El acusado de matar al jubilado se negó a declarar y la defensa aguarda por los resultados de peritajes
Se conocieron más detalles del expediente por el homicidio de Daniel Ávila por el cual se ordenó la detención de Matías Fabre, sospechado de ser el autor material del asesinato. “Para hacerle algo a Ávila había que matarlo y pegarle un garrotazo”, le había dicho el acompañante de la víctima al acusado, en una escena previa al crimen.
Tal se anunció en estas páginas, ayer fue trasladado desde la comisaría a la sede judicial, Matías Fabre, el único sospechoso por el crimen de Daniel Ávila, ocurrido el 30 de octubre a las 21 en su casa de calle Almafuerte 2672. Una vez entrevistado por el fiscal de la causa, Marcos Eguzquiza, el acusado, por consejo del defensor oficial, se acogió al derecho que le asiste de no declarar.
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La estrategia defensista claramente versa sobre tomar conocimiento cabal sobre el expediente de tres cuerpos con el respectivo cúmulo de pruebas que llevaron a incriminar al nombrado como sospechoso de ser el autor material del homicidio, para quien la acusación considera contar con elementos más que suficientes para endilgarle el hecho.
Al respecto, se informó sobre un importante número de indicios que a esta altura de la instrucción alcanzan para someter a Fabre al proceso, aunque ministerio público fiscal como la defensa sí coinciden en que la clave del futuro de la pesquisa y la respectiva responsabilidad penal tendrá que ver con el resultado de los peritajes a las prendas que oportunamente fueron secuestradas en el domicilio del señalado.
Las pruebas
En efecto, en el primero de los allanamientos se secuestró un pantalón de jeans que se cree que Fabre usó el día del crimen, el cual se detectaron manchas de sangre humana, al decir del peritaje. En el segundo de los allanamientos a la misma casa, se encontró una remera que había sido lavada y ocultada en la primera diligencia, prenda a la cual también se le detectó manchas de sangre.
Acerca de los indicios de sospecha, en el expediente consta que la tarde de la muerte de Ávila, Matías Fabre vestía una remera color celeste y un pantalón babucha color gris, los que se encontraban limpios y sin roturas; y que horas posteriores al suceso criminal la babucha fue hallada en el domicilio de calle Rosales 727, en la que el sospechado durmió esa noche posterior al hecho, cortada y conteniendo dos manchas de sangre humana.
Con relación a la remera color celeste con inscripciones en color negro, que vestía el día del hecho fue hallada en la misma vivienda de calle Rosales con manchas hemáticas.
Indicios
El resto de la probanza, a criterio de la primera impresión de la defensa, tratan sobre indicios, a partir de testimonios que lo ubican en tiempo y espacio al acusado en las horas previas a la escena del crimen.
Consideración contraria mantiene la acusación, que de dichos testimonios logra hilvanar la hipótesis sobre los movimientos del ahora detenido, contando como antecedente que uno de los declarantes confió en que Fabre ya le había robado dinero a Ávila el sábado anterior al asesinato. Al decir de este testigo, el observó cuando el acusado le sustraía del cajón de la mesa de luz de la víctima dinero, del que el entorno sabía que el jubilado guardaba allí. Efectivamente, la plata de la jubilación tras el golpe fatal fue sustraída del mismo cajón (tenía unos 7 mil pesos).
Otro dato no menor para la pesquisa: se supo a Fabre se encontraba en un estado de ánimo “desesperado” en los días previos al encuentro con Ávila y compañía, siendo que necesitaba dinero para pagar una multa.
Al decir del expediente, el acusado tenía una instrucción penal pendiente por un accidente de tránsito, cuya condena resultó el pago de una multa de 10 mil pesos. Como suele ocurrir en este tipo de sentencias, de no cumplirse con el pago de dicho dinero, el juez ordena la inmediata orden de prisión por los días que considere a criterio del magistrado según reza el Código.
De allí se desprende el estado de nerviosismo del señalado en pos de juntar el dinero para no ir a prisión, situación que ahora efectivamente deberá cumplir, y por un hecho muchísimo más gravoso, como el de un homicidio en ocasión de robo.
Otro indicio versa sobre el hecho probado de la existencia de una relación de varios meses, de trato frecuente y confianza entre Matías Fabre y la víctima, sumado a que el día del hecho -antes de su comisión-, el sindicado Fabre compartió vino y cigarrillos durante la hora de la siesta con la víctima y su cuidador – acompañante Claudio Nieves, sabiendo Matías Fabre que la víctima, esa mañana había cobrado la jubilación.
La declaración de Nieves
Este diario accedió también a lo que oportunamente declaró quien vivía con la víctima, Claudio Nieves, quien para la fiscalía resulta un testigo creíble y verisímil.
El testigo contó que el día del suceso, aproximadamente las 10, lo acompaño a Ávila como todos los meses a cobrar una jubilación al banco Columbia sito en calle Pinto casi Rodríguez y una vez que cobró el dinero se volvieron para la casa en el colectivo blanco
Momentos después apareció Fabre en el domicilio y se dirigió al almacén que queda a la vuelta de lo de Ávila y se quedaron hasta las 17 aproximadamente momentos en que junto a Fabre se retiraron del domicilio. Fabre se fue no sabe para dónde, desconociendo que hizo este durante las 17 y las 20, mientras que él se fue a la casa de su hermano con unas cervezas junto a unos pibes del barrio en el kiosco de calle Rosales y Marzoratti de Villa Gaucho, regresando al domicilio de Ávila aproximadamente a las 19.30.
Al llegar al domicilio encontró la puerta abierta y vio a Ávila tirado en el piso, parecía sin vida, por lo que no lo toco y salió en busca de ayuda.
Un dicho nada menor para el interés de la causa, Nieves reseñó que ese día por la tarde, tres horas antes de encontrarlo muerto, había estado jugando de manos con Ávila frente a Fabre en la casa, que se tiraban manos y este se defendía muy bien porque era policía retirado y allí Fabre le refirió que Ávila se defendía bien, por lo que Nieves le refirió que si para hacerle algo a Ávila había “que matarlo y pegarle un garrotazo”…