Fuente: archivo El Eco.

Autor: Juan R. Castelnuovo (1935-2022).

Los Cagnoli -Pedro, Norberto, Hugo, Fabio, Pablo y Hugo Hernán- continuadores del precursor don Pedro, fueron y son los auténticos fabricantes del salamín tandilero por espacio de casi cien años. Pero hubo otros que -como Jaime Anglada- no vinieron de la Lombardía italiana. Él llegó de Cornellá del Llobregat, algunos años después y fabricó aquí, también, exquisitos salamines.

Transcurrían los primeros años de este siglo, cuando el hombre que había llegado a los treinta años de edad, luego de desempeñarse por algún tiempo en el frigorífico "Cuatreros" de Bahía Blanca y haber trabajado como pintor en Coronel Dorrego, llegó a Tandil, precisamente el día de Reyes del año catorce.

Aquí comenzó trabajando en la limpieza de tripas y mondongo, en la empresa de Antonio Pagés. Después, cuando hubo atesorado experiencia, instaló su propia jabonería, en San Lorenzo y Garibaldi.

También en La Dulce puso una fábrica de jabón, la que ladrillo a ladrillo fue levantada por él, con la ayuda de su esposa Mercedes.

Poco resultado favorable tuvo, sin embargo. Fue por ello que en 1920 estableció una carnicería y fábrica de embutidos aquí, en Rodríguez y España. Cuando la carne se compraba a cinco centavos el kilo; pero, también, los tiempos en que Tandil comenzaba a hacerse una ciudad populosa.

Anglada interrumpió un poco su trabajo en 1923 y fue a echarle una mirada a su terruño y a España toda y regresó al año siguiente. Ya estaba aquerenciado, arraigado y recompró el negocio que había vendido para hacer su viaje.

En Rodríguez 870 estuvo hasta 1929, Luego, en 1932, pasó al local de Rodríguez 650, donde con sus empleados Jacinto Cejas, José Manuel Lanza y su yerno Carlos Castelnuovo, permaneció hasta 1948 -oportunidad en que adquirieron el negocio sus hijos-.

Jaime Anglada fue el primer hombre del ramo -en lo que a carnicería en general concierne- que aparte de concentrar en su establecimiento la máxima calidad de carnes, lo dotó de instalaciones modernas. Instaló la primera sierra eléctrica y tuvo el primer camión de transporte de carnes, que dejó atrás aquel venir de las reses en los carros, viejos carromatos que parecían un espectáculo típico brindado al centro en determinada hora y desvencijados de cansancio de andar en el traqueteo del famoso camino al viejo Matadero.

Donó también Anglada dos manzanas de terreno donde se construyó el nuevo matadero municipal. Y era tal su empeño en ofrecer la mejor carne a sus clientes, que en una oportunidad compró a elevado precio los animales premiados en la primera exposición de novillos gordos y los vendió al precio corriente, como obsequio a su clientela. Y reservó unos asados, claro está, para comer con los periodistas que habían cronicado destacadamente el suceso.

En 1945, otro vecino tandilense, José Menéndez, instaló el Frigorífico Tandil, con sus hijos José, Adolfo, Laureano, Walter y Norberto, dando lugar a otro tipo de salamines tandileros, de singular exquisitez, cuya elaboración se ha extendido, por espacio de medio siglo, hasta nuestros días.

Otra de las fábricas que cabe mencionar, es la surgida en 1980 por iniciativa del vecino Carlos Fernando Panighetti y su esposa Dina Beatriz Rovagnati.

La cabaña "Las Dinas" -tal es su nombre- reviste las características de una agroindustria, que se distingue por la labor personal y familiar de quienes se hallan abocados a la producción.

Ubicada en una chacra en las inmediaciones de Sierra del Tigre, cuenta con instalaciones adecuadas para realizar una explotación porcina semi intensiva, con desarrollo de la gestación de los animales a campo y parición y engorde cerrado y sobre piso de cemento. A lo que se une la selección de reproductores de líneas puras y absoluta sanidad.

En 1985, integrando la producción porcina, dio comienzo la empresa a la elaboración de chacinados en forma artesanal; esto es, fabricando un producto auténtico, de sabor natural y ajustado a tradicionales recetas y modos de hacer regionales, de muchas geografías, que se corresponden con nuestras colectividades nacionales.

En la actualidad, la cabaña "Las Dinas" desarrolla una amplia gama de productos que integran los frescos, los secos (longanizas, salames y salamines), los salazones (jamones, bondiolas y lomos) y los ahumados, poniendo en cada una de sus creaciones absoluta calidad y sabor distinto.

NdlR: Esta nota fue publicada originalmente hace 25 años por El Eco de Tandil.

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El origen de los salamines tandileros - Cap. 2.