COLUMNA
Hablemos de la menopausia
EL CAMBIO NO ES DOLOROSO, SOLO LA RESISTENCIA AL CAMBIO LO ES. BUDA
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Hay bastante de “de eso no se habla” de tabú, respecto de la menopausia. No es un tema instalado públicamente en forma amplia, falta información. En los viejos medios de comunicación y en las modernas redes escasean desarrollo de la temática y debate. A nivel familiar puede haber buen diálogo, la experiencia transmitida de madre a hija, si se da, es seguramente de mucha utilidad, pero es necesario que sea con buena información.
Tal vez por esa carencia de información resulta ser un motivo de consulta frecuente en Clínica Médica. ¿Qué me pasa? preguntan muchas mujeres. Y no les pasa nada más (y nada menos) que un cambio fisiológico. Pasa lo esperable, están bajando las hormonas femeninas, los estrógenos y la progesterona estaban en un nivel poco tiempo atrás, están en otro mucho más abajo ahora.
Cambios en el sueño, en el humor, en la piel, en las articulaciones y tendones. Se va a instalar sequedad vaginal, tal vez aparezcan incontinencia urinaria, picazón, las relaciones sexuales pueden ser diferentes a lo que eran. O tal vez el deseo sexual se apague o disminuya. De repente, de la nada, un sofoco fuerte, transpiración. También surge otra pregunta, muy lógica y razonable, que a muchas mujeres lamentablemente se les vuelve inconfesable para no parecer frívola: ¿voy a perder mi belleza?
¿Se puede hacer algo? Como primera medida informarse, no es lo mismo que llegue algo que está avisado a ser sorprendida. Va a depender del temperamento, de la forma de ser, de la capacidad de asimilación de los cambios. Las más ansiosas serán quienes más sufran. Es evidente que todo tipo de padecimiento impacta de modo distinto en cada persona. Existe quien no resiste un pinchazo, y también existe quien logra acostarse en una cama de clavos. Aquella persona que evalúa, se entrena, piensa, reflexiona, tiene mayores chances de asimilar mejor un sufrimiento. Marie Curie decía que en la vida no hay cosas que temer, sino que hay cosas que comprender.
¿Y si no me preparé? ¿Si no estaba informada, y de repente me encontré con que mi pelo es menos sedoso, la piel menos tersa, me despierto con sofocos, pero sin sofocos también en la madrugada, me duelen músculos que ni sabía que tenía y… etc, etc.
Bueno, hay que preguntar. Si nunca te acercaste a lo introspectivo, como puede ser la terapia, el yoga, la meditación, lo que fuere, por ahí llegó la hora. Si no te preocupaba la cosmética, y tomabas sol, y no cuidaste tanto tu piel, se te puede abrir un mundo consultando especialistas. Si no habías logrado dejar de fumar, es una excelente oportunidad.
No se desea entrar en disquisiciones médicas, pero como la consulta corresponde, se discutirá si terapia hormonal sí o no, se evaluará si la menopausia es precoz o en tiempo esperable, si tenés equis riesgo o no, qué hacer con las molestias al orinar, si te molesta y/o duele al tener relaciones. Van a tratar de ayudarte con los sofocos, a prevenir la osteoporosis. Se va a despejar la duda de si te afecta algo reumático o si es “sólo la menopausia”. Tal vez el mejor aliado/a es el o la especialista en Ginecología. Esa persona que te acompañó en los controles anuales y/o en los embarazos ahora tendrá otro rol. Y de ahí se puede abrir un abanico amplio e interesante, hay una buena cantidad de disciplinas que pueden aportar lo suyo.
Para aquella cuestión tan relevante como es el verse bella, hay muchas respuestas. El gimnasio, las cremas, el manejo del cabello, los hábitos saludables, y la búsqueda de la mejora de la autoestima.