ACERCA DEL “PROYECTO” DEL MÁSTIL EN EL PARQUE
Vételo, señor Intendente
Por Néstor Dipaola
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En los albores del año 1916, el intendente Antonio Santamarina recibió una comunicación -más bien una orden- desde el poder central. Cada jefe comunal tenía que hacer “algo” para festejar los primeros cien años de la Declaración de la Independencia. El joven Antonio (35 años tenía por entonces) se apoyó en uno de los andamios del edificio en construcción del actual Palacio Municipal y dirigió su mirada hacia los cerros del sur. Y se imaginó “algo” allá arriba. El hombre “vio” el Parque, nada menos, cuyas obras fueron inauguradas el 4 de abril de 1923. Tras la compra del predio, un par de días antes del 9 de julio de 1916 convocó a la población en la cima del cerro para colocar lo que por entonces se denominaba “piedra fundamental”. Y pronunció un notable discurso. En los primeros párrafos, sostuvo: “Este parque será mañana el sitio preferido de la sociedad de Tandil. El paisaje es bellísimo, el sitio pintoresco; desde la altura el horizonte se dilata, la imaginación nos hace adivinar el porvenir de la gran ciudad. En la vida de los pueblos no se construye sólo para el presente, hay que mirar siempre el futuro”.
Luego se dirigió expresamente a las damas presentes: “Señoras: Este parque es especialmente para vosotras. Aquí podréis venir a descansar de las tareas del día, mirando a vuestros hijos, que en la alegría caprichosa de sus giros infantiles correrán por los peñascos, a la sombra generosa de los árboles, formando sus almas en la contemplación de las maravillas de la naturaleza”.
Al dirigirse a los varones, les dijo: “Señores: A vosotros os está confiada la defensa, cuidado y embellecimiento de este paseo. Los bienes de la comuna son propiedad de todos”.
Por la magnitud de las obras, se requerían fuertes apoyos económicos. Y llegaron. La portada, por parte de la colectividad italiana. El castillo, donación de los españoles. Y Santamarina tuvo razón, porque todo fue tal como lo imaginó.
Ahora se está anunciando la colocación de un mástil gigante para izar la Bandera Argentina, precisamente en el lugar donde aquel Intendente pronunció el visionario discurso. Convengamos que ni siquiera se trata del bicentenario de la Patria, porque eso ocurrió en 2010. En todo caso, debería ser izada una bandera de Tandil.
Hasta el momento, nadie sabe cómo surgió este anuncio, quién tuvo la idea “brillante”. Como nada se ha dicho al respecto, apelaré a la imaginación. Supongo que algún colaborador del señor Intendente, creyendo realizar “el gran aporte”, un día, bien temprano, se lo propuso. Y como Lunghi tiene muchas cosas y sabemos que el tema del bicentenario lo desvela, le ha respondido algo así como: “Bueno, metele”.
Somos conscientes de que algo hay que hacer por los 200 años. En 2016, desde la “Banca 21”, el autor de estas líneas propuso edificar oficinas para el funcionamiento del municipio en algún lugar, y que el actual Palacio se convierta en el gran centro cultural y de convenciones que le está faltando a Tandil. Sabemos que se intentó y se mencionó el predio de la exfábrica Metán, para las mentadas oficinas y demás. Luego, entre infortunios, la pandemia y el “tiempo que pasa volando”, todo quedó diluido. Por ahora, es sólo un sueño que seguramente se concretará en algún momento, aunque no lo alcancemos a ver. O sí, ojalá.
Algo hay que hacer, es cierto. El hito, por ejemplo, al menos no molestará a nadie allí, en el principal acceso a la ciudad. Es obvio que también causa polémicas por el consabido tema de las “prioridades”. Pero la historia ha demostrado que muchas veces, por las prioridades, finalmente no se hace ni una cosa ni la otra.
Pero… ¿y esto del mástil…? Si don Antonio Santamarina, que falleció a los 94 años, perdidamente enamorado de Tandil, se levantase de donde esté y contempla esta nueva “obra” encima de su gran obra, se indignaría con todos los tandilenses, por permitirlo.
Por otro lado, si se realizase ya, un plebiscito entre la población, por el sí o por el no, es seguro que el sí obtendría muy pocos votos, o casi ninguno. ¿Entonces? ¿Cuál es el sentido? Porque ese mástil gigantesco, podría ubicarse, por ejemplo, en el Parque del Bicentenario, porque alude a la gesta de Mayo, 1810-2010. O en la Plaza de las Banderas, ahí cerquita.
Además, se estaría registrando una insólita contravención al Plan de Desarrollo Territorial (PDT). Es decir, el Municipio contra el Municipio. Por todo ello, deduzco que el señor Intendente, además de haber estado muy mal asesorado en este tema, ha sido sobrepasado por las circunstancias cotidianas, que no son pocas, y no ha podido concentrarse en esto. Ni en el PDT, ni en la oposición de la ciudadanía, ni en aquel sueño feliz de don Antonio Santamarina.
Por eso, humildemente, le pedimos que vete el dichoso proyecto. Sí, que lo vete. Porque seguramente se trata de una idea que se entreveró ahí, entre tantas cosas. Usted puede ejercer el derecho a veto, en este caso tan particular, que tiene consenso cero en la población.
Hágalo, señor Intendente. Estamos a tiempo.