HABITAT Y CONCIENCIA
Del estigma al encanto, el cannabis es ahora considerado el “oro verde” de la cosmética y la higiene
Hace apenas tres días se aprobó en Argentina el uso de la planta de marihuana para la elaboración de productos de cosmética e higiene personal, desde las etapas de siembra, cultivo, cosecha, producción, almacenamiento, transporte, comercialización, importación, exportación y posesión de semillas de cannabis, planta de cannabis y de sus derivado.
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Este nuevo avance replica, ni más ni menos, los pasos que ya han dado más de 50 países en el mundo con la certeza de que las propiedades del cannabis realmente brindan una solución a diferentes cuestiones de la salud y estética.
De esta manera, el cannabidiol (CBD) se cuela en serums, hidratantes, champús, mascarillas, ampollas, bálsamos labiales y hasta en velas y perfumes. Es tendencia en todos lados y la aceptación del público es enorme.
En un repaso podría contarse que la pionera en esta parte de la línea de tiempo, porque hace siglos ya la utilizaban, fue una firma británica que en 1998 lanzó una crema de cáñamo, con una hoja de marihuana en el envase.
Por supuesto, la policía salió a clausurar sus tiendas, a pesar de que sus creadores explicaran que el cáñamo sólo es una variedad genética de la planta de marihuana, sin efectos psicoactivos ni suficiente tetrahydrocannabinol (THC) para generar algún tipo de efecto.
A 23 años de ésto, el cannabis es el ingrediente de moda de la cosmética. Lo llaman “el oro verde” y se cuela en todas las fórmulas con probada efectividad.
Auge y vacío legal
La explicación que dieran desde la industria británica también fue ratificada posteriormente por diferentes estudios científicos y su modelo seguido por muchas firmas del rubor más. “El cáñamo es una de las subespecies de la planta cannabis sativa y es rico en cannabidiol (CBD), un compuesto con propiedades nutritivas y medicinales que es legal y no tiene efectos psicotrópicos sobre el organismo”, coincidieron los expertos.
Si bien a nuestro país recién está llegando de manera regulada esta tendencia, su uso ya data de algunos años y en el resto del mundo se ha popularizado fuertemente, en muchos casos gracias a los famosos que divulgaron su inclinación a estos derivados.
Es cierto que la Argentina estuvo mucho tiempo en fase de investigación y esto sucedió básicamente porque alrededor de los cosméticos con cannabis existe un vacío legal que aún frena a las grandes empresas del sector, debido a la incertidumbre jurídica y reglamentaria al respecto.
La espera valió, y hoy el terreno ya está fértil para que las producciones industriales no tarden en llegar.
Los beneficios en la piel
Tal como se ha conocido, el CBD tiene efectos antioxidantes, porque es uno de los captadores de radicales libres más poderosos que existe. Es calmante gracias a su poderosa actividad antiinflamatoria; e hidratante, por una cantidad del 85 por ciento de ácidos grasos esenciales en su composición como el Omega 3 y 6. También es relajante porque actúa directamente sobre los receptores cannabinoides del sistema nervioso central.
Pero más allá de eso, la nobleza de esta materia prima natural hace que sea sostenible. Entonces, es importante decir que las plantas de cáñamo son de las más antiguas cultivadas por el ser humano, crecen muy rápido, no requieren gran cantidad de agua, revitalizan el terreno de cultivo y se utilizan en su totalidad: de sus semillas se obtiene aceite y, de su tallo, fibras.
Sus usos son múltiples y, además de la piel, contribuye naturalmente a la salud física de manera integral. Así, entre otros beneficios, el CBD estimula el crecimiento del cabello, trata las afecciones del cuero cabelludo y la caída del pelo inducida por estrés y hormonas. Asimismo, previene el daño y el quiebre de los filamentos.
Así como se retoman las investigaciones en diferentes perspectivas sobre el gran potencial de la planta, se descubre un universo inmensos de propiedades, recursos y posibles aplicaciones que parecería que esta vez ya no tendrá vuelta atrás.
La historia de la planta
La historia del cannabis es básicamente la de su relación con el ser humano. De hecho, son numerosos los autores que vinculan el inicio de la humanidad con el consumo de la planta, tal es así que el cuerpo humano tiene un sistema endocannabinoide.
El cannabis pertenece a la familia cannabaceae y se remonta a unos 100 millones de años, pero ya no hay dudas de que lo que ha marcado a esta planta es su relación con la especie humana. Se dice que es originaria de la región desértica al sureste del mar Caspio.
Así es que esta larga historia comienza con los primitivos de la especie, que poco a poco fueron descubriendo las vegetaciones, cuáles eran comestibles, o no, y cuales tenían propiedades terapéutica, y comenzaron a cultivarla a partir del período Neolítico.
El cannabis se extendió desde sus centros salvajes originales hasta lugares poblados, dándose a descubrir, permitiendo que la conozcan, la estudien, la consuman con diferentes necesidades, así sucesivamente hasta la llegada del siglo XX, cuando se convirtió en odio y llegó la prohibición.
Fue el magnate de la prensa William Randolph Hearst quien demonizó la planta llamándola "marijuana" en vez de "cáñamo" o "cannabis" para que sus lectores no supieran a qué se refería
En 1937, EEUU prohibió el cannabis para cualquier fin, se detuvo la producción de cáñamo industrial, llegó la madera para reemplazarlo en la confección de papel y salió de las farmacias, donde ya existía desde hace cientos de años.
La visión renovadora de Belgrano
En Argentina puntualmente, se sabe que Manuel Belgrano fue uno de los grandes visionarios proponiendo usar esta multifacética planta para sacar el país adelante, y así lo ha contado en varias oportunidades la referente de Cannabis Medicinal Tandil, Ana María Fazekas, a El Eco de Tandil.
Como funcionario del Virreinato del Río de la Plata, afines del siglo XIX Belgrano buscó fomentar la ciencia y la divulgación del conocimiento para aplicarlo a la producción y el comercio del cáñamo y mejorar, así, las condiciones de vida de los más vulnerables.
Con una visión adelantada para su época, su idea de desarrollo económico local a partir del cannabis reflotó por estos años y se volvió relevante ante la inminente formalización de la industria en la Argentina.
Resumidamente, el creador de nuestra bandera veía la agricultura como la actividad capaz de generar el verdadero impulso industrial y comercial para enriquecer al país, entonces pretendía hacer lo mismo que en Europa: cultivar lino y cáñamo en tierras patrias, para fabricar con su fibra papeles, ropa y felicidad.
Más allá de advertir el potencial de la planta, considerando sus diversas propiedades para el desarrollo de todo tipo de industria –sobre todo para embarcaciones y la textil-, su objetivo elemental estaba puesto en la inclusión de las mujeres y los pueblos originarios en la rueda de progreso del país.
Notablemente, temas muy coyunturales (marihuana, paridad de género y pueblos originarios) que en un siglo no han logrado terminar de resolverse en las tantas vueltas y por más procuraciones –aunque pocas- que se hayan tenido, ya que el estigma que le ha quedado hace que sus significados varíen según las épocas, las instituciones y las personas.
El plan de Belgrano quedó trunco por la Dictadura. La realidad a este punto de la historia dice que el futuro del mercado de cáñamo en América Latina es prometedor. En 2017 nada más, siendo pocos los que contaban con legislación en este pedazo del continente, la industria generó 173 millones de dólares, y las estimaciones ya hablan de que ese monto se triplicará para los próximos años.