Una nueva condena a prisión para el tandilense que no para de robar
Robó a punta de pistola en más de una oportunidad. Fue apresado en reiteradas ocasiones por aquellos sucesos delictivos. Fue condenado, liberado y condenado otra vez. Su reincidencia no tiene límites.
Cristian Omar Ariel Rodríguez recibió recientemente, a través de un juicio abreviado, una condena, otra más. Se trata de un “conocido personaje” para la policía como los judiciales. Lo han visto desfilar una y otra vez por los pasillos de los calabozos como de las dependencias tribunalicias. Un tandilense que no para de robar en medio estadios y liberaciones de una unidad penitenciaria a otra, con una fuga en el medio.
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En esta oportunidad, el reincidente fue sancionado a la pena de tres años y tres meses de prisión, al ser considerado autor del delito de “Robo agravado por el uso de arma de fuego cuya aptitud de disparo no pudo acreditarse”, uno más de su larga lista de sucesos delictivos.
Por caso, hace casi una década Rodríguez era noticia porque se escapó de la cárcel de Sierra Chica mientras gozaba del beneficio de un régimen especial de detención, aun cuando le quedaban más de cinco años para terminar de cumplir su sentencia por ser protagonista de violentos robos. En Tandil atacó con un caño de metal a un matrimonio, causándoles heridas en la cabeza, las mismas personas que años antes lo habían alimentado cuando era apenas un niño. Pero, además, había amenazando con un cuchillo a dos empleadas en asaltos a una heladería y a una estación de servicios de la ciudad.
Ahora, se le acreditó que cerca de las 21.20 del 14 de mayo del año pasado, ingresó al comercio de avenida Perón y Necochea, donde extrajo de sus prendas de vestir una pistola, acerrojó la misma y, apuntando hacia abajo y amenazó a la empleada. “Callate la boca y dame todo lo que tengas porque vuelo…”, dijo sin más, por lo que la joven no ofreció resistencia y le entregó unos 600 pesos en efectivo del comercio, con lo que el imputado huyó.
Hasta allí, un robo más de los que ocurren en lo cotidiano en la ciudad, con el aditamento en este caso que el personaje implicado cuenta en su haber con un frondoso prontuario que le valió el protagonismo en varios expedientes como en las páginas de los diarios, a fuerza de delitos, detenciones y condenas.
El derrotero procesal
En efecto, como circunstancia potenciadora de la pena que se le impuso en este juicio se tuvo en cuenta la multiplicidad de antecedentes penales computables que poseía, todos ellos por delitos contra la propiedad mediante el uso de arma de fuego.
Se desprende de los informes del Registro Nacional de Reincidencia y del Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires que Rodríguez fue condenado por el mismo Tribunal Oral en lo Criminal 1 de la ciudad por varias causas acumuladas de 2007 a 2009, a la pena de cinco años y dos meses de prisión, por lo cual fue beneficiado con libertad condicional en 2010 por el Juzgado de Ejecución Penal 1 de Azul.
Al año, más precisamente el 25 de noviembre de 2011, el nombrado sería nuevamente condenado por el Juzgado de Garantías 1, computándosele las penas de causas que tenía acumuladas.
En diciembre de aquel año, Rodríguez volvería a ser protagonista en la sala de audiencias del mismo Tribunal Criminal. Era nuevamente condenado y declarado reincidente, imponiéndosele la pena única de once años de prisión, comprensiva de la que se impuso en aquella como responsable de los delitos de robo calificado por el uso de arma -hechos cometidos en Tandil-; y la pena única de cinco años y ocho meses del Juzgado de Garantías 1, que a su vez comprendía la pena de cinco años y dos meses de prisión impuesta el 7 de abril de 2009.
Finalmente, el 16 de septiembre de 2013 el Tribunal Oral en lo Criminal 2 de Azul lo volvió a condenar por otro suceso delictivo a la pena única de 13 años de prisión, comprensiva de la de dos años de prisión que se impuso por el delito de robo simple, cometido en Olavarría el 16 de abril de ese año, más la sentencia que ya pesaba sobre sus espaldas de los once años.
Según reza el informe de reincidencia, dicha condena fue parcialmente ratificada por el Tribunal de Casación, readecuando el monto de la pena impuesta a un año y siete meses de prisión por el delito de Robo Simple en Olavarría, y quedando en consecuencia la pena única impuesta en 12 años y siete meses de prisión. Condena que quedó firme el 11 de octubre de 2015.
El año pasado, el Juzgado de Ejecución Penal le concedió la libertad asistida, y el 29 de marzo recuperó su libertad, para dos meses más tarde volver a delinquir por el robo ahora sentenciado.
Un raid interminable
Sobre los antecedentes de Rodríguez, las páginas de los diarios locales y la zona lo tuvieron como figura estelar de recurrentes hechos.
Por caso en abril de 2013 el diario olavarriense El Popular aludía al arresto del “sospechoso de siempre” por un robo en dicha localidad, cuando se había evadido de la Unidad Penal 27 de Sierra Chica, donde gozaba de un régimen especial de detención y le restaban cinco años para cumplir su condena pese a que sus antecedentes lo marcan como una persona violenta.
Por aquel año, la fuga de Rodríguez Sosa atrajo la atención porque había sido la cuarta que se produjo en la misma unidad penal en ese año, exponiendo un sistema donde personas con condenas importantes por delitos violentos terminaban ganando la calle sin más traba que la propia decisión de abandonar sus lugares de alojamiento.
El prófugo de aquellos días, condenado a 11 años de prisión por el Tribunal tandilense terminaría de purgar el 4 de mayo de 2018 su sentencia y gozaba de los alcances del artículo 100 de la Ley 12.256, que permite que determinados presos puedan acceder a un sistema de régimen de detención abierto que les permite circular libremente dentro del perímetro de sus lugares de detención, sin una custodia especial.
El citado régimen “abierto” se empezó a aplicar ese año con algunos pruritos de seguridad, como alambradas y garitas para la vigilancia de los guardiacárceles.