Opinión
Municipios Digitales
La CIPPEC es un think tank líder en Argentina que trabaja con iniciativas de incidencia en políticas públicas, asistencia técnica para gobiernos e investigación aplicada y en estos últimos días, Demian González Chmielewski y Amalia Peralta publicaron un interesantísimo informe titulado: “Transformación pública digital: la agenda municipal” donde se analizaron 23 ciudades capitales de provincia con una metodología que observa las normas municipales, los servicios públicos digitales a través de sitios web y la innovación pública digital a través de entrevistas con responsables de áreas de transformación digital.
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El estudio brinda resultados heterogéneos sobre lo que podríamos simplificar, como la aplicación de herramientas tecnológicas a nivel municipal, y permite sacar interesantes conclusiones al respecto. En principio, los autores concluyen que los mecanismos tradicionales de gobierno electrónico, como las interacciones y las transacciones, tienen mucha presencia en las reglamentaciones, mientras que la inteligencia artificial y la ética de la gestión de datos están mucho menos desarrolladas.
Existe una gran diversidad de iniciativas de innovación pública en los gobiernos locales con la sociedad civil y el sector privado. Lo que evidencia una gran oportunidad en materia de interoperabilidad y cooperación con otros gobiernos locales. Como conclusión, se aborda que los gobiernos locales, como primera instancia de contacto vecinal, tienen un fuerte incentivo para desarrollar servicios digitales y proyectos de innovación pública que respondan a necesidades ciudadanas. Las normas municipales, junto con las leyes provinciales y nacionales, forman la base de la gobernanza digital.
La gran oportunidad surge a partir de comprender que el gobierno municipal es el que menos recursos controla, por lo que debería ser el más eficaz en cuanto a administración pública. Estas herramientas permiten, entre otras cosas, agilizar los trámites, simplificar los procesos y esto podría aumentar claramente la recaudación. También la posibilidad de segmentación y cruce de información permite generar medidas mucho más diversas y específicas que al separar por variables demográficas, por ejemplo. El gobierno municipal es el único que tiene un contacto directo con el ciudadano en el organigrama político, a diferencia de las entidades provinciales o nacionales que son administraciones burocráticas. Esto presume un acceso privilegiado a la territorialidad y consecuentemente a la recolección de información, insumos fundamentales no solo para delinear la gestión sino para que la elaboración de ordenanzas esté fundada en problemáticas reales.
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La comunicación eficaz a través de redes sociales es un mecanismo para saltear al intermediario y acercarle el mensaje directo al ciudadano. La posibilidad de acercar los mostradores, mediante el cobro virtual y la tramitación de turnos y simplificación de trámites, son acciones que suelen ser muy valoradas y aumentan la recaudación. Además, estas tecnologías permiten instancias de participación ciudadanas que pueden servir para la recolección de información, denuncias, hasta la cooperación civil y privada en proyectos públicos. Si esta red se amplía en el territorio nacional, fortalecerá la coordinación vertical (municipios, provincias y nación) y horizontal (entre los mismos municipios).
En estos últimos tiempos, las tecnologías nos han permitido ser más rápidos, más baratos, tener más alcance, segmentar, tejer redes de cooperación y comercio incluso globales, acceder a información y experiencias a un clic; sin embargo, los municipios siguen con un enfoque verticalista de la política, siempre dependientes del derrame de dádivas por parte de nación y provincia. Y, por otra parte, un abordaje endémico de la gestión pública, mecánico, repetitivo, analógico y obsoleto.
En el diseño de los municipios del futuro no puede ser la política la única que intervenga, las nuevas tecnologías permitirán incorporar el “expertise” del sector privado y también la retroalimentación de los ciudadanos como prosumidores de esas políticas públicas. Si esto se logra, no solo estaremos hablando de municipios mucho más productivos y transparentes, sino de una democracia más saludable y verdaderamente representativa.