Demanda habitacional
Es madre soltera, recibió una de las 24 casas del Barrio Arco Iris y contó su historia: “es una nueva vida”
Agustina Vallejo tiene 35 años y trabaja como policía. Después de años de alquilar, accedió a la vivienda propia.
Apenas recibió de manos de Axel Kicillof la llave de la vivienda que le fue adjudicada en el Barrio Arco Iris, Agustina se bajó del escenario y se fue a la Usina a iniciar el trámite para tener luz. “Le dije a mamá que yo me venía sí o sí”, contó, y poco después cargó todo “en una camioneta con carro” y se mudó -por primera vez - a una casa propia.
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“Es una nueva vida. Porque sola, con un sueldito, dos chicos a cargo y pagando alquiler, nunca iba a poder a hacer esto, nunca”, compartió con El Eco de Tandil. Tiene 35 años, un hijo de 14 y una nena de apenas meses. “Vení, pasá a conocer la casa, es un sueño”, invitó más que contenta al cronista antes de llevarlo a recorrer el living, la cocina, las dos habitaciones, el patio y el baño.
El domingo a la tarde, igual que Agustina, muchos vecinos de la nueva barriada se encontraban ordenando las viviendas. Algunos regaban el pasto recién sembrado, acomodaban apliques o entraban muebles. Otros simplemente se sentaban al sol a tomar mate mientras los chicos jugaban en la placita.
Agustina se acuerda la fecha. Fue el 16 de mayo pasado cuando se sortearon las 24 viviendas que realizaron en conjunto el gobierno de la Provincia y el Municipio de Tandil. Pero ella estaba ocupada organizando el cumpleaños de su papá y no pudo seguir la transmisión en directo. Una amiga que estaba viendo todo por YouTube le avisó. “No quedamos, vi hasta la 16 y me cansé”, le comentó. Pero al rato empezó a recibir llamados y mensajes. Había salido sorteada para la casa 18.
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“Alquilé desde chica. Tuve al nene y alquilaba con mi pareja. Después de un tiempo nos separamos y me fui a la casa de mis viejos, y después empecé a alquilar. No me quedaba otra”, dijo. Siguiendo el consejo de su papá –pintor-y de su mamá –enfermera a poco de jubilarse-, ella siempre estudió. Primero hizo enfermería profesional, después Policía. Y tras varios años en la calle, siguió con su formación para ser administrativa.
Siempre atenta a las diferentes oportunidades de créditos, registros de demanda habitacional y otras opciones para acceder a la vivienda, ni bien supo de la convocatoria para el Barrio Arco Iris, se anotó. Cuando empezaron a llamarla para desearle felicitaciones por haber quedado seleccionada, primero “no entendía nada”, y al confirmarlo, “no lo podía creer”.
Una vida nueva
Antes de mudarse a su vivienda propia, Agustina alquilaba en la calle Ituzaingó. Estaba pagando 200 mil pesos por una casa con una habitación. “Entré en noviembre. Primero se llovía, y mi papá me lo arregló. Después apareció una cucaracha, después otra y seguían aunque tapáramos agujeros. Fueron a fumigar y seguían apareciendo. Yo estaba embarazada, viviendo ahí y pagando 200 mil pesos por una habitación”, contó. En su “nueva vida” pagará una cuota de 137 mil pesos por mes, ajustable por IPC.
De a poco, ya empezó a conocer a los vecinos que comenzaron a instalarse en el barrio. “La vecina tiene un chico discapacitado, todavía no entró a la casa porque va a empezar a hacerle la adaptación. El chico de al lado trabaja en seguridad, otro de allá trabaja en Obras Sanitarias. Mi vecina del fondo hace terapias holísticas. Es venezolana y vive con la nena y el marido. Es gente laburante”, compartió
Uno de los más contentos con la mudanza resultó ser su hijo de 14 años. “Tiene su pieza, su lugar, y nos dejamos de andar de acá para allá. Es otra cosa, tiene la pista de skate acá cerquita. Él anda en bici y se junta ahí con los chicos”, celebró.
Consultada por el futuro, Agustina dijo que en adelante “queda ser feliz, porque yo estando bien y sacándome de encima el peso del alquiler, van a ser felices mis hijos también. Queda darle la mejor vida a ellos. A la nena, que pueda estar en el piso, en mi otra casa no podía porque era un asco. Estar en paz, tranquila, y trabajar”, concluyó.