Economía
Behavioral Finance, la psicología en las inversiones
Este año sin dudas es uno de los años con más incertidumbre de las últimas décadas en los mercados financieros. Cómo suele repetir Claudio Zuchovicki, lo incierto es peor que lo malo, por lo menos para quienes participamos en el mercado. ¿Qué tanta injerencia tiene esto y tantos otros temas psicológicos en los mercados? A continuación profundizare al respecto.
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¿Mercados racionales?
Durante muchos años en el campo de las finanzas, la teoría tradicional planteaba que los mercados se mueven de manera eficiente y basada en la racionalidad. En 1960, Eugene Fama planteó una teoría que sostenía que los precios de los activos financieros reflejaban toda la información disponible en el mercado en un momento determinado. Este planteo asume que todos los inversores actúan de manera racional, procesando toda la información disponible de manera lógica y tomando decisiones en base a esa información para maximizar sus ganancias o minimizar sus pérdidas.
Pero la realidad nos muestra otra cosa, por lo menos en el corto plazo. Cuando no sabemos qué es lo que vendrá, nuestro comportamiento dista de ser racional y añade volatilidad a precios en los activos.
Finanzas conductuales
El término behavioral finance (finanzas conductuales) fue popularizado por dos profesores de finanzas, Richard Thaler y Hersh Shefrin, a fines de la década de 1970 y principios de la década de 1980. Es un campo interdisciplinario que combina la economía, la psicología y la neurociencia para comprender cómo los factores psicológicos afectan las decisiones financieras.
Los estudios en Behavioral Finance han identificado una serie de sesgos cognitivos y emocionales que pueden influir en las decisiones financieras de las personas. Por ejemplo, el exceso de confianza, la aversión a las pérdidas, la influencia del comportamiento de la multitud (llamado efecto manada), y la tendencia a tomar decisiones basadas en experiencias pasadas son solo algunos de los factores que pueden llevar a decisiones financieras subóptimas.
Este enfoque, que ha cobrado fuerza en las últimas décadas, desafía la creencia de que los mercados financieros siempre se mueven de manera eficiente y basada en la racionalidad. Más bien, nos dice que las emociones, los prejuicios y los patrones psicológicos son elementos influyentes en la toma de decisiones financieras.
Algunos patrones de comportamiento pueden ser:
- Sesgo de confirmación: se presenta cuando los inversores tienen una tendencia a aceptar información que confirma sus creencias preexistentes sobre una inversión. Aunque la información sea defectuosa, la aceptan rápidamente para confirmar que su decisión de inversión es correcta. Por ejemplo, un accionista de Blockbuster a principios de los 2000s, que no quiere desprenderse de sus acciones porque considera que como tuvo una buena experiencia en sus locales puede seguir creciendo en el futuro. Acepta esto a pesar de que nuevas tendencias estaban presentando claras señales de agotamiento en el modelo de negocio.
- Sesgo de familiaridad: se da cuando los inversores tienden a invertir en lo que conocen, como empresas nacionales o inversiones locales. Como resultado, los inversores no tienen una diversificación en varios sectores y tipos de inversiones, lo que puede reducir el riesgo. Los inversores tienden a optar por inversiones con las que tienen una historia o familiaridad.
- Sesgo por experiencia previa: ocurre cuando la memoria de eventos recientes sesga a los inversores o los lleva a creer que es mucho más probable que el evento vuelva a ocurrir. Por ejemplo, un inversor que tenia acciones durante la crisis del 2008 y luego de su experiencia no volvió a invertir en el mercado. Con el correr de los años, los activos siguieron subiendo y perdió la oportunidad por su experiencia.
- Aversión al riesgo: Si bien todos somos aversos al riesgo en diferentes medidas, en el extremo esta característica lleva a los inversores a enfocarse más en evitar pérdidas que en obtener ganancias. Esto puede impulsarlos a buscar mayores rendimientos para compensar pérdidas, e incluso evitar pérdidas aunque la inversión sea razonablemente riesgosa. Esto da lugar al efecto de disposición: venden inversiones ganadoras rápidamente pero mantienen las perdedoras con la esperanza de recuperar el punto inicial, lo que les hace admitir aciertos rápidamente pero les cuesta reconocer errores al evaluar su inversión solo por su precio inicial, sin considerar cambios en sus fundamentos.
Espero que estos puntos te sirvan para tomar decisiones de inversión más fundamentadas, considerando la información disponible de manera más objetiva y minimizando la influencia de estos sesgos. Al reconocer la influencia de la psicología en nuestras decisiones financieras, estamos mejor equipados para buscar la rentabilidad y gestionar riesgos de manera más efectiva en entornos de incertidumbre como el actual.
tomas.docobo@animas.com.ar MBA (Politecnico di Milano), Magíster en Finanzas (UTDT) y Licenciado en Administración (UNICEN). Es asesor financiero matriculado (CNV) y director de la consultora financiera Animas