ENFOQUE
Y si Lunghi se sube a la cosechadora (o el colectivo)
El penoso folclore del transporte rural escolar sigue ganando capítulos al son de responsables que, una vez más, desnudan que lo vociferado desde al atril lejos está de lo que luego se aplica en el cotidiano. Se llenan la boca sobre la prioridad educativa y apenas hay condiciones edilicias, recursos humanos y, en este caso, transporte, para garantizar el servicio básico para un derecho fundamental.
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Antes que salten los salieri de Lunghi, está claro y a más aclaraciones se subraya: La potestad del servicio de transporte para garantizar la escolaridad rural es de la Provincia y serán los bonaerenses y, en este caso, los tandilenses, los que sabrán mensurar tamaña desidia por lo que hoy se atraviesa y se viene padeciendo por años.
Empero, no deja de sorprender la pasividad, la parsimonia del pediatra y compañía para salir de este flagelo en el que unos trescientos chicos de su propio terruño no se pueden educar.
Sorprende que desde calle Belgrano se resignen a echarle la culpa a los que tienen la billetera en la ciudad de las diagonales. Tal vez les asistan razones que quien escribe y todo ese grupo de padres desesperados no sepan, pero al menos desde acá y allá también debieran clarificar.
Por caso, si lo que estos proveedores del transporte están pidiendo algo desproporcionado o se fraguan recorridos y demás inconsistencias, debieran ser esclarecidas ante la opinión pública y, más allá de ello, buscar otra solución, con otros actores.
El lunghismo se ufana, con legítimo derecho, la aplicación del PASE, que si bien con el paso del tiempo quedó retrasado frente a los beneficios nunca adquiridos de la SUBE, fue una idea progresista en pos de garantizar que los chicos de escuelas públicas tengan transporte gratuito.
Como suele suceder, en su anuncio hubo alguna trampita. Se habló de una idea del Municipio con fondos propios. No fue así. Se usan recursos del Fondo de Financiamiento Educativo.
Si bien dicho fondo está destinado para infraestructura escolar (incluso el natatorio del CEF 42), el lunghismo se las ingenió para usar una porción para la aplaudible iniciativa del transporte.
La pregunta redunda sobre esa política. ¿Por qué frente a la insensible desidia provincial no se implemente una ingeniería similar? Usar del mismo fondo para garantizar el transporte de los alumnos de la ruralidad.
Se insiste, no se trata de una potestad municipal, pero frente a la dramática coyuntura ¿no es tiempo de patear el tablero? Hay ejemplos de ayer y de hoy que cuando Lunghi se lo propuso lo hizo, y contó con la mayoritaria adhesión popular.
De hecho, sigue sosteniendo el combustible y la reparación de los móviles policiales (también potestad exclusiva de la Provincia). Se pagan los sueldos de los trabajadores de AOMA absorbidos tras la Ley de Paisaje Protegido (aguarda porque el Gobernador cumpla la palabra y reponga el dinero oportunamente pautado).
Más acá en el tiempo, y frente a un escenario sensible como fue la política sanitaria ante la pandemia, el pediatra no tuvo empacho en pararse de manos frente a los designios provinciales e impuso su propio criterio a la hora de manejar las políticas sanitarias y sus respectivas restricciones.
“No hay plata”, lacónico respondió el jefe comunal al pedido de ayer de los papás para que el Municipio afronte la diferencia entre lo que ofrece la Provincia y piden los transportistas. Vuelve a llamar la atención semejante sentencia para un Intendente que movió cielo y tierra para cumplir con su sueño de instalar una réplica de la Piedra Movediza o crear un Hospital de Niños y ahora levantar un hito urbano rumbo al bicentenario.
Alguna vez Lunghi sorprendió a propios y extraños y olfateando como nadie el humor social se subió a una cosechadora en pleno conflicto con el campo y un implacable Gobierno nacional. Salió fortalecido de aquel gesto más allá de la preocupación de algunos timoratos colaboradores que por esos años lo rodeaban. Tal vez sea tiempo de subirse a un colectivo y demostrar su liderazgo inalterable que sigue aplaudiendo buena parte de la ciudadanía.