ENFOQUE
La potencialidad del cerebro
La idea de que activamos únicamente una mínima porción de nuestro cerebro está presente, al menos, desde principios del Siglo XX.
Las excusas sobran. Un argumento muy fuerte es el porcentaje de neuronas que hay en la corteza cerebral. De estas células dependen las funciones mentales superiores y alcanzan aproximadamente al 20% del total de neuronas.
Otra idea que contribuye a la perpetuación de este mito, es la menor proporción de neuronas comparadas con otras células cerebrales, las células de la glía, que tienen funciones de nutrición, limpieza y regeneración cerebral pero no son células que puedan transmitir mensajes.
La idea que probablemente más influencia tiene sobre el mito de que usamos el 5% o el 10% del cerebro, posiblemente sea la convicción de que podríamos ser más exitosos, inteligentes, capaces y adinerados, pero no lo somos, porque no usamos completamente nuestra capacidad cerebral.
La creencia de que solamente usamos una parte del cerebro, nos llena de esperanza. En cualquier momento podríamos hacer algo que nos lleve a sacarle el jugo a este órgano y darle un giro a la existencia que cambie nuestra vida mental. Usar el cerebro en su totalidad podría llevarnos a tener 10 o 20 veces más capacidades y habilidades de las que tenemos.
Esta esperanza no es del todo equivocada. Nuestro cerebro tiene la posibilidad de ofrecernos siempre algo más. Pero lo que no es cierto, es que esto es así porque no usamos la totalidad de la capacidad cerebral.
Estudios de neuroimágenes, como la resonancia magnética funcional, permiten escanear qué áreas cerebrales se activan cuando se ejecutan distintas actividades mentales o motoras. Por medio de estas técnicas, se observó que el cerebro funciona permanentemente como un todo e involucra a múltiples áreas cerebrales. De hecho, casi todo el cerebro se activa frente a requerimientos mínimos del ambiente. La ciencia desmiente contundentemente al mito que nos da la esperanza de que podemos mejorar en un 90%.
Aun cuando no hay actividad motora o intelectual, el cerebro está en funcionamiento manteniendo a todos los sistemas del organismo en acción y activando la atención, la memoria y la emoción. Y si dormimos, nuestro cerebro también continúa en actividad.
Es cierto que hay diferencias de una persona a otra. Cada uno genera, a lo largo del desarrollo, conexiones particulares de neuronas y las mismas funciones dependen de la actividad de distintos circuitos en diferentes personas. No hay un cerebro igual al otro. Ni anatómicamente, ni mucho menos, respecto de la conectividad de las neuronas. Cada experiencia, cada novedad, cada momento vivido, modifica las redes neuronales gracias a un proceso que se llama "neuroplasticidad".
¿Cómo mantenemos estas conexiones? La mejor manera es usarlas y desafiarlas. Repetir lo viejo y aventurarse a lo nuevo para estimular la neuroplasticidad y generar nuevas potencialidades a nivel cerebral y como consecuencia, a nivel mental.
Sabemos la base que tenemos; lo que viene dado; lo que tenemos de inicio. Pero no sabemos hasta dónde podemos llegar si estimulamos lo que tenemos.
Es sumamente importante mantener nuestras redes de neuronas en uso y desafiarlas. Sacar nuestras redes de su zona de confort. El cerebro tiene un sistema económico y todo lo que no está en uso se degenera y muere. Por eso es tan importante mantener las redes que tenemos, complejizarlas y modificarlas. La neuroplasticidad es un proceso adaptativo natural, pero podemos usarlo a nuestro favor, manteniendo nuestra reserva cognitiva a través del cuidado del cerebro.
Aunque pensar que usamos el 10% del cerebro nos abre la puerta a soñar con ser 10 veces mejores de lo que somos, dejar en manos de la neuroplasticidad nuestro desarrollo intelectual y cerebral parece ser la mejor opción.
Desafiar al cerebro y mantener vivas las conexiones neuronales retroalimenta a la neuroplasticidad y nos permite crecer 100 o 1000 veces más, si nos ocupamos de que así sea.
No se trata de que no usamos lo que tenemos, sino de que podemos hacerlo crecer. Nuestro cerebro siempre da para más y el techo lo ponemos nosotros con las ganas de mejorar.
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* Doctora en Genética del Comportamiento (MN 33343) y fundadora del método Brainpoints.