La Avenida 226, los semáforos y las vidas que a nadie importan
Una Avenida que no lo es, pero que ya se utiliza como tal.
Allá por 1880, el doctor Eduardo Fidanza, uno de los pioneros de Tandil, que fue médico, periodista y educador, fundó un periódico al que denominó “El Ferrocarril”. No le puso ese nombre porque súbitamente se le pulverizó la inspiración y no encontró otro. Lo hizo porque todavía no había llegado el tren al Tandil.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailHacía bastante tiempo, 23 años, que la célebre locomotora “La Porteña” había logrado unir la actual Plaza Lavalle de Buenos Aires, con la entonces ciudad de Flores, ahora barrio. Fidanza se propuso mantener la publicación hasta que el tren llegase a Tandil, que tanto lo merecía y necesitaba. Cumplido el objetivo el 19 de agosto de 1883, cerró el periódico, tal como había prometido.
Estaría muy bueno que alguien, en este Tandil cuya pujanza nunca se detuvo sino todo lo contrario, se propusiera dirigir un periódico con el nombre de “La Avenida”. Porque el tramo de la Ruta Nacional 226 entre “El Paraíso” y el cruce con la ruta provincial 30, es eso. Una peligrosa avenida, y jamás, una ruta. Sería ello una excelente militancia por la ciudad. Porque las vidas que perdemos son nuestras. La última fue la de Joaquín Ferreira Álvaro, de 49 años, pocos días atrás. Pero además, es una tortura intentar cruzarla. Venimos insistiendo en el tema desde hace ya un cuarto de siglo. 20 años atrás, escribimos lo siguiente (diario “El