Cayó La Liga de Compradores, protagonista de varios remates escandalosos en la ciudad
La Justicia marplatense logró desbaratar la banda conocida como La Liga de Compradores, dedicada a ejercer presión y violencia para quedarse con las subastas. Varios remates en la ciudad tuvieron su peligroso accionar con escandalosas escenas. Incluso un juez sufrió en carne propia los aprietes. Uno de los imputados, extécnico de Grupo Universitario.
Días pasados, desde la ciudad de Mar del Plata la Justicia confirmaba la detención de los cabecillas y el procesamiento de una treintena de los sindicados como integrantes de la Liga de Compradores, una banda que ejercía su poder de choque para quedarse con las subastas en distintos rincones de la provincia y el país, virulentos sucesos de los que Tandil no estuvo exento.
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Concretamente, la información judicial dio cuenta en las últimas horas que después de dos años de investigación y acumulación de evidencia, dispuso la desarticulación de esta banda, con la detención de sus cuatro presuntos líderes y a otros 31 supuestos miembros o cómplices imputados.
La causa la lleva adelante el fiscal Alejandro Pellegrinelli, a cargo de la Unidad Fiscal 2, desde donde se ordenaron 25 allanamientos, autorizados por el juez de Garantías Saúl Errandonea. Se hicieron en domicilios de los involucrados en busca de nuevas pruebas que permitan ratificar los lineamientos sobre los cuales avanzó la instrucción penal.
En el caso marplantense, los registros detallaron que “La Liga” ganó 324 de las 510 subastas (prácticamente dos de cada tres) que se desarrollaron en el distrito durante los últimos cinco años, según pudieron reconstruir en esta investigación. Según citó el diario La Nación, se cree que pudieron haber intervenido en más, sea a través de testaferros o por medio del favorecimiento de terceros a cambio de un pago por “servicios”.
En esas operaciones hicieron compras de inmuebles que, como precio base, sumaban 176.287.582,68 pesos y 655.700 dólares y por los que, con sus artimañas en acción, terminaron pagando apenas 105.126.751 pesos y 274.100 dólares. Bajaron casi un 60 por ciento en una moneda y por encima de un 40 por ciento en la otra.
Los integrantes
Sobre los considerados cabecillas, se detuvo a Oscar Roberto Larluz, Luis Alberto Puga y Ricardo Monteros. En ese grupo se concentraba la conducción de esta banda, que contaba además con inversores, un “cerebro” legal y un grupo de tareas de “mano pesada” para convencer rápidamente a cualquiera que, en pleno remate, se animara a desafiarlos con una oferta competitiva. También se ordenó la captura de Adolfo Salminci.
Las acusaciones más fuertes que pesan sobre los nombrados son por asociación ilícita y lavado de activos. También, por ejercicio ilegal de la profesión, en el caso de quien concentraba el procesamiento de la documentación y el cambio de titularidad de los bienes.
El juez que logró abortar el accionar de la Liga
En agosto de 2012, Tandil sería noticia una vez más por el peligroso y delictivo accionar de La Liga. Nuevamente la sede del Centro de Martilleros era epicentro de la atención de propios y extraños. Para ser más precisos, más extraños que propios habida cuenta de lo que estaba en juego y los que finalmente serían protagonistas de una tensa subasta que se vio frustrada ante la valentía de un juez apoyado por una fuerte presencia policial, que hizo que la cosa no pasara a mayores. Léase que los integrantes de la “famosa” Liga no concretaran su objetivo.
En verdad casi lo logra, si no fuera por un “pequeño” detalle que promovió una intransigente decisión del magistrado que dio por nulo el remate efectuado ante la falta del dinero exigible para sortear los pasos burocráticos que exige el rito. Entre otros, el pago de la seña del total del valor de lo ejecutado.
El Eco de Tandil fue testigo presencial de lo vivido esa mañana en la sede de los martilleros, sito en calle Alem al 1000, donde estaba previsto iniciar a las 11 el remate convocado por el juzgado en lo Civil y Comercial 2, en los autos “Kaffka S.A. s/ Quiebra s/ Incidente Realización Bienes”. Expediente 26.593/01.
Se trataba de un inmueble abandonado en la localidad de Munro. Un galpón de poca monta que, evidentemente, era un negocio inmobiliario para algunos por su ubicación.
Dicho expediente quedó en manos del juez Francisco Blanc. Ni más ni menos que el magistrado que había sufrido en carne propia una semana atrás el accionar de La Liga, en plena vía pública a minutos de una subasta.
El mismo juez y los mismos integrantes de la banda serían protagonistas de otro capítulo cargado de tensión, con la intimidación y los aprietes en vivo y en directo, incluso frente al lente de una cámara de video y de las fotografías del reportero de éste Diario.
Frente aquel incidente con el juez, que no hizo más que poner en evidencia lo que se vive cotidianamente en cada remate que se realiza en Tandil como en cada rincón del país donde se emplace la ocasión, ayer el propio juez había convocado para la ocasión una fuerte presencia policial.
Sin embargo, los “muchachos” se presentaron sin tapujos y emprendieron su accionar con toda naturalidad frente a las narices de uniformados y jueces (el juez José Zárate también se hizo presente para observar cómo se desarrollaban los hechos).
“El negocio ya se hizo afuera, esto será una parodia”, supo explicar uno de los presentes avezados en este tipo de sucesos que venían ocurriendo con las subastas. En efecto, cual legión, horas previas a la convocatoria del remate, los “gordos” habían ganado la calle Alem.
Bajados de autos importados se fueron ubicando estratégicamente en la cuadra frente a las narices de los policías que custodiaba el edificio de los martilleros. Se dijo, incluso, que un hombre que había arribado con intenciones de ingresar para participar del remate volvió sobre sus pasos tras mantener “una conversación” que un par de corpulentos que habían bajado de un auto de alta gama color negro y vidrios polarizados.
De una esquina a la otra, los muchachos desfilaban e intercambiaban opiniones y trenzaban acuerdos en un código que sólo ellos entendían, en medio de incesantes comunicaciones telefónicas vía costosos celulares.
A metros, los jueces observaban las escenas al aguardo de las personas que ingresaban al inmueble para participar de la subasta. Para presenciar el remate, se requería el documento de identidad y más datos personales que quedaban registrados en una planilla, mientras todo era seguido atentamente por una cámara de video.
Apenas un matrimonio de avanzada edad se había ubicado en la primera fila de la sala cuando ya habían pasado 20 minutos de la cita. Los organizadores estaban al aguardo del ingreso del principal candidato, quien ya había ofrecido un monto bajo sobre que constaba en el expediente.
Al paso de los minutos, comenzaron a ingresar a aquellos “soldados” de la Liga como hormigas, quienes mostraban sus respectivos documentos personales y se iban ubicando en la sala.
Entre ellos también una mujer parecía organizar a un racimo de ellos, quien una vez adentro lo primero que hizo junto a un par de muchachos que lucían una contextura física cual patovicas fue sentarse al lado del aquel primer y puntal matrimonio que aguardaba por el remate.
Un par de comentarios por lo bajo al oído del matrimonio y miradas inquisidoras alcanzó para que esa pareja quedara inmutable, pasando a ser meros elementos de la escenografía del lugar.
El remate
La martillera Liliana Guidoni, inició el acto a las 11.30, con la presencia de una horda de desconocidos pero organizados que se diseminaron estratégicamente a lo largo y a lo ancho de la sala, y el “candidato” que finalmente llegó y se presentaba como el principal, sino único, oferente.
Junto a él, se ubicaron celosamente un par de aquellos hombres de intenciones poco claras, hasta que el mismísimo juez Blanc se acercó y pidió que se alejaran y se ubicaran en otro rincón de la sala, en medio de tajantes retos del magistrado y balbuceos de los extraños de perfil amenazante.
La rematadora avisó sobre la oferta de 250 mil pesos que figuraba en el expediente, lo que despertó la reacción de uno de los muchachos que renegaba de dicha situación, como así también a viva voz se pretendía saber quién era el oferente.
En medio de la fuerte tensión y retos del juez, quien incluso dispuso que la policía echase del lugar a un par de “molestos” , finalmente uno de los integrante de la Liga ofertó 251 mil pesos, por lo que la martillera preguntó por una nueva oferta superadora.
“A la una, a la dos…” decía la martillera mientras alguno de los “gordos” le clavaban la mirada y le murmuraban al “candidato” sobre que desistiera de cualquier nueva oferta.
El mismísimo juez se emplazó a su lado y le comentó al oído cual garante de que estaba al resguardo. Empero, el hombre permaneció inmutado. Quedó en silencio, sin ofrecer nada más de lo que evidentemente había ido a buscar. Sin más, la rematadora bajó el martillo con la oferta de aquel hombre sindicado como integrante de la Liga.
La seña que no alcanzó
Cuando llegó el turno de los pasos burocráticos de rigor -el pago del 10 por ciento del precio como seña, el cinco por ciento de comisión, más 10 por ciento de la comisión asignada en concepto de aporte previsional y 0,6 por ciento de sellado de ley-, y mientras el recinto se desalojaba entre la resignación y la complicidad de los presentes por la maniobra expuesta, el efectivo del ganador no alcanzaría y así, el juez aplicó todo el rigor.
En efecto, cuando ya en la calle el candidato parecía acordar bajo cuerda el “nuevo precio” del inmueble con aquellos corpulentos hombres que habían ganado la compulsa, quien debía abonar se encontró que le faltaban cinco mil pesos y así el magistrado dejaría sin efecto la adquisición.
El hombre, enfurecido, pidió que lo dejaran ir en busca de sus “colegas” para completar la cifra. Incluso alguno ofreció dólares para completar el monto, pero el juez se mantuvo firme y no avaló la posibilidad, lo que mereció que el iracundo comprador fuera retirado por la policía.
Como marca el rigor del procedimiento, la rematadora llamó nuevamente a subasta sobre la base estipulada. Como nadie quedaba en la sala, no hubo más ofertas y quedó suspendido el acto.
El aparente “comprador” encima de no concretar su cometido y ser retirado por la policía tendrá que hacerse cargo de los gastos que implicó el remate organizado.
Sin más, el implacable juez se iría custodiado por efectivos hacia su despecho del juzgado, frente a la mirada atónita como envenenada de los muchachos que quedaron en la vereda masticando bronca. El viaje había resultado en vano. Encima que no lograron el objetivo, habían perdido plata.
La nulidad del remate
Al año siguiente, en marzo de 2013, este Diario informó sobre la resolución del juez Blanc, quien decretó la nulidad del remate judicial en el que fue agredido por la Liga.
En la misma disposición, el magistrado resolvió “disponer como mandato preventivo la prohibición de acceso -por el término de 5 años- a las subastas a desarrollarse en esta ciudad de Tandil a Marcelo Alejandro Philipp y García”, un marplatense sindicado como el conductor de la Liga en esta localidad.
Según consta en las causas civil y penal –ésta última fue archivada- que investigan estos hechos, integrantes de la organización intimidaron a los interesados y compraron –por encargo de un tercero- un inmueble ubicado en la zona del Parque Industrial en un valor de 692 mil pesos.
El doctor Blanc, que fue de incógnita al remate, se basó en las declaraciones de interesados que asistieron y que participaron el 14 de agosto de 2012, pero además tuvo en cuenta su vivencia y las filmaciones existentes, para afirmar: “Tengo por formada plena y absoluta convicción de que en la subasta realizada en autos ha intervenido en forma activa y efectiva la Liga de Compradores (adviértase que el comprador en subasta fue el referido Philipp), imponiéndose la declaración de nulidad de la misma”.
Además, describió “la extraña situación” que observó durante la subasta, donde los únicos oferentes fueron una persona de apellido Pardo –que había realizado una oferta bajo sobre- y el adquirente Marcelo Philipp y García “el que a su vez actuaba como apoderado (por poder otorgado previamente el día 10 de agosto de aquel año) del propio Pardo. Esto es, la puja se desarrolló entre Pardo y su apoderado”.
Uno de los acusados, extécnico de Grupo
Entre las personas procesadas señaladas como integrante de la gavilla, se identificó al exdirector técnico de Grupo Universitario, Marcelo Philipp, quien condujo al equipo tandilense en el torneo Argentino B 2011/12.
Además de dirigir a Grupo, Philipp llegó a Tandil como entrenador de equipos visitantes, entre ellos Banfield y Alvarado de Mar del Plata. También tuvo un escandaloso paso por Racing de Olavarría. Su trabajo más reciente fue como DT de River Plate de Paraguay, cargo en el cual fue reemplazado en marzo pasado por Celso Ayala, exdefensor del seleccionado de ese país.
Según la investigación judicial, el extécnico de Alvarado era uno de los elementos utilizados para “presionar” a la gente.