Opinión
La muerte evitable de don Juan Peris
La muerte de Juan Peris, como tantas otras, pudo haberse evitado, de no ser por la indiferencia y desidia de las autoridades. El autor de estas líneas lleva por lo menos 20 años insistiendo en que la Ruta 226, desde El Paraíso hasta la intersección con la Ruta Provincial 30, debe ser convertida en avenida, con construcción de cordón cuneta e instalación de semáforos.
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Es absurdo que se responda que por pertenecer al Estado nacional nada se puede hacer. En todo el país hay ejemplos al respecto. En la Ruta 3, cerca de Buenos Aires. En la zona de Cipolletti-Neuquén. En la ruta 9 hacia el norte. Y no solamente cuando los tramos complicados atraviesan grandes ciudades, sino también en lugares relativamente pequeños como Termas de Río Hondo, en la provincia de Santiago del Estero. Allí, en un tramo importante, la ruta 9 se transforma en “avenida Juan Bautista Alberdi”.
Hace unos 20 años, escribíamos en el suplemento dominical “La Vidriera”, de este diario: “Lo peor es que las muertes van a seguir ocurriendo si a esos tramos de la ruta no se los declara ‘avenida’ y se colocan semáforos, veredas y cordón cuneta. Lo venimos advirtiendo desde hace mucho tiempo. En todos los casos hemos pronosticado -como ahora- próximas muertes. Desgraciadamente, esos pronósticos se cumplen. Son crónicas de muertes anunciadas. Y no ocurren en Macondo, sino en Tandil”.
Y en 2011, en una contratapa de La Vidriera, sosteníamos: “En los últimos meses se ha insistido en el estudio del posible traslado de la Ruta 226, es decir, un desvío hacia destinos menos complicados. En primer lugar, eso es ‘patear la pelota afuera’ por algunos años. En relativamente poco tiempo será exactamente lo mismo. Pero por otra parte, esos trabajos, si realmente se ejecutan, llevarán mucho tiempo. Y el problema, además de grave, es urgente. Las colectoras y las rotondas no han solucionado nada. Por el contrario, han complicado más las cosas, perjudicando el acceso a sus viviendas a los vecinos de Villa Aguirre y barrios aledaños”.
La muerte de don Peris debiera ser la última. Ya hay pruebas suficientes de que la conversión de la ruta en avenida es la única solución. Hagámoslo ya, incluso sin pedir permiso. ¿Acaso va a venir el presidente Fernández o empleados de la Nación a sacar los semáforos? Por supuesto que no.
Endurecer las leyes, con cárcel efectiva
De paso, se requieren más y mejores soluciones para el tránsito céntrico de Tandil. Las calles Rodríguez, 9 de Julio y Alem debieran tener mano única para el estacionamiento en todo el trayecto. Son angostas y no queda lugar para que circulen motos y bicicletas. La ciudad creció y a esta altura debe ampliarse el radio de mano única para estacionar. Además, deben hacerse campañas en los medios para concientizar a los conductores por ejemplo en darle prioridad al peatón para el cruce de calles. Y en usar siempre el espejo retrovisor cuando conductor o acompañantes abren las puertas de los coches. Casi todos se “olvidan”. Y han existido numerosas muertes evitables por esos “accidentes” que más bien son crímenes.
Hemos escuchado decir que “se maneja mal”. No es así. El problema es mucho más grave. A nadie le importa el otro, el convecino, el ser humano. Entonces, la única solución es endurecer las leyes de tal manera que los asesinos al volante cumplan cárcel efectiva desde el primer momento.
El caso reciente del pibe Simón en Tandil es solamente un ejemplo. Pero diariamente en todo el país hay muchos Sebastián Simón que pierden la vida por imprudencias de otros. Y no es que los conductores no sepan manejar. Es que van “concentrados” en su mundo y a nadie le importa demasiado porque “total no me va a pasar nada; y si me llegara a pasar, paga el seguro y listo…”. Así de terrible. En tal sentido, resulta incomprensible que ningún legislador, de los centenares que existen, se haya puesto a redactar un proyecto de ley para penar como corresponde, con cárcel efectiva, a quienes provocan estas muertes absolutamente evitables. Y anunciadas.