Historias
Adriana Silva narró sus vivencias como directora de la Escuela 29 de Desvío Aguirre
Maestra y bibliotecaria, actualmente dirige la institución escolar del paraje, pero además está a cargo de un grupo multiedad de Primaria. Compartió las particularidades y desafíos de enseñar en la ruralidad.
Por Martina Fernández (*)
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Los niños comienzan el día en la Escuela 29, comparten el desayuno, deportes y juegos. Una vez terminada la jornada, los aprendizajes continúan en el hogar, porque las familias se dedican a la tierra y a la crianza de animales. La directora, Adriana Silva, es testigo de las vidas de estos alumnos, que están cerca de la naturaleza y lejos de las pantallas.
Adriana Silva es maestra, bibliotecaria y actualmente se desempeña como directora de la Escuela 29 de Desvío Aguirre. Coordina un grupo de primaria de nueve alumnos que asisten desde las 7 hasta el mediodía. Antes del cargo, trabajó en las escuelas 5, 59 y 36.
-¿Qué es lo que la llevó a querer tomar el cargo en rural?
-Tenía una amiga que era directora y ella fue la que me animó a ponerme a estudiar; otra directora de la Escuela 5 también me decía que ella veía en mí un perfil para el cargo. Una vez que pasé la prueba de selección, pensé en el campo, que es algo que me gusta, me parece distinto, y es por eso que elegí la Escuela 29 del Desvío Aguirre.
-¿Cuántos docentes trabajan en la institución?
-En Primaria, estoy en el cargo de directora con grado a cargo y después tenemos tres profesores: de artística, inglés y educación física.
-¿Cómo es la articulación con el jardín?
-Es muy distinta de lo que es en la ciudad, porque nosotros compartimos edificio, desayuno, patio; entonces la articulación va más allá. Además de los encuentros que articulamos, tenemos otros. En la biblioteca hacemos algún proyecto y estamos trabajando con la Sala Abierta de Lectura. También compartimos un proyecto de alfabetización para fortalecer el vínculo de los niños de jardín con la escuela.
-¿Cómo es la situación edilicia?
-En este momento, lo que tenemos nos es útil y nos alcanza, siempre estuvimos luchando con la pintura y, este año, vinieron de una iglesia y pintaron con los materiales que nos había acercado el Consejo Escolar. También colaboraron algunos papás en la pintura y para arreglar juegos, como sube y baja, toboganes, hamacas.
-¿Reciben algún apoyo económico extra?
-No, todo lo que tenemos nos lo brinda el Consejo Escolar: los chicos toman el desayuno y también nos envían los materiales de limpieza. Todos los materiales didácticos los aportamos nosotras. Las familias colaboran con lo cotidiano, como las hojas para imprimir, los marcadores para las pizarras.
El aula en el día a día
-¿Cómo se organizan los grupos en la escuela?
-Es una escuela unitaria, que tiene integrados todos los grados, de primero a sexto, hay alumnos de seis años hasta once o doce, más o menos. Yo, además de ser directora de la escuela, soy maestra de los chicos, estoy a cargo de ellos.
-¿Cómo se enseña en un grupo multiedad?
-Al principio me costó mucho, pero fui aprendiendo de algunas colegas, preguntando a las inspectoras que siempre iban acompañándome. Se proponen diferentes contenidos y con cada ciclo, se trabajan propuestas acordes a la edad de cada uno. En el caso de matemática es distinto, es un poco más individualizado. Al tener una matrícula pequeña, podemos estar de a dos o tres y trabajar en pequeños grupos.
-Los chicos, ¿qué camino pueden seguir al finalizar la Primaria?
-Los chicos que terminan la Escuela Primaria 29 van a la Secundaria de Fulton, porque tiene el trasporte que los va a buscar.
Trabajando en conjunto
-¿Qué proyecto institucional han llevado a cabo?
-En 2022, en vísperas del Bicentenario, comenzamos un proyecto que se llamó ´Conociendo Tandil´, que tiene que ver con todo lo que trabajamos en relación a la ciudad. Es un proyecto que articulamos con el Jardín, la Escuela 9 y la 12. Hicimos salidas a los paseos de la ciudad, siempre con una investigación previa.
-¿Qué hicieron para finalizar?
-Una maqueta para la muestra; y una canción que la crearon entre todos, con la profesora de música. Fuimos a un estudio de grabación, y es un regalo que hicimos al Municipio por los 200 años.
Identidad rural
-El trabajo, ¿es algo que puede alejar a los chicos de la escuela?
-Los chicos no trabajan, pero acompañan a las familias. Por ejemplo, hay una familia donde tienen muchos animales que crían y si hay que darle una mamadera a un ternerito, lo hacen. A veces yo veo fotos donde ellos están en esa tarea, que no es un trabajo y no les quita nada. La prioridad siempre es la escuela.
-¿Hay alguna diferencia en cuanto a los alumnos de una escuela urbana y una rural?
-Sí, yo observo que son chicos que disfrutan muchísimo el juego, les encanta jugar. Cuando salimos al patio, hay hamacas, pelotas y les encanta armar canchita. Después me cuentan lo que hacen en sus casas; algunas mamás dicen que hacerlos entrar a su casa les cuesta un montón, sea a bañarse o hacer la tarea, porque son chicos que están en un patio gigante o tienen un arroyito cerca y están jugando ahí con la naturaleza. No es algo que yo observaba cuando trabajaba en la ciudad. Los chicos me hablaban mucho del juego que tenía que ver con lo tecnológico.
-Entonces, ¿hay más contacto con lo natural en los chicos de la escuela rural?
-A los chicos del Desvío les preguntás qué hicieron el fin de semana y te dicen ´nos fuimos con mis papás a andar en bicicleta´, hacen otro tipo de actividades. También los podés ver dando de tomar la leche a un ternerito o juntando los huevos, como una actividad que hacen por placer, yo en eso noto chicos distintos. Mucho contacto con la naturaleza; mucho conocimiento de todo lo rural: hablan de inseminación y yo me quedo mirándolos, porque tienen un conocimiento que es su cotidiano.
El compromiso de la comunidad
-¿Cómo llegan los chicos a la escuela?
-Por sus propios medios, no tenemos trasporte escolar. La matrícula de nuestra escuela es de niños que viven en la zona, muy cerquita, así que son sus propios papás los que los llevan y los van a buscar todos los días. Con mi compañera, alternamos vehículos.
-¿Hay compromiso con la asistencia?
-Una característica que tiene la escuela es que los niños asisten todos los días, no faltan aunque llueva, no tienen excusas, van siempre. Entonces, eso es algo bueno.
-¿Cómo es la rutina en un día de lluvia?
-Tenemos una galería que es donde desayunamos, pero a la hora del recreo también podemos utilizar ese espacio por unos minutos.
-El recreo en la escuela, ¿tiene alguna particularidad?
-Como contamos con un predio tan grande, ellos juegan con una pelota, a la mancha; los chicos de Primaria y los más grandes juegan juntos, los chiquitos no, porque tienen otros intereses.
-¿Cuáles?
-Ellos tienen los juegos de plaza, les encantan los recreos, pero cuando llueve o hace mucho frío -que no salimos porque es todo descampado-, lo lamentan, a ellos les gusta estar afuera.
Camino de vida
-¿Qué significa para vos la escuela?
-A mí me encanta, siento que es mi lugar, no me pesa ir y estoy ahí, disfruto estar con los chicos; entre docentes, alumnos, auxiliares y familias tenemos buen vínculo. Siento que, en lo laboral, es mi lugar en el mundo.
-¿Cuál es el lugar que ocupa en tu vida la enseñanza?
-Para mí es muy importante, es algo que hago porque me gusta, elegí esto desde que era niña. Es algo que me encanta, ocupa un lugar muy importante. Me gusta capacitarme, siempre estoy haciendo, nosotros tenemos los cursos que nos proponen durante todo el año, tenemos distintas cohortes, es algo que a mí me gusta, siempre participo de algún curso, sea de ESI, de prácticas del lenguaje, o matemática, pero siempre estoy pensando en poder mejorar.
El aislamiento
-¿Cómo transitaron la pandemia?
-Nosotros, por suerte, no tuvimos problema, porque todas las familias tienen conectividad, si bien viven en la zona, tienen internet, entonces nos comunicábamos mediante videollamadas o por Meet. También hacíamos las articulaciones con Jardín y utilizábamos nuestras herramientas: celular, computadora. Y ellos sus celulares. Excepto una familia, todos los demás no tenían computadora. Nos acercábamos a la escuela una vez al mes, cuando entregábamos los módulos alimentarios y llevábamos actividades en formato papel, que después trabajábamos durante la semana, mediante la videollamada. Nos veíamos con la familia, los niños no iban.
(*) Esta nota forma parte de la serie de entrevistas realizadas bajo la tutela de la profesora Carolina Cordi por diferentes alumnos de práctica profesional 1 en la carrera de Comunicación Social para el Desarrollo Local del ISFDyT 10, cada uno de los cuales eligió un entrevistado.