OPINIÓN
Sobreexposición de menores en internet: los riesgos de compartir fotos e información en la red
Por Lucas Moyano (*)
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El inicio de año nos encuentra en época para muchos de vacaciones, festejos, verano, aire libre y dejar un poco de lado la vorágine habitual en la que vivimos. También es una época donde podemos tener un descanso, por eso te propongo reflexionar sobre la sobreexposición de menores en internet. Vos dirás ¿ahora? Y te voy a responder que ¡sí! Este es el momento adecuado para que nos tomemos un tiempo para pensar y así poder proteger a nuestro bien más preciado, nuestros hijos en lo particular y las infancias en lo general.
Las vacaciones en familia son una época para generar y compartir recuerdos; es quizás la época del año donde más se utilizan las redes sociales. Como mamás y papás, solemos compartir estos archivos, pero debemos pensar que hacemos públicas imágenes de nuestros hijos sin pensar en las posibles consecuencias presentes y futuras. Cada posteo va perfilando una huella digital que supone una pérdida de la intimidad; privacidad de niñas, niños y adolescentes que debe ser resguardada
Para mensurar la problemática, debemos recurrir a algunas estadísticas. Un estudio de la compañía de seguridad en Internet AVG realizado en Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, España, Australia, Nueva Zelanda y Japón, dio como resultado que el 81 por ciento de los niños menores de 2 años tiene ya perfil o huella digital en redes sociales e Internet y casi un cuarto (el 23 por ciento) inicia su vida online con una ecografía prenatal. No porque ellos publiquen las imágenes, por supuesto, sino que son sus padres quienes se encargan de ello.
Una encuesta de Nominet en Reino Unido mostró que, al cumplir 5 años, los niños contaban ya con una herencia digital de casi 1.500 fotografías, legadas por cortesía de sus padres en redes sociales y blogs.
Compartir fotos de los hijos e hijas no es un fenómeno reciente. Lo que sucede es que ahora se distribuyen muchas, muchísimas más fotos, fuera de los círculos restringidos y acotados, con un público ilimitado y sin ejercer ningún control sobre su rastro digital: Internet y las redes sociales ejercen de canal de difusión ilimitado.
Los adultos van creando sin querer, sin darse cuenta, la huella digital de sus hijos, antes de que puedan decidir nada sobre ella, mucho antes siquiera de aprender cómo gestionarla, o de que se abran un correo electrónico. Una huella que aumenta a pasos agigantados, a medida que transcurre el tiempo, y que les acompañará hasta la adolescencia y la entrada en la edad adulta. De forma inconsciente, los padres pasan de ejercer de guardianes de la información personal de sus hijos, a narradores públicos de sus vidas.
Entender los límites entre lo público, lo privado y lo íntimo puede marcar la diferencia a la hora de compartir fotos y videos de nuestros hijos en Internet y evitar exponer su intimidad pensando en el impacto que esto puede tener para ellos.
La práctica de exponer a los niños en Internet se denomina sharenting y puede tener serias consecuencias tanto para la seguridad como para la salud psicológica de los menores, por lo tanto, merece ser revisada.
Los riesgos de publicar en redes sociales se ven acrecentados cuando hablamos del “sharenting”, puesto que el contenido en el que aparecen menores es más delicado, donde podremos estar expuestos a:
-Uso fraudulento de las imágenes: los contenidos pueden descargarse sin autorización y ser manipulados para volver a subirse a Internet
-Geolocalización: los datos de localización permiten que se sepa dónde están nuestros hijos e hijas en todo momento.
-Falta de privacidad: cuando subimos las fotos de los menores, lo estamos haciendo sin que puedan decidir si quieren tener presencia o no en Internet.
-Ciberbullying: los contenidos pueden llegar a favorecer el ciberacoso, ya que pueden afectar a su reputación social.
-Grooming: puede llegar a generarse acoso por parte de otro adulto a través de las redes sociales.
-Pedofilia: el contenido puede ser usado con propósitos sexuales. Los pedófilos podrían llegar a guardar o compartir dichas imágenes para una connotación sexual.
Teniendo presente los riesgos, antes de compartir una publicación en internet sobre tus hijos, te sugiero que te hagas una serie de preguntas:
¿Por qué lo compartís? Esta es probablemente la pregunta más importante para hacerse ya que no es tu información, sino la de tu hijo. Debes tener una buena razón antes de enviar estos contenidos a las redes sociales
¿Te gustaría que alguien compartiera la misma información sobre vos? Si bien ello va a depender de lo extrovertida que sea la persona, si tu hijo fuera alguien más celoso de su privacidad, o que esto pudiera suponer luego ser víctima de burlas o bullying, entonces te recomiendo darte un espacio para esa charla con él o ella (siempre que tenga la edad para poder hacerlo) y que si dudas en hacerlo, mejor no lo hagas.
¿Podría tu hijo avergonzarse de esto ahora o en el futuro? Debemos ser conscientes del impacto que podría generar la publicación en nuestros hijos.
¿Hay alguna persona en el mundo que no debiera ver esta información sobre tu hijo, ahora o en cualquier momento en el futuro? Si la respuesta es sí, no la compartas. Sé que suena exagerado, pero cada vez es más común para empleadores, personal de admisión de universidades o personas con posibles intereses románticos, entre otros, hacer búsquedas en el internet sobre determinadas personas.
¿Quiere que esto forme parte de la huella digital de su hijo? Incluso si no es algo vergonzoso, ¿qué imagen da sobre tu hijo? Pensalo.
La exposición diaria de los menores en estas plataformas por parte de sus progenitores es una realidad, pero muchos no piensan en las consecuencias: baja autoestima y alta frustración. En el caso de que los padres estén separados, es necesario el acuerdo mutuo para poder exponer la vida del menor.
Debemos tener presente que como padres somos el modelo a seguir por nuestros hijos, si nos ven compartir nuestra vida en las redes sociales, y sin seguridad, van a aprender a que ellos también pueden hacerlo.
Antes de publicar se nos impone la reflexión respecto al por qué, para qué y para quién se comparten fotos y videos de los hijos. Para educarlos en un uso responsable de las redes sociales, primero es importante ser adultos responsables. Esta misma reflexión la podemos y debemos hacer con ellos, poder hablarlo con nuestros hijos e hijas les da herramientas para pensar ellos cómo van a utilizar las redes sociales cuando les llegue el momento.
Te invito a que entre todos podamos crear un espacio digital más ciberseguro.
¡Feliz año!
(*) Fiscal. Autor del libro Ciberdelitos: como investigar en entornos digitales. Editorial Hammurabi.