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REYES MAGOS: ¿Por qué le dejamos los zapatos?
Llegan Melchor, Gaspar y Baltazar y explotan las emociones de los chicos.
La movida de las fiestas de fin de año, en realidad, termina el 6 de enero, con la llegada de Gaspar, Melchor y Baltazar y la consiguiente desarmada del arbolito; esto, sobre todo, en las casas donde hay niños.
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Una vez que se vuelve a casa Papá Noel, y después de sonar la campanada de las 12 y chocar copas recibiendo el año que llega, los chicos y grandes, nos alistamos para esperar a estos tres señores que andan por el mundo en sus camellos, repartiendo dulces y regalos a los más pequeños.
Según la tradición, la noche del 5 o la madrugada del 6 de enero, Gaspar, Melchor y Baltazar, visitan a los niños mientras duermen, con obsequios que cargan en sus camellos, al igual que hicieron con el oro, el incienso y la mirra que llevaron ante Jesús. Por eso, en varios países una de las costumbres es dejar pasto y agua para que coman y beban los camellos de los Reyes.
Otro de los rituales, y quizás el más simbólico de esta fecha, es dejar los zapatos de cada miembro de la familia en un balcón, o cerca de alguna puerta, para que los Reyes depositen los regalos en su interior. Esto tiene su origen en una curiosa leyenda que cuenta que dos amigos del niño Jesús, apenados de verlo siempre descalzo debido a la pobreza de su familia, quisieron darle sus propios zapatos; pero como eran usados, en un intento de que parecieran nuevos, los generosos niños se esforzaron en limpiarlos al máximo, así que los lavaron y los dejaron por la noche en el balcón para que se secaran. Al día siguiente, milagrosamente los zapatos aparecieron llenos de regalos y dulces como premio a su buen corazón. Los Reyes Magos habían pasado aquella noche por allí y habían recompensado la bondad de los dos niños.
Más allá de las diferentes costumbres y creencias de cada país y de cada familia, la ilusión que generan estas fechas en los chicos, es tan grande y tan linda que, sin dudas, debemos acompañarla. La imaginación crece. No importa con qué, pero sí cómo: preparando el lugar, acomodando los zapatos, dejando el pasto cortado y agua fresca, o alguna galletita y leche para los Reyes Magos. Esperando a la noche, haciendo guardia lo más que se pueda. Porque no son los objetos ni los regalos los que nos quedan, sino los momentos, las experiencias y los recuerdos.