Tu oficina en casa
Por Lorena Carmody
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Cuando puse en marcha mi proyecto Tu Casa Tu Empresa, la pandemia aún no había empezado.
Con ella se aceleraron un conjunto de tendencias ya incipientes, tanto en el hogar como en las empresas, que modificaron significativamente la forma en que vivimos: el teletrabajo masivo, las reuniones virtuales vía Zoom/Team /Skype/Meet, las compras electrónicas, el uso de nuevos medios digitales de pago, la educación no presencial, entre otros. En menos de un año, todo esto cambió de escala de manera significativa y podemos afirmar que “la mayoría de las casas se convirtieron, en gran parte, en oficinas y escuelas”.
Tu Casa Tu Empresa, que nació como una propuesta para aplicar herramientas de empresas en casas, terminó reflejando anticipadamente una realidad que vino para quedarse, en la cual los dos ámbitos, casas y empresas, se entrecruzan y retroalimentan de manera positiva, siempre y cuando logremos equilibrar la ecuación.
La presencia en casa de muchas actividades propias del trabajo y del estudio, sumadas a las tareas propias de la administración hogareña, constituyen un núcleo de gestión con rasgos comunes y muy desafiante a la hora de gestionar.
¿Por qué es importante definir un lugar de trabajo en casa? En primer lugar, porque cuando definimos un lugar de trabajo, podemos también decidir cómo queremos que luzca ese espacio y hacer acuerdos de uso en caso de tener que compartirlo con otras personas, tales como horarios, días, condiciones de orden y limpieza, si necesitamos un aro de luz, auriculares u otros materiales, y hasta podemos disponer de un lindo cuadro de fondo para cuando encendemos la cámara.
El estar de aquí para allá con la computadora nos quita concentración a la hora de enfocarnos en algo, además de estar rodeados de ruidos ambientes que no nos suman al momento de hacer videoconferencias.
¿Un escritorio despojado mejora nuestro rendimiento? Sí, absolutamente. Cada vez que organizo un escritorio en una casa hago mucho hincapié en ser rigurosos y tener la menor cantidad de cosas que puedan distraernos o quitarnos atención al momento de trabajar.
Ya en general tenemos distracciones varias como el celular, el teléfono fijo, mails, pedidos de colegas, jefes, clientes y si a ello le sumamos una gran cantidad de cosas sobre nuestra mesa de trabajo, realmente se hace muy difícil poder llevar a cabo nuestras tareas y además, ser productivos.
Mi sugerencia es:
1- Limpiar y vaciar nuestra mesa de trabajo
2- Colocar sólo los elementos imprescindibles para trabajar (computadora, anotador, lapicera, auriculares).
3- Paisaje: Si contás con una vista inspiradora, colocarte frente a ella. Si no tienes esa posibilidad, podés sumar plantas de interior para agregarle vida a tu espacio.
4- Elegir cuadros con imágenes o frases que te inspiren.
5- Colocar fotografías que te conecten con tu bienestar o con experiencias memorables.
¿Hay algo más que podamos incorporar a la organización de la “oficina en casa”? Se me ocurren dos dimensiones claves que completan nuestro fluir cotidiano. La primera tiene que ver con la administración hogareña: facturas de servicios, comprobantes de pago, recibos de sueldo, contratos, garantías de productos, pólizas de seguro, que aún conservamos en papel, distribuidas aleatoriamente y sin una lógica en distintos lugares de la casa. Tenemos una oportunidad de integrarlos ordenadamente al ámbito que definimos como “oficina en casa”.
El segundo es el komono, termino japonés utilizado por Marie Kondo que podría traducirse como “objetos varios”. Es todo aquello que una vez organizada la casa nos queda sin una ubicación definida.
Hay komonos de todo tipo. Lo primero que recomiendo hacer es separar los objetos por categorías en relación a su naturaleza. Si pensamos específicamente en nuestro espacio de trabajo, seguramente encontremos muchos objetos dando vueltas por la casa que aplican a la categoría de komono, tales como cables de cargadores, lapiceras, marcadores, pilas, cartuchos, papeles, etc. Organizarlos dentro del lugar definido como “oficina en casa” es clave para ganar tiempo y energía al momento de necesitarlos.
Trabajar en casa de por sí es desafiante: distracciones, límites, horarios, familia, espacio, todo se conjuga y puede transformarse en un imán para el desorden.
Estoy convencida de que poniendo foco y organizando con amor nuestro espacio de trabajo, disfrutamos más de lo que hacemos, nos volvemos más productivos y ganamos tiempo y energía en nuestro fluir cotidiano.
Te invito a rediseñar tu espacio de trabajo en casa y descubrir los beneficios que esa nueva perspectiva te va a brindar.