ENFOQUE
Las raíces de la matria
¿Qué implicancias tiene vivir-sentir-pensar este territorio como nuestra matria, un suelo con una historia larga, donde arraigar sin que nos pertenezca? Del que formamos parte. Una tierra para criar y respetar, un territorio en continuidad con nuestros cuerpos y nuestras variadas historias humanas en este lugar, las tierras de Abya Yala.
En este territorio viven nuestras raíces, esas que duelen con las múltiples formas del desarraigo, como hubiese dicho Gelman, esas que se hieren a diario con las variadas formas del saqueo y la desmemoria; alimentadas por los ríos, los humedales, los algarrobos, el monte, mutiladas por las talas y otras indecibles e incontables formas del maltrato y la violencia. Son raíces humanas también, que se niegan y a veces ni siquiera se nombran.
Los ejercicios de la memoria y los rituales que la acompañan forman parte de ese complejo vínculo de arraigo y desarraigo en/con esta tierra. De allí la pregunta por las formas de construcción de ese lazo, por lo que no se dice, la inquietud por hurgar en los rumbos de las raíces buscando a contracorriente, cepillando a contrapelo. Y es que la historia patria se hizo de negaciones y borramientos, de recortes y expulsiones, de genocidios y arrasamientos. Mujeres, otredades, territorios, como espacios de guerra, saqueo y conquista.
El 25 de mayo es una fecha emblemática, una suerte de nudo y a la vez un corte en el lazo colonial que ligaba estas tierras de ultramar, el llamado Virreinato del Río de la Plata, a la metrópolis española. También es un nudo entre territorios diversos vinculados por el proyecto político de la primera emancipación, imaginada como continental.
Durante muchos años esa historia nos fue narrada en términos criollos y masculinos. Nada de los relatos permitía avizorar la presencia de otros sujetos, nada las continuidades territoriales con el Alto Perú, y bastante más allá. Si personas afrodescendientes y nativas aparecían en escena era en su condición de sirvientas y esclavas, pasivas en una historia que ocurría en otro escenario, ocupado por los verdaderos protagonistas: varones, blancos, letrados, hispanohablantes, convocados por un proyecto mercantil.
Y sin embargo, por decirlo en las palabras que empleara Manuela Sáenz en una carta a Bolívar de 1825 para defender la libertad de América y la libertad de las mujeres en tiempos de revolución, "la historia cambia, la América cambia". Esos cambios habilitaban a las mujeres, a Manuela misma, a la autodeterminación, pero también a Jonatás y a Natán, mujeres afros, habientes de una nueva libertad. Traigo a la Sáenz porque las mujeres fueron borradas de la historia de estas tierras. Suprimidas de la memoria, de los rituales y de la historia, del mismo modo que lo fueron chiriguanos y tarabucos, parte fundamental de las tropas guerrilleras que durante años contuvieron las avanzadas realistas en el Alto Perú al mando de Juana Azurduy, hoy reconocida como generala del ejército en los territorios de Bolivia y Argentina. Otra olvidada fue Remedios del Valle, mujer afro, capitana del ejército del Norte, al final de su vida mendicante, ninguneada por quienes edificaron la patria en tiempos de retorno al orden.
Estos tiempos que corren, de venas abiertas y desgarramientos, pero también de recuperación de algunos lazos y afectos con nuestro territorio y nuestrxs ancestrxs, deberían invitarnos a senti-actuar y pensar acerca de los posibles rumbos, de las formas de anudamiento que sostenemos con el pasado, entre lxs sujetos, en estos, nuestros territorios: algo así como remontar las raíces en el espacio y en el tiempo.
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* Feminista, docente de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo, directora de la Maestría en Estudios Feministas- UNCuyo, investigadora del CONICET- INCIHUSA-CCT Mendoza.