A través de una ordenanza, buscan identificar y ordenar los espacios que promocionan la cultura
La idea surgió ante las dificultades que atraviesan los centros culturales, con la incidencia de los servicios y el alquiler. Se trabajó en el Acuerdo del Bicentenario, junto al Municipio y la Unicen. Resta definir si la normativa sólo incluirá a ONGs sin fines de lucro o si se extenderá a emprendimientos privados y cooperativas. Corina Alexander sostuvo que esta herramienta servirá para “identificar y ordenar corredores culturales con ofertas bien determinadas”.
Los espacios culturales aguardan con expectativa la sanción de una ordenanza que regule las actividades que concentran en la ciudad, como talleres de formación, peñas, ferias, entre otras propuestas. Corina Alexander, presidenta de la comisión directiva del Instituto Regional de Estudio y Gestión Tandil (IREG) y Centro Cultural Arte y Parte, sostuvo que la herramienta legislativa les permitirá identificar y ordenar estos emprendimientos, pero además servirá para detectar y difundir los corredores culturales que ofrece Tandil. “Estamos ya en el debate final”, dijo y confió en que pueda salir por unanimidad.
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Todo surgió a principios del año pasado, cuando se reunieron algunas entidades de la ciudad que trabajan en la promoción de la cultura. “En realidad nos juntamos porque teníamos un año dificilísimo, con las facturas de luz y de gas, los gastos. Sostener los espacios es terrible. Por entonces, la idea fue plantear estrategias, ver qué hacía uno y qué hacía otro, para seguir funcionando”, reseñó la exconcejal.
Uno de los primeros problemas que detectaron fue que en Tandil no existe una categoría para habilitar estos espacios culturales, con toda la gama de actividades que brindan. Es decir, al iniciar el trámite ante el Municipio, los deben registrar en muchos rubros para poder desarrollar todas las propuestas que ofrecen.
“En base a eso y a que no teníamos una identidad, pero además hace muchos años que están funcionando y que realmente lo hacen muy a pulmón, se nos ocurrió armar un instrumento legislativo, una ordenanza, que definiera quiénes éramos, para estar identificados, y segundo, que creara una categoría de habilitación para espacios culturales independientes”, indicó y adelantó que la denominación podría cambiar a “espacios culturales alternativos” para abarcar a todos aquellos que promueven y difunden la cultura.
En ese sentido, definió que “todos forman parte del circuito que ha hecho a la cultura dar vueltas por la ciudad” y los diferenció de “pubs, o boliches, o restaurantes, donde van artistas a cantar o a exponer cuadros, pero su principal actividad es comercial y el arte es un complemento de lo que hacen. Para nosotros es exactamente al revés. Nosotros difundimos, y sostenemos profesores que dan clases en nuestros centros y son los mismos artistas que ofrecen espectáculos o llevan adelante eventos en esos otros espacios más comerciales”.
Con estas inquietudes, los espacios culturales comenzaron a trabajar en la normativa y esa propuesta se trasladó al Acuerdo del Bicentenario. “Fuimos a desarrollar ahí esta idea y esta ordenanza, y fuimos trabajando durante todo el año pasado en el articulado”, precisó Corina Alexander.
La normativa
Finalmente, el año pasado, el proyecto de ordenanza tomó estado legislativo. Entre los puntos más relevantes, define a los espacios culturales y describe cómo son, pero además establece la categoría para la habilitación municipal y subcategorías de acuerdo a las actividades que desarrolla cada uno.
“La ordenanza nos incluye en un listado de reconocimiento, que les viene muy bien a los espacios culturales porque los identifica, y promueve una serie de beneficios, sobre todo impositivos, y posiblemente a futuro se le puedan agregar categorías de subsidios también”, adelantó la presidenta de Arte y Parte.
Sumado a eso, intentan avanzar para que estas entidades sin fines de lucro puedan acceder a la tarifa social de la energía eléctrica, pero aún no hay definiciones al respecto.
“Lo que se está discutiendo en el Concejo Deliberante y lo que están discutiendo todos los espacios es si nos quedamos en una sola figura de organizaciones intermedias sin fines de lucro, o si incluimos al resto de los espacios que también fomentan la cultura pero que no son netamente comerciales sino que hacen todo tipo de actividades como, por ejemplo, La Cautiva, El Hormiguero”, explicó.
Corredores culturales
Por otra parte, Corina Alexander consideró que la ordenanza “va a empezar a identificar y ordenar corredores culturales con ofertas bien determinadas, que es lo que necesitamos en Tandil, porque no están definidos y hay que hacerlos”.
De este modo, hizo referencia a identificar los espacios que brindan actividades por disciplina, por ejemplo, tango, teatro, teatro y gastronomía, distintos tipos de música, etc., que puedan ser promovidos a través de la Subsecretaría de Cultura del Municipio, pero además que haya incentivos e iniciativas para que todos esos lugares puedan avanzar, “en un formato que no sea netamente comercial sino de promoción”.
En esa línea, resaltó que servirán para ordenar la oferta, teniendo en cuenta que la Unicen y el Municipio tienen gran peso en las actividades culturales, ya que ostentan los recursos humanos, los mayores presupuestos, espacios y tecnología.
“Sucede que todos terminamos generando la misma actividad”, evaluó y agregó que “la Universidad, en lugar de promover los conceptos, la producción de conocimiento, y el Municipio, en vez de hacer circular actividades por distintos lugares, terminamos haciendo los talleres todos, unos con recursos propios y otros con recursos más colectivos como los espacios culturales”.
Desde esa óptica, valoró que “esta ordenanza no solamente va a generar una nueva categoría de habilitación sino que es un inicio para los corredores de ofertas culturales específicas y además, nos ayuda a que tanto la Universidad como la Municipalidad comiencen a hacer circular sus posibilidades y ayuden verdaderamente a la promoción de los artistas en un formato de trabajador de la industria cultural”.
Una industria “potente”
Al mismo tiempo, destacó que “la industria cultural mueve muchísimo dinero y genera muchísimos recursos” y apostó a generar una “industria potente”.
“Tenemos una ciudad turística y hoy por hoy, funcionamos con la Dirección de Turismo, la Subsecretaría de Cultura y todos los actores que participamos de la industria cultural, pero no hay una sincronización entre unos y otros. Entonces, cuando hablamos de corredores culturales, hablamos de que aquel que viene a una cabaña sepa y tenga identificado lo que hacemos y los artistas, además de toda la cartelera de propuestas”.
Por último, Corina Alexander evaluó que en el Tandil actual “todo lo gastronómico, el turismo y la cultura tienen que estar como meta en las reuniones para enlazar una cosa con la otra” y agregó que “una ciudad que se dice turística y que va mutando, que primero fuimos metalmecánica y que ahora somos turística, para que sea profundamente desarrollada, necesita mechar permanentemente la cultura con los espacios emprendedores de turismo”.
Una estrategia en
tiempos de crisis
Al analizar lo que ocurre en la ciudad con la gran cantidad de talleres que se dictan en diferentes instituciones, Corina Alexander consideró que la oferta “está sobrepasada”.
En cuanto a la realidad de los centros culturales que dependen de los ingresos que generan las distintas actividades, indicó que “son momentos muy difíciles, en donde nos cuesta un poquito a todos. Estos espacios son muy difíciles de sostener y necesitan incentivos. Creo que la cultura tiene que ser una de las bases de los organismos gubernamentales, tanto a nivel local, provincial, nacional”.
Por eso, convocó a “construir una identidad propia de la ciudad” y confió en que “esta ordenanza es una punta que ayuda a reunirse y pensar la ciudad de manera diferente, con interlocutores de distintos sectores”.
En el caso de Arte y Parte, detalló que “el año pasado empezamos a implementar en el centro cultural una dinámica más cooperativa, entonces en cada acuerdo que hacemos, aquellos que participan se comprometen al sostenimiento”. Por ejemplo, el buffet paga el gas e internet y los profesores ayudan con el alquiler. “Esa acción colectiva que es muy buena en el ámbito cultural, pero necesita también de otras inyecciones”, afirmó en relación al apoyo del Estado.