Recientemente la Cámara de Apelaciones de Azul ratificó un fallo en primera instancia del juzgado Correccional local, donde se había juzgado y condenado a un psicólogo por el abuso sexual a una paciente cuando concurrió a una consulta.&nbsp;El profesional sentenciado ofrecía una terapia singular, que a priori parecía contar con supuesto soporte académico, aunque desconocido por otros colegas que atestiguaron en el propio debate.&nbsp;Según se desprende del veredicto del juez Carlos Pocorena, ahora confirmado por los camaristas&nbsp;Damián Cini, Carlos Pagliere y Gustavo Agustín Echevarría, &nbsp;Héctor Hugo García Erbín fue condenado a la pena de dos años y seis meses de prisión, de ejecución condicional, e inhabilitación especial perpetua para ejercer como licenciado en Psicología, por resultar autor penalmente responsable del delito de abuso sexual simple, por el hecho cometido en Tandil en el período que transcurre entre los meses de febrero y mayo de 2018 en perjuicio de una mujer.<h4>Los hechos</h4>Al decir de la sentencia, en el período de tiempo transcurrido entre los meses detallados, en horas de la tarde y en el interior del consultorio de calle Las Heras 1645, el licenciado en Psicología, en el ejercicio de su profesión de psicólogo –Matrícula 35.046, T° I, F° 16 del registro del Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires, Sección VIII de la ciudad de Azul– y en una de sus sesiones, abusó sexualmente de su paciente.&nbsp;Para ello, el acusado, aprovechó la necesidad de asistencia psicológica de parte de la víctima, vinculada, inicialmente al manejo de sus celos respecto de su pareja y luego, especialmente, a tratar las consecuencias de un abuso sexual intrafamiliar que había padecido.&nbsp;En este sentido, desplegó un ardid sobre la víctima consistente en afirmarle que a los fines del tratamiento sus celos, debía someterse a la llamada "terapia del abrazo", que implicaba el hecho de permitir que ambos cuerpos –paciente y profesional– por medio de un abrazo se tocasen enteramente, aseverándole también, a su paciente que, a los fines de superar las consecuencias del abuso sexual sufrido en su niñez, debía en el marco de las sesiones, volver a pasar por la misma experiencia o recrearla.&nbsp;Así los hechos, el profesional aludido causó un estado de error en la víctima, consistente en hacerle creer que era objeto de una práctica profesional científicamente aceptada y atinente a su problema, cuando en realidad no lo era.&nbsp;<h3>Conclusiones de los camaristas</h3>En suma, para el juez en primera instancia primero y los camaristas ahora, el relato de la denunciante presentó credibilidad en razón de su coherencia interna, en tanto contextualizó los sucesos, precisando circunstancias de tiempo, lugar y la conducta asumida por el imputado. También pudo describir con claridad la extensa maniobra de engaño y convencimiento a la que se vio sometida, para hacerle creer que estaba dentro del marco de un procedimiento terapéutico supuestamente aceptado por la psicología, para que no opusiera resistencia a los abusos sexuales perpetrados por García Erbín.Recapitulando, de los testimonios de las profesionales en psicología que depusieron en el debate, surgieron elementos dirimentes que permiten concluir que la víctima se pronunció con la verdad al relatar las situaciones de abuso sexual por parte de García Erbin.&nbsp;Fundamentalmente: haber recibido cada una de ellas, el relato de los hechos de abuso, por parte de la víctima, en similares términos y sin variaciones significativas, apreciándolo en todos los casos como veraz.El haber detectado las profesionales en psicología secuelas y síntomas en la mujer compatibles con aquellas que presenta una víctima de una agresión sexual.&nbsp;La coincidencia de todas las psicólogas que declararon en el proceso, en cuanto a que el contacto físico con el paciente no está admitido dentro de las normas de la profesión, como método o procedimiento terapéutico.&nbsp;Tampoco prosperó la moción de la Defensa, tendiente a considerar las conductas de García Erbín amparadas por un tipo de tratamiento terapéutico que habilitaría el contacto físico con los pacientes.&nbsp;Tal tesitura, conforme lo explicó el magistrado, no solo fue categóricamente desmentida por las psicólogas que declararon en el juicio, sino también por la autoridad de contralor de la psicología, que objetan categóricamente la posibilidad de dicho contacto físico como alternativa terapéutica, expuso el tribunal de Alzada.&nbsp;Y sumado a ello, no se dejó soslayar la propia interpretación de la víctima sobre los acercamientos físicos, quien pudo desentrañar sin lugar a dudas que tuvieron un claro propósito abusivo.&nbsp;<h3>La terapia gestáltica&nbsp;</h3>Cabe consignar que en el recurso presentado por la defensa del sentenciado, se criticó que ni los peritos psicólogos y otros profesionales aceptaran o desconocieran sobre la terapia gestáltica, el análisis transaccional o la programación neurolingüística.El defensor alegó que resultaba raro que una profesional desconozca estos temas, pues en una búsqueda superficial en la web surgen cinco autores (Fritz Perls; Ervin y Poster; Angeles Martin; Investigadoras: Isabel del Rosario Stange Espínola y Olga Lecona Pintado - Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Universidad Gestalt de América, México; David&nbsp;Carmona Castaño&nbsp;Universidad de Almería,&nbsp;España), los cuales trabajan en la línea del análisis transaccional y la práctica gestáltica, y todos hablan de contacto físico como metodología de la terapia, lo cual va en línea con los certificados del Instituto Privado de Psicología Argentina y tantos otros incorporados por su lectura que dan cuenta de la formación técnica en estas escuelas -y que demuestran que existen-, a pesar de la opinión negativa de la profesional.&nbsp;Al respecto, el magistrado en su fallo indicó que había quedado demostrado en el debate que la "terapia del abrazo" y “la reproducción de una situación traumática como un abuso sexual, han sido totalmente desconocidos por todos los especialistas consultados”.<h2>La denuncia</h2>En el juicio se escuchó la palabra de la víctima, quien relató lo sufrido con el profesional que la llevaron a denunciarlo.“Estaba buscando psicólogo en el listado de loma con una amiga, quien me dice dice `a este lo conozco, fui un par de veces, está bueno porque baila, es diferente´. Fui porque estaba arrancado con mi pareja, tenía problemas de celos y decidí buscar ayuda”, relató la mujer.Reseñó que atendía en el consultorio de calle Las Heras, entre Saavedra y Moreno, era una casa particular, como un departamentito, ese era el consultorio de él, que daba a la calle.“En la primer sesión me hizo preguntas, de qué trabajaba, con quién vivía y el motivo de consulta (…) Lo que más me llamaba la atención y me incomodaba en ese momento, es que yo iba a hablar de celos y de repente el preguntaba por cuestiones sexuales privadas, si había tenido relaciones sexuales con personas del mismo sexo, o había estado con más de una persona a la vez, algunas les contesté y otras no, me parecía raro pero creí que era por el motivo al que yo había ido, eran preguntas descolgadas, todo era medio raro en el lugar”.La mujer recordó que el lugar de terapia no estaba limpio, había olor, cosas amontonadas. “Me decía que las mujeres éramos más lanzadas, que a él se le tiraban, &nbsp;le escribían, que lo invitaban a salir, &nbsp;cosas que no tenían nada que ver… me preguntaba cómo eran las relaciones sexuales con mi pareja… “, señaló.Continuó relatando que empezaron a hablar, “él me hablaba de mi niña interior, &nbsp;que había algo que había que trabajar de ese lado, me hace cerrar los ojos, me empieza a hablar su intención era que yo me relaje, y ahí es donde surge un recuerdo de mi infancia un abuso de un tío que yo no recordaba (,,,) él me preguntaba detalles, que hacía mi tío, cuantos años tenía yo, en qué lugar era, y ya después no sé si fue en esa misma o en otra sesión, él vuelve a tomar este recuerdo que decía que yo tenía reprimido. Me pregunta cómo te toca tu tío, cómo te mira, qué te dice, muchos detalles, y ahí me propone que tengo que volver a vivir un trauma para poder sanarlo”.&nbsp;La víctima aclaró que “no me dijo de qué manera, me dijo que íbamos a hacer un ejercicio, que había que volver a vivir los traumas. Anteriormente habíamos hecho ejercicios de mirarnos a los ojos, y tocarnos las yemas de los dedos, supuse que venía por ese lado. Me hace parar, se pone como si fuera en ese escritorio con la cola apoyada y las piernas abiertas, me hace parar enfrente. Yo ahí me paro lejos de él, a mí ya me causaba rechazo y no me sentía cómoda, me hace acercar y decía un paso más un paso, más me decía como estabas con tu tío, como lo de mi tío fue en el ascensor de un edificio, estaba muy cerca de mi tío, entonces el me hace ir más cerca de él,&nbsp; me agarra y me dice no estaban pegados, yo le había contado que mi tío me abrazaba fuerte, y me pegaba contra él, y empieza con estas preguntas: ¿Y qué hacía con las manos? Yo le contaba lo que hacía mi tío y el hacía lo mismo, si yo le decía que mi tío me tocaba la cola el me hacía lo mismo, le decía que me tocaba los senos, &nbsp;él hacía lo mismo. Me preguntaba cómo respiraba, me pasaba a la de él cara muy cerca, como si me frotara con la nariz, como si me fuera a besar y respiraba y jadeaba muy fuerte. Y me preguntaba así te hacia tu tío, y me apretaba como para acercarme a su pelvis, como que las pelvis se tocaban, toda la parte del cuello, yo le había dicho que mi tío me respiraba en el cuello, él también lo hizo, era todo sobre que hacia mi tío, y él sabía que yo no me podía mover, le había contado que cuando mi tío hacia estas cosas yo me quedaba dura quieta. Me preguntó si mi tío tenía el pene erecto, y si yo le dije que sí…”.“Él –siguió relatando- se vestía con un ambo, creo que era blanco, con las dos manos además de apretarme la cintura para el contacto con la pelvis, bajaba por los costados de la cola y subía y me acariciaba toda la espalda y los bordes de los senos, el cuello y la cara, no recuerdo cómo llegué a irme, además de sentirme incomoda tenía mucho miedo, no me podía mover hasta que me moví y me fui. Agarré mis cosas y me fui a mi casa, llegué caminando a mi casa pero no sé ni cómo cruce la calle, en ese momento mucho miedo porque me estaba tocando una persona que no me tenía que estar tocando. Me dijo que era algo que tenía que volver a pasar para sanar, no me explicó de que se trataba, yo recuerdo en algún momento de todas las veces que fui de hablar de la terapia del abrazo, incluso cuando yo me iba me obligaba a abrazarlo antes de que pasara esto, se ponía al frente de la puerta, me hablaba mucho de que las personas no nos sabíamos abrazar, que teníamos que ganar más confianza, se ponía en la puerta y me decía que lo abrace, yo lo abrazaba con distancia, me decía así no, vos tenés que acercarte, el abrazo es con todo el cuerpo, me hacía acercarme a él, era de pies a cabeza el abrazo, como que todas las partes del cuerpo se tenían que tocar, me tocaba la espalda y me pedía que yo haga lo mismo, que yo lo toque a él…”&nbsp;Recordó entonces que llegó a su casa, habló con mi pareja. “Le conté que me había sentido incomoda con el psicólogo, no es algo que yo recuerde sino lo que él me cuenta que yo le conté, le cuento lo de mi tío, él dice que yo estaba mal... yo no me acuerdo, yo sentí que a la semana siguiente le tenía que escribir un mensaje diciendo que no iba a ir más a las terapias, quería ser responsable, le dije que me había sentido incomoda, me llamo varias veces y me mandó mensajes diciendo que yo había mal interpretado las cosas, que las terapias no se dejan así, yo no le conteste más ni le atendí el teléfono”.La mujer siguió contando que en un momento “no sé si me di cuenta lo que me había pasado, me había sentido incomoda no me gustaba, no quería volver ahí, la verdad lo que pensé este tipo esta re loco…”.Agregó que “caigo cuando estamos en pandemia que estamos todos encerrados yo empiezo a soñar, como cuando te estas por dormir que todavía sentías algunos ruidos, lo veía a él en la puerta de mi habitación parado, trabaja con los nenes por zoom, trabajaba ocho horas y estaba bien, y cuando terminaba de trabajar lloraba, me acostaba en posición fetal, y no podía hacer más nada hasta el otro día que tenía que trabajar, y me daba cuenta que algo me pasa, y todavía tengo esta sensación de este tipo en la puerta que no me dejaba irme y lo tenía que abrazar, lo hable con mi novio, me di cuenta que era algo que me estaba empezando a afectar, no busqué una psicóloga hasta que no pudimos salir, busqué un psicóloga mujer, cuando se lo conté ella me dijo que eso había sido un abuso sexual…”&nbsp;“Si hubiera sabido en qué consistía la terapia del abrazo yo no hubiera ido, si él me hubiera dicho vas a revivir este trauma y yo te voy a tocar, no hubiera ido, pero no me lo dijo… lo que firmé es una asistencia que estaba yendo y que había pagado un diferencial…”, reflexionó.Respondió que tardó un tiempo en denunciar. “Esto es algo que yo analizo de mi misma, cuando me pasó lo de mi tío lo tapé, y ahora que me volvió a pasar, intente hacer lo mismo y no me salió, me cayó la ficha y hablando con mi psicóloga y con otras mujeres, y me dijeron que lo que me había pasado no era un forma de terapia, que no me pueden tocar el cuerpo si yo no digo que si no quiero, cosas que ya sabía, pero es difícil aceptar, tuve mucho tiempo con terapia y ahora sigo, tardé en ir a terapia, y aparte también una vez me lo crucé en un lugar y me descompuse, me agarró taquicardia, dolor de panza, empecé a llorar”.

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Psicólogo usaba “la terapia del abrazo” y fue condenado por abusar de una paciente

Le pedía que había que reproducir el abuso que había sufrido de niña para sanarlo. El relato de la víctima.