FOMENTO DE LA DIVERSIDAD
La agroecología y los feminismos, una conexión estrecha donde cada movimiento potencia al otro
La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) reconoce que las mujeres son “un recurso crítico en la agricultura y la economía rural”, aunque enfrentan enormes restricciones sociales, políticas y económicas.
Recibí las noticias en tu email
En todo el mundo, en comparación con los hombres, las mujeres realizan más trabajo doméstico no remunerado, reciben menores salarios por el mismo trabajo, son más vulnerables a la inseguridad alimentaria y tienen menor acceso a la tierra, a la tecnología y al apoyo del gobierno, lo que en parte se debe a políticas e instituciones patriarcales capitalistas.
Aunque se aboga generalmente por la reestructuración de los sistemas alimentarios hacia modelos más equitativos, inclusivos y democráticos, el aporte de ellas ha sido olvidado o ignorado aun cuando la opresión histórica de las mujeres está estrechamente ligada a la explotación de la tierra.
Sin embargo, como movimiento social, la agroecología fomenta la diversidad, la intensidad de conocimiento y la independencia con respecto a los insumos externos, a la vez que crea y mantiene redes sociales, proveyendo un escenario donde las voces, conocimientos y necesidades de muchas mujeres pueden expresarse en una estructura democrática.
Con los pasos todavía resonantes del #8M, no resulta menor poner en valor que en la lucha por la soberanía alimentaria y la incorporación de la agroecología, la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres también son prioridad.
Empoderamiento y conexión
No solo en las grandes urbes, con masivas concentraciones y también luchas individuales diarias es posible advertir el empoderamiento de las mujeres, sino que es un emergente desde siempre en las comunidades campesinas, al igual que los procesos de la agroecología.
En muchas partes del mundo, tanto en países “desarrollados” como en países “no desarrollados”, las mujeres están participando en proyectos relacionados con la agroecología en sus comunidades.
Asimismo, algunos temas en el “norte global” (específicamente en los Estados Unidos) relacionados con luchas y movimientos de mujeres en el sistema alimentario muestran que varias de las mayores batallas incluyen temas como la seguridad alimentaria, la nutrición, el desarrollo comunitario y las pequeñas granjas orgánicas diversificadas.
Mientras, en el “sur global” muchos movimientos y luchas comunitarias, agrícolas y de mujeres, giran en torno a los derechos individuales y comunitarios, y alrededor de la preservación del conocimiento, la cultura y la diversidad ecológica.
De esta forma, se puede sintetizar y garantizar que la agroecología y los feminismos están estrechamente interconectados y cada movimiento tiene el potencial de ayudar al otro.
Por ejemplo, los principios que se aplican a los aspectos científicos en la agroecología también se pueden aplicar a algunos movimientos sociales y al empoderamiento femenino, entre ellos la importancia de la diversidad ecológica y social, el enfoque en sistemas holísticos, el reconocimiento de sinergias dinámicas y enlaces entre muchas partes, la validez ecológica y el uso de prácticas no explotadoras.
“De ella venimos y hacia ella vamos”
La Red Nacional de Municipios y Comunidades que Fomentan la Agroecología (Renama) es una organización argentina que está formada por agricultores, técnicos agropecuarios, municipios, entes gubernamentales, organismos académicos y científicos, y organizaciones de base, con el objetivo de intercambiar experiencias y conocimientos para la transición hacia la agroecología del sistema agroalimentario.
Su experiencia se expande cada vez más por el territorio nacional y va forjando un modelo digno de acunar de forma amalgamada con la realidad de que cada lugar.
Entre los principios divulgados, desde Hábitat y Conciencia resultó sumamente interesante para traer a colación de la relación feminismo y agroecología un manifiesto publicado en sus portales oficiales:
“¿Qué es la Agroecología? La respuesta, mi amiga, está volando en el viento. Ya no está en nuestras manos ni en las de ningún estado o gobierno. Nos atraviesa como personas, como humanes, no tiene fronteras, municipios, provincias ni países. No conoce de edades, sexos, géneros o transgéneros.
Es la vida misma. Es la necesidad de la tierra y nuestra, como parte inseparable de ella, de regenerarnos. La Pacha nos dice basta: basta de violencias, basta de guerras, de desmontes, de agroquímicos, de radiaciones, de petróleo. Basta de sacar hasta lo que ya no hay.
Es hora de mirar hacia arriba y ver el sol, fuente de vida en nuestro planeta; es hora de mirar la luna, fundirse y danzar con ella. Es hora de descontracturar nuestras cervicales y deleitarnos con el cielo cada día, cada noche. Es hora de extender nuestros brazos y girar para estrechar las manos de quienes están alrededor, sin izquierdas ni derechas, sin adelante ni atrás.
Es hora de mirar hacia abajo, sentir la tierra con los pies y sembrar todas las semillas del mundo para quienes vengan, no importa para quién, para que podamos nutrirnos de verdadero alimento, descansar bajo las sombras de miles de árboles, beber aguas limpias y transparentes que reflejen nuestras almas.
Nos preguntamos cómo entra en la agroecología el feminismo. Pues no entra. No hay afuera ni adentro. Somos un todo. Somos vida, somos tierra, respiramos, comemos y abonamos con ella. De ella venimos y hacia ella vamos para volver a transformarnos en su alimento.
Decimos “agroecología” porque nos da seguridad nombrar las cosas, meterlas en cajitas, clasificarlas para entenderlas, hemos aprendido de esa manera por siglos. Pero la nueva era es ahora, el futuro es hoy y la vida no es una cajita. La vida es movimiento y transformación constante, la vida es equilibrio y armonía con el cosmos.
Y la agroecología es eso: vida en sus diversas formas, biodiversidad e interacción de microorganismos, de plantas, de animales, de humanes.
Estamos construyendo una nueva ciencia o regenerando un saber ancestral anterior a “la ciencia”, donde todas se integran: agronomía, ecología, sociología, geografía, economía, medicina, biología, bioquímica, geología, historia, literatura, arte, música y la lista es infinita. Un saber donde caben todos los saberes construyendo la sabiduría de la tierra.
Todos los seres tenemos algo para dar. Se están despidiendo los tiempos de mezquindades e individualismos. Es momento de unirnos superando y respetando nuestras diferencias. Es hora de poner en común lo que nos une. Somos una gran comunidad de seres interrelacionándose, somos este universo, esta tierra, esta vida”.