“Poliladrones” fueron descubiertos tras robar una moto del depósito judicial
Asuntos Internos ya los desafectó, tras la investigación propiciada por la propia fuerza policial. Intervino la fiscalía y ordenó allanamientos. Además del secuestro de la moto robada, se les halló un arma de fuego de uso civil limada. Las autoridades azoradas por el desparpajo delictivo.
Dos oficiales de la policía bonaerense que cumplían funciones en la Seccional Segunda fueron desafectados por la propia fuerza tras la investigación que habría corroborado que en plena funciones se robaron una moto del depósito judicial.
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En efecto, en plenas funciones se subieron al móvil y rumbearon al depósito judicial de Cerro Leones. Ingresaron al predio y ante la vista de la custodia subieron una moto a la caja y la taparon con una frazada con rumbo desconocido, sin mayores explicaciones.
Con el correr de las horas el accionar de la pareja de uniformados llamó la atención de aquel custodio que, ante la duda por la “sigilosa” maniobra (de sigilo tuvo poco ya que lo hicieron con el propio patrullero y con sus respectivos uniformes) trasmitió lo observado a la actual responsable de la comisaría Segunda, subcomisaria Laura Estoessel, quien después de salir de su estupor propició una denuncia interna.
Las autoridades de Jefatura fueron anoticiadas del singular hecho y también, después de salir de su asombro, instruyeron las actuaciones que luego fueron remitidas a la fiscalía temática como a Asuntos Internos.
La dependencia judicial ya intervino y les imputó el delitito de “Hurto agravado por el autor -funcionarios públicos- en concurso real”, con “tenencia de arma de fuego de uso civil”, además de “encubrimiento”.
El organismo policial interno, en tanto, resolvió la desafectación de sendos oficiales hasta tanto se sustancie el sumario administrativo.
El increíble –por el desparpajo- suceso delictivo protagonizado por dos policías identificados como Gabriel Sánchez y Jonathan Selles, ocurrió a principios de mes y recién por estas horas trascendió, a partir de la decisión interna asumida por las propias autoridades policiales, como así también tras las diligencias procesales realizadas por la fiscalía temática de delitos especiales, a cargo de José Ignacio Calonje.
Extraoficialmente desde ambas dependencias no dejaron de admitir que el singular suceso delictivo sorprendió e indignó a propios y extraños de la fuerza policial.
Allanamientos y secuestro
En efecto, al tomar conocimiento de la instrucción propiciada por la Jefatura policial, desde la fiscalía se ordenó una serie de allanamientos con colaboración de la Policía Federal, en pos de hallar elementos en contra de los dos efectivos imputados.
Uno de los procedimientos ocurrió en un taller mecánico donde, para agregar más sugerentes sospechas al reprochable accionar de los uniformados, cumple un arresto domiciliario un hombre procesado por una causa de comercialización de estupefacientes y que recibió la morigeración de su situación penal.
Cabe consignar que para el mecánico en cuestión no se labró causa alguna, siendo que se limitó a declarar que los oficiales le llevaron la moto para que la reparara, sin más. Declaración que también se sumó a más sugerentes sospechas para con dicha relación y cierta complicidad, pero que a esta altura de la pesquisa no encontraron más elementos para los investigadores como para contrariar su coartada.
Un arma ilegal
Pero el accionar delictivo de los oficiales no se detuvo en el hurto del vehículo. En un segundo procedimiento en el que fueron notificados de la respectiva imputación a la vez que se les secuestraba sus teléfonos celulares, en la requisa se toparon con otro elemento incriminante. Guardaban, por razones que aún procuran establecerse, un arma de fuego limada.
Más precisamente un revolver calibre 32, lo cual sirvió para ampliar la acusación para los oficiales que a unos cinco años de ejercer como custodios de la ley, terminaron delinquiendo sin mucho pudor.