ENFOQUES
La segunda fundación del Tandil
* Por José Rossanigo, escultor
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Un industrial fundidor le comentaba a mi viejo que el turismo era una actividad de haraganes, allá por la década del sesenta, mientras papá cargaba un equipo con gas Freón 12, en su fábrica de heladeras en Yrigoyen 748.
Eran años en los cuales todavía enorgullecía a la ciudad contar con fábricas, talleres metalúrgicos y fundiciones de hierro y bronce que abastecían a las automotrices argentinas.
En este contexto, había otra noción de lo que era o no “trabajo”.
También la industria de la piedra o la textil marcaban, en importancia, junto a la explotación agropecuaria, la economía aquella ciudad.
La industria sin chimeneas era considerada una actividad menor hasta entrados los años noventa.
Hubo cambios en nuestra sociedad y el mundo todo. Y trabajo no significaba ya sólo fuerza física.
En mi país, la crisis pos-menemismo convertible, la Alianza, el helicóptero y los treinta y nueve muertos cambiaron para siempre nuestra percepción y nuestra existencia misma. Parripollos, canchas de paddle, polirrubros y remisserías pintaban otro paisaje.
En mi ciudad finalizaban muchos años de derecha democrática a manos de Zanatelli (ex militar y participante local del golpe del ´76) y Oroquieta.
Entramos así, acto seguido, en el ulterior lunghismo por menos de trecientos votos sobre el candidato peronista Bracciale.
Y la derecha siguió, gorila y elitista y no fueron insinuaciones veladas, fue realidad al tiempo que la variante turística aparecía como una opción potable.
La huida de quienes se sentían atrapados por la inseguridad del AMBA buscaban nuevos horizontes y aquí, en mi ciudad, una funcionaria diseñaba lo que a la postre cambiaría para siempre la identidad social del Tandil. Helena Berestain pensó otro turismo.
Aquellas frases que ilustraban las puertas traseras de camiones que circulaban por todas las rutas y publicitaban tímidamente: “Tandil ciudad de turismo”, dieron espacio a otros slogans nuevos y marketineramente seductores: “Tandil, lugar soñado”, por ejemplo.
¿Soñado por quién y para quiénes? ¿Soñado como sinónimo de deseo, de cuento de hadas o soñado como paraíso exclusivo?
Posiblemente soñado para que las clases pudientes tuviesen un lugar de desarrollo sin la problemática de la inseguridad o de la población “indeseada” del conurbano.
Por ese entonces en el mundo se promocionaban la “marca ciudad” y la “marca país” y Tandil no podía excluirse de esta tendencia, por lo menos desde la visión de esta funcionaria, y la ciudad no fue ya la receptora de los contingentes que llegaban cada Semana Santa infestando las cercanías de la plaza San Martín con micros, cerca del Calvario, para retirarse urgentemente ese mismo día. Eran los indeseados “gasoleros”.
El diseño apuntó al turismo de relax, de aventura. Caro.
A nivel nacional se promocionaba a Tandil para un turismo distinto sin los grasas de las playas de Mar del Plata.
Las promesas de cabalgatas por las sierras, trekking, mountain bike o las estadías en acogedoras cabañas de madera en las sierras, sumado a la degustación de los mejores productos regionales, seducían a un turismo con otro poder adquisitivo.
Y así la clase media y media alta foránea vio en Tandil un potable lugar para escapar de motochorros, saqueos, secuestros y “marrones” dando lugar a una inmigración consecuente en busca de seguridad y tranquilidad para su prole.
Terrenos y alquileres caros al sur de la ciudad no fueron óbice para su asentamiento lejos del norte bajo.
La euforia de la orgía sojera y la renta extraordinaria empresarial aceleró la inversión en inmuebles y condominios atestando las manzanas con departamentos vacíos o alquilados a familias desesperadas y obligadas por el déficit habitacional. Otros, rentados a estudiantes universitarios con padres de buen pasar o más rentables aún para turismo de fin de semana. Caros.
El gobierno del pediatra en su primer mandato fue transformando aquella ciudad industrial con valor agregado y trabajo calificado en una sociedad de servicios y empleos mal pagos. Una ciudad pensada para el ajeno, sea turista o inmigrante pero siempre con buen bolsillo. Con barrios cerrados y hoteles con estrellas, alejados y seguros.
Esta influencia cambia sin dudas la idiosincrasia del “nyc”, la ciudad muta y se refunda y sus consecuencias modelan nuestro nuevo hábitat.
El parque industrial deshabitado es un símbolo de este cambio. La metalurgia capituló ante la crianza de cerdos, o el armado de salames y quesos varios.
Bueno es preguntarse, en este devenir, por la política.
Ni el oficialismo ni la oposición han estado a la altura de estas transformaciones en las que el sector privado ha sido el conductor, a su conveniencia por supuesto, del desarrollo local.
Sabemos que con la ausencia o la tibia presencia del estado, el privado es dueño y señor.
El poder de la Cámara Empresaria o las asociaciones promotoras del turismo, los clusters y sus pares dictan políticas locales y sabemos que no todos se benefician con estas acciones.
El diseño de Helena Berestain, Directora de Turismo del período final del zanatelismo y principio del lunghismo fue entonces consecuente.
Sabido es que la democracia se degrada cuando el poder privado toma atribuciones impropias y es cuando ya no desentona la alteración de principios básicos como la alternancia en el poder y, el pediatra, cebado, se convirtió en uno más en violar este principio, inspirado y avalado por la acción de los barones peronistas y radicales indistintamente del conurbano o los feudales provinciales.
La suma ininterrumpida del poder, sin dudas invita al relajo político que deviene en relajo cultural y así sin darnos cuenta nos hervimos en un caldo social de nauseabunda mediocridad.
La trama social debería contar por cierto con pensadores que supiesen alertarnos y ser ellos los anticuerpos en la sociedad cuando corremos el riesgo de poner en peligro la convivencia.
Son las alarmas que se encienden cuando los totalitarios quieren imponer ideas fáciles y rápidas.
En mi ciudad tanto la oposición política como los intelectuales permanecieron anestesiados y, siendo más severos, se asociaron a este cambio que propició desigualdades.
Hoy algunos historiadores locales imitan a Winston, el personaje de George Orwell en “1984” reescribiendo la historia que Lunghi completará cuando termine su próximo mandato, allá por el 2027 narrándole a una nueva generación una historia reescrita a su medida.
Este año se cumplen doscientos años de la primera fundación de Tandil y veinte de la permanencia de la administración lunghista, suficiente para crear un nuevo sentido.
Esta nueva historia de mi ciudad refundada está siendo escrita a medida de los nuevos habitantes.
Cual profecía, se cumplió el deseo de los viejos conservadores locales de concentrar el poder tan deseado y apenas birlado por un Pizzorno débil allá por el ochenta y siete.
Tandil no es una ciudad para todas y todos, tampoco para que esté toda la gente adentro. Al sur y adentro los ricos y, los menos pudientes al norte y lejos del centro.
El déficit habitacional permite elaborar un estado de situación social en el cual casi la mitad de la población carece de vivienda propia.
Así ha sido diseñado este presente en el cual el peronismo no ha sido ajeno y los medios de difusión, socios del poder, han sido parte importantísima en esta refundación.
El peronismo optó por la forma de la política del coqueteo para acercarse a las clases dominantes y sabemos que cuando se traiciona la esencia, en política, se paga con votos.
La cultura chata y las ideas mediocres fueron capital propio del lunghismo y no los culpo ya que cuando se detenta el poder total, la ilustración es considerada un bien incómodo.
Han desarrollado en estos años una ciudad decorativa y despojada ya de su identidad fundante y propicia para ofrecérsela al inmigrante solvente.
Una ciudad nueva aunque más injusta y vetusta en sus ideas.
Doña Helena ha refundado, sin pretenderlo, una ciudad con un riquísimo pasado pero dividida en dos y con una historia que se va escurriendo sin retorno entre los adoquines labrados de las viejas calles que cruzan el valle de las sierras más antiguas del mundo.