Comunidad LGTB+
La tipificación “X” para no binarios en el DNI, una puerta para reflexionar y debatir sobre las identidades
La medida determinada por Alberto Fernández es parte de la Ley de Identidad de Género y corre al “femenino” y “masculine” como única identificación. La “X” generó controversias, y si bien es un nuevo derecho celebrado por la comunidad, anima a pensar las identidades más allá de una letra. “El género y la identidad se hacen a través de nuestras prácticas”, plantearon.
La semana pasada el presidente de la Nación, Alberto Fernández, firmó el decreto para agregar al Documento Nacional de Identidad (DNI) una nueva opción en la parte que refiere al sexo. A la “F” de femenino y a la “M” de masculino se sumará la “X”, que abarca identidades de género no binarias.
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Se trata del decreto 476/21, que se enmarca en la Ley de Identidad de Género y finalmente adecua el sistema del Registro Nacional de las Personas (ReNaPer) a la legislación que entró en vigencia en 2012.
Esta ley, como recordó Gisela Giamberardino, directora del programa de Género de la Universidad Nacional del Centro (Unicen), define la identidad como una vivencia interna y subjetiva, sacándole la potestad a la medicina de definir la identidad en relación sólo a características fenotípicas y de órganos genitales.
En ese corrimiento, advirtió, también redefine el rol del Estado al otorgar carácter de soberano para decidir en relación a la cuestión identitaria, a cada individuo.
“Como nos han enseñado las prácticas de conocimiento de los feminismos, esta política debemos entenderla en el marco de una genealogía de luchas de las organizaciones y del movimiento tanto feminista como LGTBI+ y de los acuerdos y tensiones con el Estado”, sostuvo.
Vale decir que los documentos en los que las personas no binarias pueden expresar su identidad se utilizan actualmente solo en un pequeño grupo de países como ser Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Alemania, sumándose ahora Argentina, mientras que hay otros en proceso de hacerlo.
Más allá de la nomenclatura
“En principio considero que la nomenclatura X es un modo de demostrar la ficción, que toda definición identitaria conlleva”, señaló Giamberardino, aclarando que esto no quite la existencia de varones, mujeres, trans, intersex, no binarios, lesbianas. Por el contrario, aseguró que permite pensar en “ser” alguna de esas opciones hasta dejar de serlo, y consiguientemente empezar a “hacer”.
“El género y la identidad se hacen a través de nuestras prácticas. En mi caso, digamos que fui heterosexual, hasta que dejé de serlo, es decir abandoné una práctica sexo-afectiva que me vinculaba con identidades masculinizadas y empecé a hacer y ser lesbiana. Hoy, me asumo lesbiana en mi identidad política, por lo tanto considero que voy más hacia la X, que hacia la F”, explicó.
Sin embargo y fácticamente ninguna nomenclatura representa directamente una opción identitaria cerrada y consideró necesario rescatar críticamente el poder homogeneizante del binomio M-F.
Memoró que esta cuestión ya era señalada por los feminismos negros en los años 70 al advertir que la experiencia del “ser mujer” por ejemplo no podía universalizarse, ya que estaba atravesada en principio por la cuestión de la raza, a la que luego se le sumarían, la clase y la orientación del deseo, la condición de persona con o sin discapacidad, la condición de migrante y de ruralidad, entre una larga lista.
En su rol de investigadora, sabe que es solo a través de la puesta en movimiento de las teorías en el análisis de formaciones sociales concretas, que se pueden poner a prueba y “ver” determinados procesos sociales, así también identificar cuáles dejan en las sombras, para modificar, incluso radicalmente, su aparato conceptual. “Lo mismo puede proponerse para las políticas públicas”, dijo.
Para este caso, entonces, propuso indagar acerca de las repercusiones en la propia militancia y en la ciudadanía menos implicada activamente (“pero tan implicada en los efectos de poder de la norma de género, como cualquiera”).
“Me inclino por poner la mirada en la dinámica de un orden simbólico (con efectos concretos en las vidas) y en términos de hegemonía discursiva”, asentó, expresando que si en toda sociedad la masa de discursos –divergentes e incluso antagónicos- engendra un decible, “somos las propias personas de la comunidad LGTBI+ quienes podemos contribuir al diseño no binario de esa percepción social de lo ‘no dicho’ en la nomenclatura X”.
Porqué la letra “X”
Desde Convivencia en Diversidad (CED), Gustavo Pernicone calificó a la medida como un “avance importantísimo”. Y si bien en un principio la designación de la letra “X” como opción para los no binarios generó cierta controversia, consideró que fue básicamente por no conocer la ley en profundidad.
De acuerdo a su explicación, la elección de esta letra en particular se debe a un acuerdo internacional al que Argentina adhiere y el no cumplimiento representa sanciones económicas y el impedimento de ingreso a otros países a las personas que tengan otra letra o ninguna.
“Es una necesidad hasta internacional”, sostuvo y explicó que, como han pedido desde algunos sectores, no se puede eliminar la identidad sexual del DNI porque la gran mayoría de los países no permiten el ingreso sin esta información en los pasaportes.
Entonces, esta alternativa permite identificarse sin la necesidad de encasillarse solamente como femenino o masculino. Así, desde la comunidad no binaria lo asimilaron como un reconocimiento y esta posibilidad en lo social de empezar a incorporar el término “elle” a través del tiempo.
En el contexto de esta Ley, Pernicone participó de un debate virtual con los abogados de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (Falgbt+), donde coincidieron que este cambio pone en jaque todo el sistema de leyes argentinas, ya que se basa en el binarismo.
El referente de CED planteó necesario entender que en principio los no binarios son los más beneficiados, pero también alcanza en la realidad cualquier persona, incluso las heterosexuales que se saben femeninas o masculinas pero no quieren informar su género en el DNI o pasaporte. También favorece obviamente las personas de género neutro, fluido, poligenero, agénero, entre otros.
“La medida es maravillosa, traerá un debate social que abre la puerta a una sociedad más igualitaria, quizás poder llegar al mundo y en su partida de nacimiento se consigne sin sexo hasta que la persona se autodefina por propia voluntad”, concluyó.