Opinión
Nuestros tres años con Alberto
Diciembre de 2019. Alberto Fernández dejaba el Congreso de la Nación para dirigirse a Casa Rosada. Hacía unos instantes había jurado como presidente. En ese entonces tuvo mejor suerte que su antecesor; el bastón de mando y la banda presidencial se los entregó el mandatario saliente.
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Aplaudido por los propios y por los prestados de su frente que copaban la calle, Alberto entró a la casa de gobierno por la puerta grande. Tres años más tarde, en la puerta de atrás de la rosada, recordó su inicio de gestión con un acto al que no fue nadie. La imagen de soledad resume un gobierno fracasado repleto de promesas incumplidas.
El presidente que entró gritando que “no puede haber argentinos de primera y de segunda” es el mismo que en plena pandemia hacía fiestas en la Quinta de Olivos. El mismo que por televisión se peleaba con periodistas y amenazaba a los argentinos que pedían a gritos trabajar. El mismo que encabezó el pésimo manejo de la crisis sanitaria del Covid-19: un vacunatorio vip para los amigos, 130 mil muertos, la tardía compra de vacunas con contratos pocos claros, entre otros chascos.
Fernández celebró tres años de fracasos acompañado por las Abuelas de Plaza de Mayo. No dijo ni una sola palabra sobre los informes realizados por organismos de Derechos Humanos, que constatan violaciones de las fuerzas de seguridad provinciales –Formosa principalmente- mientras se cumplía con el aislamiento. Tampoco pidió perdón por apoyar el auto golpe de Estado que hace una semana intentó hacer Castillo en Perú, y que Cancillería acompañó junto con México.
El mismo Fernández que en 2019 exclamó que el país tiene que “impulsar el desarrollo de todas sus regiones”, no dijo nada sobre el 100% de inflación anual y el 43% de pobreza. Tampoco dijo nada del crecimiento de la economía informal, ni de la difunta “Mesa contra el hambre” que tiene a más un integrante disfrutando del lujo en Qatar.
El mismo presidente que prometió recomponer los haberes jubilatorios y se la pasó repartiendo bonos de cinco mil pesos que no alcanzaban para nada, se olvidó de mencionar que entre diciembre de 2019 y el mismo mes de 2022, la jubilación mínima cayó en términos reales. Tampoco habló de los sueldos. No sólo no se recuperaron, sino que cayeron entre un 3,7% y un 3% por la improductividad y la inflación.
Mucho menos se lo escuchó mencionar al dólar. El mismo que prometió “un dólar competitivo para producir y exportar”, no se animó a reconocer que la moneda estadounidense perdió contra la inflación acumulada. Tampoco que está en uno de sus niveles más bajos de competitividad. Tampoco dijo nada de las reservas del Banco Central, que están más de US$ 5 mil millones de dólares abajo de las que había en el inicio de su gestión. Raro, teniendo en cuenta que se profundizó el “cepo cambiario” heredado de Macri.
El festejo de estos tres años de gestión fue casi en soledad. A la ausencia de Cristina Kirchner, que estaba con covid-19, se le sumaron otras tantas. No fueron sindicalistas de peso dentro del oficialismo como Pablo Moyano (CGT) o Hugo Yasky (CTA). No fueron funcionarios ungidos por el propio Fernández como Luana Volnovich (Pami) y Fernanda Raverta (ANSES). Con excepción de Osvaldo Jaldo –encargado de cuidarle la provincia a Manzur-, tampoco fueron los gobernadores del PJ que había estado en Buenos Aires 48 horas antes. Otro que brilló por su ausencia fue Axel Kicillof y eso que el acto se realizó solo a 60 kilómetros de la capital. Sergio Massa, el superministro que hace unos meses fue presentado como la última gran incorporación de un gabinete con mucho recambio, llegó para la foto final.
El fracaso de Alberto Fernández va más allá de lo económico-social. El fracaso de estos tres años hace que nadie en el peronismo quiera que el presidente esté “al frente para ordenar” el movimiento del general. Un movimiento que en sus mejores épocas se jactó de representar el trabajo y la justicia social, pero que se ha convertido en el puente entre los que sufren la pobreza y los que se aprovechan para hacer caridad con el Estado.