Patrimonio cultural
La particular historia de los cañones del Fuerte Independencia
El docente e investigador Julio Merlo brindó en la tarde del viernes un conversatorio sobre el origen y resignificación de estas piezas de artillería, que en su momento defendieron el territorio de posibles conflictos, tanto con las poblaciones originarias como con las tropas invasoras extranjeras.
En el marco del proyecto interdisciplinario de investigación sobre el Fuerte Independencia, en el que intervienen equipos de trabajo de diferentes unidades de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires y el Conicet: Incuapa, Ifimat e IEHS, se vienen realizando tareas de investigación en la distintas piezas de artillería emplazadas originariamente para defender el territorio de posibles ataques enemigos.
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En ese contexto, la Dirección de Patrimonio Cultural organizó un conversatorio a cargo del docente e investigador de la Facultad de Ciencias Sociales de la Unicen, Julio Merlo, que tuvo lugar días pasados en el subsuelo de la Biblioteca Rivadavia. Allí, el doctor realizó un recorrido histórico desde la llegada de los cañones hasta la actualidad, analizando cómo se dio su llegada al fuerte y que posibles usos pudieron haber tenido, en una época donde el país recién celebraba su independencia, y los enemigos acechaban sobre todo desde la frontera con Brasil.
En diálogo con El Eco de Tandil, el experimentado investigador dio algunos detalles de lo que se expuso en este conversatorio, contando algunos hechos particulares que fueron ocurriendo desde la llegada de este armamento de defensa, proveniente de Francia.
Resultados de la investigación
“La idea de esta jornada fue en principio difundir los resultados que hemos tenido hasta el momento con el análisis de estas piezas de artillería, que en su momento trajo Martín Rodríguez y que hoy en día fueron colocados en distintos puntos de la ciudad como algo turístico pero que se desconoce bastante de su origen. La idea es que la gente conozca este patrimonio, que uso se les dio, de donde provienen, y cómo fue su traslado a la ciudad” señaló.
Son seis los cañones que se encuentran actualmente colocados, cuatro en la cima de la subida del Parque, en las inmediaciones del Castillo Morisco, uno al costado de la portada, y otro en el Museo del Fuerte. “Con este último lo que hicimos fue limpiarlo, analizarlo, hacerle tareas de conservación y pasarlo del patio a la sala destinada para la historia del fuerte”, contó. En este ejemplar no se encontró munición alguna, como sí ocurrió con otra de las piezas.
En el andar de la investigación “sacamos el que era más fácil de trasladar por una cuestión de logística, que es el que estaba al costado del camino de la subida del Parque, con una mano muy grande del Municipio, y descubrimos que tenía cuatro balas en su interior”, algo que llamó la atención de los especialistas, ya que ese tipo de armamento se carga de a una.
Y no solo encontraron las municiones, sino que como estaban expuestos, también se toparon con distintos artículos que a lo largo de los años la gente fue metiendo en la boca de la pieza, y eso les permitió enarbolar un recorrido histórico con cada uno de ellos.
“Obviamente que lo que está más al fondo es lo más viejo y lo que está más arriba es más nuevo. Por ejemplo cerca de la punta encontramos latas de cerveza o gaseosa, y en el fondo otro tipo de materiales antiguos. A mitad de la pieza encontramos una bala, que quedo en el Ifimat, y atrás de ella aparecieron dos balas más chicas, que eran de metralla, y que se utilizaban en esos cañones pero en tierra”, relató Merlo.
Por último, atrás del todo, descubrieron la última de las cuatro, que al estar partida por la mitad les indicó que formó parte del ultimo disparo del cañón, al parecer quedándose trabada y rompiéndose por la explosión de la pólvora.
Posibles usos militares
A través del análisis de los estudios del Ifimat se comprobó que estas piezas fueron fabricadas entre 1730 y 1750, ya que tienen un fondo recto, y a partir de esa época se comenzaron a construir cañones con una terminación curva. De todas formas, en otra de las partes del ejemplar analizado, se hizo un interesante descubrimiento en la parte del oído, donde se colocaba la mecha.
“Se encontró un estopín, que es un sistema más actual y sofisticado, que nos da la pauta de que se intentó disparar en el siglo XVIIII, no podemos definir con qué fin, si es claro que este armamento no tenía mucha utilidad en tierra porque era una sola munición, que frente a la agilidad por ejemplo de los indios era muy difícil que acierte y no se podía recargar con rapidez, por lo que intuimos que funcionaban para avisar si había algún malón, o eran utilizados con balas de salva para intimidar al enemigo”, narró el docente.
Resulta que estas armas se fabricaron en Francia, porque así lo manifiestan sus sellos, y están diseñados para su utilización naval, y no para tierra, ya que tienen un sistema de chispa para el disparo; por lo que su uso militar no hubiera sido de gran utilidad. De todas formas fueron emplazados principalmente para frenar una posible avanzada de las potencias europeas, que en ese entonces acechaban américa del sur.
Cuando se produce el avance napoleónico en Europa, Portugal queda al mando de su hermano, y el rey y la reina de ese país se trasladan a Brasil, transformándolo en un imperio que mantenía la misma lógica que su colonizador.
“En ese contexto, en 1827 se da un bloqueo del puerto de Buenos Aires, y un desembarco de tropas enemigas en Carmen de Patagones, a partir de los ríos navegables para poder meter un barco y realizar intento de ocupación, por lo que tener un fuerte con cañones estructurado para la defensa, en el interior del país, era una forma de asegurarse que si había algún avance por la costa, se pudiera frenar tierra adentro” indicó el letrado, analizando la posible utilidad del armamento.
Por último, señaló que lo más cerca que estuvieron de dispararse con fines de atacar a un enemigo se dio ese mismo año, cuando los indios catrileros, que habitaban la zona donde actualmente se encuentran las localidades de Azul y Olavarría, se sumaron a la defensa de las costas y evitaron que avance el imperio brasilero, “que si hubiera llegado al interior probablemente habría requerido la acción del Fuerte Independencia”.