No se ventilaron los resultados de la autopsia
El misterio rodea la desaparición y muerte del estudiante de Derecho
La mamá de Miguel Cárdenas rechazó el suicidio y el brote psicótico. No pudo reconocer el cuerpo ni traerlo a Tandil.
Tras la confirmación del hallazgo del cuerpo sin vida de César Miguel Cárdenas en las aguas del Riachuelo, persisten los interrogantes sobre las circunstancias que rodearon su deceso como así también sus días previos en la estadía en Buenos Aires, mientras su familia y amigos, como la Policía, intentaban rastrear su paradero.
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En medio del dolor y la congoja por el trágico desenlace, su madre, María del Carmen Salmerón de Cárdenas, habló con este Diario y confió que aún persisten sensibles dudas sobre lo que padeció Miguel, tanto en las causales de su muerte como así también sobre sus días en Buenos Aires, las detenciones de la policía, sus traslados a centros asistenciales y un sinfín de situaciones que aún no hallan respuestas.
Ya en Tandil, María del Carmen permanece encerrada en su casa al aguardo de una comunicación telefónica, una notificación judicial, que le permita digerir la información que consta en el expediente y así, poder esclarecer lo que le sucedió a Miguel.
De hecho, en medio de su desgarrador dolor por la pérdida de su hijo, se topó con la frustración de ni siquiera poder reconocer el cuerpo de su hijo y mucho menos traerlo para su ciudad natal.
En efecto, tal se detalló en ediciones pasadas, una comisión policial trasladó a la madre el pasado miércoles para que pudiera reconocer el cuerpo de su hijo, el cual ya había sido identificado por la Justicia. Empero, desde la misma fiscalía en lo Criminal y Correccional 52, se le indicó que el cadáver no estaba para su reconocimiento ya que se había ordenado profundizar la autopsia, al considerar que el informe preliminar de los médicos forenses requería de otras información que, al decir de los funcionarios judiciales, no estaban completos los informes, según le transmitieron a la propia madre.
“Me vine con las manos vacías”, confió la mujer presa de su profunda angustia pero con la fortaleza de perseguir la verdad sobre lo que ocurrió con su hijo, especialmente sobre el accionar en el Hospital Argerich, donde al decir de la información que ella misma pudo reconstruir, Miguel habría sido traslado en tres oportunidades por las fuerzas policiales.
“Nos hicieron ir a Buenos Aires a reconocer el cuerpo de mi hijo y cuando llegamos estuvimos todo el día esperando. A la tarde nos avisaron que no podía reconocer el cuerpo de mi hijo y tampoco lo podía traer porque no estaba completa la autopsia”, reseño la mamá.
De acuerdo a su relato, desde la fiscalía se habría ordenado un informe más sobre la autopsia porque se trataría de “un caso raro” debido a las circunstancias en las que desapareció el estudiante de abogacía.
“Nos tuvimos que volver a Tandil con la angustia, el horror y las manos vacías. Me parece bien que haya una fiscal que se preocupe y que quiera llegar a fondo, pero no me parece bien que nos hicieron ir con toda la angustia que tenemos y el agotamiento psíquico y físico”, se quejó María del Carmen.
“Ni epilepsia, ni se tiró al río”
La mujer puso especial interés en desmentir algunos de los trascendidos que surgieron sobre los días previos a la muerte de Miguel, sobre lo cual aún tampoco se pudo determinar la data del deceso.
Aclaró que su hijo no tuvo ningún ataque de epilepsia como tampoco brote psicótico, y de lo que se desprende de las averiguaciones que ellos mismos hicieron, por causas aún no esclarecidas tampoco él andaba “sin rumbo, habiendo perdido la memoria, en estado de confusión”, sospechando del golpe en la cabeza que sí se le constató.
Al decir de la madre, el joven habría recibido una golpiza, aunque no se sabe aún en qué contexto, por lo cual también se aguarda información de las imágenes de las cámaras de seguridad que se ubicarían en el periplo que habría realizado Miguel, sobre quien, consta en la investigación, fue demorado y detenido por la policía en al menos tres oportunidades y luego llevado al centro asistencial.
María del Carmen detalló que uno de las detenciones se dio en Puerto Madero, en la zona del Puente de la Mujer, donde la policía lo habría visto golpeado y en un estado de confusión que mereció incluso llevarlo al hospital Borda, especulándose que estaba en un estado psíquico que requería atención especializada. Empero, de allí fue trasladado al Argerich, lo cual volvería en dos oportunidades más, hasta que en la última se fugó, sin más.
“Tenía traumatismo encéfalo craneal y derrame, pero tendremos más certezas con la autopsia”, adelantó la mamá de la víctima y apuntó contra el centro de salud donde lo atendieron: “El hospital tendrá que explicar por qué tuvo tres ingresos y lo dejaron ir. Tampoco avisaron a la familia pudiendo hacerlo. No hicieron las cosas bien”, consideró a partir de lo que rezaría el protocolo activo bajo estas circunstancias de búsqueda de paradero.
Otra de las desmentidas que la mujer se encargó de enfatizar fue sobre la posibilidad de que un testigo haya observado cuando se lanzaba a las aguas del Riachuelo.
Al decir de la mamá, desde la fiscalía desmintieron esa versión, alegando que se habría tratado de una confusión puesto que efectivamente hubo una testigo que vio a una persona tirarse al río, pero sería otro sujeto, no su hijo.
“Estoy destruida, me siento impotente e indignada”, dijo una madre que aguarda por respuestas que le den algo de alivio ante tanto dolor.
Tal se detalló, se confirmó el deceso de César Miguel Cárdenas el pasado martes por la tarde, tras ser hallado sin vida en el Riachuelo, en la zona del barrio de La Boca, el viernes a media mañana, por personal de Gendarmería.
Cárdenas se había ido de Tandil el pasado 14 de octubre para rendir los dos últimos finales en la Facultad de Derecho de Lomas de Zamora, y sobre el que se desconocía su paradero. De acuerdo a la primera reconstrucción sobre su estadía, la policía lo halló deambulando, confundido en la vía pública, sin siquiera lograr poder identificarse frente a los uniformados y de allí su traslado a la dependencia policial primero (la comisaría Primera D de Puerto Madero) y a los centros asistenciales citados después.