Salud Mental
“En Salud Mental tenemos 14 camas y siempre están ocupadas”, dijo el responsable del área
Walter Ríos se refirió además la Ley nacional 26.657 sancionada en 2010 que significó un cambio de paradigma en la materia y explicó que “la Ley está pensada en términos de sujetos de derechos; ése es un avance genial y por eso hay que defenderla con todo”.
Hace unos días, el reclamo público de una madre angustiada, que pedía un espacio de internación para su hijo con problemas de adicción a las drogas, puso la lupa sobre la Ley de Salud Mental 26.657, sus competencias y los criterios que establece para la internación -tanto voluntaria como involuntaria- de las personas con padecimiento mental.
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El director de Salud Mental Comunitaria del Municipio de Tandil, Walter Ríos, contó que ya se comunicó con la familia, con la que se encuentra trabajando para la recuperación del joven, y se refirió a la norma sancionada por el Congreso Nacional en 2010 que significó un cambio de paradigma en la materia. “Esa Ley está pensada en términos de sujetos de derechos; ése es un avance genial y por eso hay que defenderla con todo”, explicó.
En ese sentido expresó que, en medio de una crisis, “al sujeto se lo puede contener, medicar y sostener pero prontamente hay que trabajar con esa voluntad y esos recursos que él tiene porque, si no, lo condenamos a la lógica que tenía el manicomio, que es entrar y nunca más salir”.
Entrevistado por El Eco de Tandil, este licenciado en Enfermería con amplia trayectoria en salud mental reconoció además que “faltan instituciones de internación”.
“Nosotros tenemos 14 camas y siempre están ocupadas”, detalló.
- ¿Qué establece esa Ley sobre las internaciones?
- Queda muy claro lo que es una internación voluntaria: es un procedimiento por el cual la persona acepta ser internada previa evaluación de un equipo interdisciplinario. Luego está la internación involuntaria, que está mediada por la evaluación de un equipo interdisciplinario que toma esa decisión cuando la persona representa un riesgo cierto e inminente para sí o para terceros. La pregunta siempre surge y a veces confunde: ¿y si no se quiere internar? En ese caso también actúa la Ley y, si representa un riesgo para sí o para terceros, actúa la fuerza pública y la persona se interna igual. En concreto, cuando ocurre esto en nuestra ciudad se convoca a la Policía y se pide una ambulancia, que van al lugar en el que la persona está en ese momento y la traen para una evaluación y, si se considera que el riesgo es verdadero, queda internada, aunque sea contra su voluntad. Esto se puede hacer simplemente con una denuncia ante la Policía, que también puede intervenir si es necesario realizar una custodia para que la persona no se lastime.
- ¿Qué pasa con los lugares de internación?
- Faltan instituciones. La realidad es que al haber un aumento del consumo problemático en nuestra ciudad –que se da en el mundo en general- faltan instituciones de internación. En el caso del consumo problemático de sustancias muchas veces se requiere de un lugar especializado. Ocurre que, la mayoría de las veces, los que tienen convenio con Nación y Provincia requieren de la voluntad de la persona para la internación. Acá, en el Hospital, tenemos 14 camas, que siempre están ocupadas. Pero en el medio tenemos que tratar de buscar las alternativas menos restrictivas, que son el tratamiento ambulatorio, el trabajo con la familia y el entorno y eso no es algo fácil. En el paradigma anterior, se internaba compulsivamente a la persona y ésta perdía derechos. Acá estamos hablando de un sujeto de derechos, y tenemos que hacer que ese sujeto comprenda lo que está atravesando.
-¿Aunque esté en medio de una crisis debido al consumo o, por el contrario, a la abstinencia?
-Sí, siempre hay que rescatar todo lo que queda de ese sujeto para que pueda salir de ahí. Se lo puede contener, medicar y sostener pero prontamente hay que trabajar con esa voluntad y esos recursos que él tiene porque, si no, lo condenamos a la lógica del manicomio, que es entrar y nunca más salir. Hay que tener en cuenta que cada internación es muy cara para un sujeto, porque lo deteriora. Hace tres años hubo un censo del que participamos como voluntarios que evidenció que hay gente que lleva 20 ó 25 años de encierro en algunas instituciones. Se trata de personas que, o no tenían vínculos y quedaban internados en una clínica psiquiátrica, o que ya se “cronificaban” y perdían la conciencia de lo que les estaba pasando.
Ansiedad y depresión, entre las principales consultas
El área de Salud Mental del Hospital Municipal “Ramón Santamarina” funciona en la calle Pellegrini 886.
Ríos contó que “nosotros hacemos un abordaje con todos los recursos que tenemos para la prevención, promoción y atención. Cada Centro de Salud de la ciudad tiene un psicólogo y además tenemos una guardia activa durante las 24 horas con un profesional de la salud mental. Después, tenemos un segundo nivel, con un poquito más de complejidad, para atender la demanda ambulatoria y las internaciones”.
- ¿Cuánto tiempo permanece internada en promedio en el Hospital una persona por cuestiones de salud mental?
- En general entre 8 y 10 días. Tenemos todo un armado para que a la persona se le restrinjan sus derechos lo menos posible y que vuelva lo antes posible a su comunidad, que es donde sabemos que va a tener las mejores posibilidades de recuperación. Luego tenemos dispositivos de inclusión socio-laboral -el famoso “Quereme así, piantao”-, de arte y salud y un equipo de acompañamiento terapéutico para el seguimiento.
- ¿Con qué organizaciones tienen convenio?
-Tenemos convenio con “Vientos de Libertad”, una institución de Sedronar que también recibe pacientes de otras ciudades. Ellos hacen un trabajo excelente pero tampoco dan abasto. Nosotros trabajamos con el CPA (Centro Provincial de Atención en Salud Mental, Consumos Problemáticos y Violencias en el Ámbito de la Salud Pública) que tiene convenio con espacios de la Provincia.
- Para terminar, ¿Cuáles son los principales motivos de consulta en materia de salud mental en la ciudad?
- Por lo general las consultas están relacionadas a la ansiedad y la depresión, que marcan un poco la época. Esto se empezó a ver de manera más acentuada después de la pandemia de COVID, tanto en niños y adolescentes como en adultos. Y el consumo aparece como parte de una respuesta a esto: a la angustia, a la desesperanza, a la situación económica. Me parece que es algo que tiene que ver con los tiempos que estamos viviendo en una sociedad que es -justamente- de consumo.