manera global.
También se avanzó en la posibilidad de generar un proyecto conjunto con la Escuela de Talentos municipal para realizar una capacitación tanto a repartidores que prestan servicios para la firma, como para comerciantes que puedan ofrecer de mejor manera sus productos en la red, y así mejorar sus ventas.
Es decir, la empresa tiene la anuencia del Ejecutivo para desarrollar sus actividades y los trabajadores consideraron que el Estado municipal podría involucrarse para exigir ciertas regularizaciones al sistema de reparto, sobre todo si el servicio pretende expandirse.