Fuente: archivo El Eco.

Autor: Juan R. Castelnuovo (1935-2022).

En la planta alta del Palacio Municipal, se construyó lo que se denominó originalmente Salón de Fiestas, que hoy lleva el nombre de Salón Blanco y que es similar al Salón de los Espejos del Palacio de Versalles.

Su estilo Luis XVI es clásico, de la época napoleónica, con paredes empapeladas, arañas en bronce florentino y cristales de Bacarah. Las molduras, capiteles y bases de columnas, están pintadas en bronce viejo y decoradas con oro de hojas de Milán,

La alegoría que se encuentra en el centro del cielorraso, fue realizada por el artista Vicente Seritti -después de ganar el concurso correspondiente- con la colaboración del pintor José Pascual y representa las Artes, la Libertad, la Justicia y el Trabajo.

El piso del salón está realizado en seis tipos de maderas, cada una de las cuales -caldén, pinotea, nogal, teca de la India, roble de Hungría y ébano-le brindan una tonalidad distinta.

En el centro tiene un motivo del Gran Comedor del Chateau de Chantilly, con guardas Luis XVI.

Las celosías son de cedro del Paraguay y las puertas y ventanas de todo el edificio, tienen cristales biselados con las iniciales MT (Municipalidad de Tandil).

Cuando se estaba construyendo el Palacio, allá por el año dieciocho, la autoridad comunal contrató a un especialista para realizar una prolija inspección de la obra comenzada cinco años antes, a efectos de asegurarse que no existían fallas que pudieran alterar su solidez. Y fue

entonces que se descubrieron importantes deficiencias, disponiéndose entonces algunas reformas al proyecto originario para asegurar la estabilidad del edificio.

Se determinó entonces que los cimientos habían sido hechos de manera deficiente, en razón de que no se había llegado en la excavación hasta el terreno resistente y que la mampostería de piedra bruta que los forma, no tenía la suficiente trabazón, ya que los huecos no habían sido llenados con mezcla.

Se estableció también, que en los muros que se estaban levantando, el material empleado era malo y no se había tenido el cuidado de seleccionarlo en las partes más cargadas o de construcción especial, donde se debió evitar en absoluto el empleo de ladrillos demasiado crudos, deformados o vitrificados.

También decía el informe que el mortero no tenía la misma resistencia que el material de mampostería empleado y que la mezcla se desagregaba a la menor presión de los dedos.

Agregaba que los lechos de mezcla tenían un espesor muy variado - en general demasiado grande- y que las vigas que sostenían el techo habían sido apoyadas directamente en la mampostería de ladrillo, con lo que se hacía trabajar con más de seis kilos por centímetro cuadrado, a un mal material.

Establecía, asimismo, que en el balcón central de la planta alta, de la fachada lateral, la tirantería que lo sostiene había cedido al ser cargada. Y que si bien las columnas del hall de la planta superior llevaban el alma de hierro, las correspondientes de la planta baja eran de mampostería de ladrillo únicamente, a consecuencia de lo cual se habían producido asientos desiguales al cargar la construcción, originando las grietas que se observaban en el edificio.

Decía también el informe, que la situación no era alarmante, debido a que la construcción había sufrido ya sus asientos al ser cargada.

En razón de que los pilares del hall trabajaban en malísimas condiciones, soportando una presión unitaria de 11 kilos por centímetro cuadrado, se colocó entonces, dentro de cada pilar, una columna formada por dos hierros T número 14, a efectos de rar la estabilidad del edificio.

Los pilares que lleva el frente principal en la planta alta, estaban trabajando también en malas condiciones, lo mismo que la pared del frente, en la parte que apoyan las vigas del techo, soportando una presión unitaria de 6,70 kilos por centímetro cuadrado.

Para evitar esa presión excesiva, se colocaron ocho columnas de hierro, iguales a las anteriores, dentro del muro y en correspondencia con las ocho vigas del techo.

Todas estas columnas fueron asentadas en un dado de granito de 80 x 80 x 25 cmts., con su correspondiente lámina de plomo.

Pese a todo lo apuntado y a la desidia de quienes no le hicieron ni le hacen el correspondiente mantenimiento, el Palacio Municipal, transcurridos más de setenta años de su habilitación, sigue siendo una reliquia arquitectónica de alto valor cultural en la Ciudad.

NdlR: Esta nota fue publicada originalmente hace 25 años por El Eco de Tandil.

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La construcción del Palacio Municipal - Cap. 2