Opinión
No desgasta el poder, lo que desgasta es no tenerlo
A principios de octubre, luego del efecto de renuncia masiva que copó por unas semanas la agenda de los medios y puso en jaque el Gabinete Nacional, los historiadores Pablo Gerchunoff y Roy Hora navegaron por la historia del peronismo y analizaron la situación en la que se encuentra el movimiento del General tras la derrota electoral de septiembre.
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Esas reflexiones, siempre recomendables y que se repiten semanalmente en relación a distintos temas en un podcast de El DiarioAr, plantean una pregunta cuyas posibles respuestas y análisis marcarán sin dudas lo que queda de la gestión de Alberto Fernández. Es que de confirmarse en noviembre los resultados de las primarias, la idea del debilitamiento del Jefe de Estado y también del gobierno sin duda tomará mayor fuerza. Y surgirá entonces otro interrogante que seguramente permanecerá en agenda durante varios meses y sobre el que se ensayarán respuestas sin que nadie se anime a expresar un veredicto final: ¿El proceso de decadencia que inició el Frente de Todos meses atrás será también un proceso similar por el que deberá pasar el peronismo como partido histórico? ¿O al menos lo será para el kirchnerismo como una expresión más del movimiento?
Si bien en 2015 algunos valientes ya aseguraban que estábamos frente al final del kirchnerismo y repetían la frase “no vuelven más”, la pregunta ahora es inevitable porque el peronismo nunca necesitó tan desesperadamente alguien que defina eje y rumbo. En definitiva, alguien que además de remontar el traspié electoral sea capaz de reconstruir los vínculos del partido con su núcleo de votantes histórico que se rompió, básicamente, por los problemas económicos del país: las clases populares.
El indicador que muestra este proceso lo reflejó una encuesta de Poliarquía que estudió cómo se compuso el voto al oficialismo y a la oposición según cada actividad. Por ejemplo, entre las amas de casa el oficialismo gana 61 a 23 y entre los empleados estatales 51 a 33. Esto cambia cuando se hace foco en los jubilados, en ese sector de la población que en los últimos meses perdió contra la inflación el gobierno pierde con un 31 contra 54. Algo similar ocurre entre los empleados del sector privado (pierde 30 a 62).
Lo llamativo, y que abona más el interrogante anterior sobre los vínculos del kirchnerismo con su base electoral, se da entre los cuentapropistas. En ese segmento, la oposición gana en preferencias (56 a 28), al igual que entre los desocupados (55 a 21).
En este escenario, sin nadie que articule las diferencias que se producen al interior del oficialismo, los papelones se vuelven constantes y tienen siempre un mismo protagonista.
En los casos de violencia mapuche en la Patagonia que coparon la agenda mediática Fernández tuvo un rol más que equívoco. Tal vez por leer ese conflicto en términos de kirchnerismo-antikirchnerismo o de Derechos Humanos, cuando en realidad se trata de un grupo de personas que cuestiona la existencia del Estado y la capacidad de este para garantizar el orden público y la propiedad privada.
Primero, el Presidente se niega a mandar la Gendarmería, después manda a los efectivos pelea mediante con la gobernadora de Río Negro y dice al mismo tiempo que no es un tema federal. ¿Por qué el kirchnerismo, no reacciona ante reclamos secesionistas si siempre se jactó de defender la soberanía con Malvinas?
Con el congelamiento de precios de la última semana ocurre algo similar. Rechazo por parte de todos los eslabones de la cadena productiva y hasta algún enojo de los consumidores que, en los últimos días, vieron un aumento acelerado de los precios previo a la entrada en vigencia de la nueva política antiinflacionaria. ¿De verdad piensan que hay gente que cree que volvieron mejores cuando Feletti se disfraza de Guillermo Moreno?
Como bien dijo en su momento Giulio Andreotti, lo que desgasta no es el poder,” lo que desgasta es no tenerlo”. Porque en la política, quien no logre obtener poder, quien no logre hacer que otros sigan sus órdenes, queda directamente fuera del sistema. No tener poder en el sistema de la ciencia no invalida un conocimiento verdadero, pero no tener poder en política es equivalente a la expulsión. ¿Estará el Presidente a la altura de lo que se le viene después del 15 de noviembre? Los presidentes, como los movimientos políticos, también tienen un ciclo de vida.