COLUMNA
El colesterol como factor de riesgo
“Mejor cosa y más segura es una paz cierta, que una victoria esperada. Una está en tus manos; la otra, en la de los dioses.” Tito Livio (Patavium 59 aC-17dC)
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Un factor de riesgo cardiovascular (FRCV) es alguna característica que aumenta la probabilidad de padecer o de morir a causa de una enfermedad cardiovascular. Siendo una probabilidad, la presencia de uno o más de esos factores no implica necesariamente su aparición.
Predecir las posibilidades que tiene un individuo de desarrollar un episodio cardiovascular agudo es un desafío médico, desafío cotidiano para quienes nos dedicamos a la clínica médica en alguna de sus formas (clínica médica, diabetología, cardiología, lipidología, hipertensología, divisiones de la Medicina pero -por favor- nunca de la atención de las personas).
Los principales factores de riesgo pueden ser no modificables (edad, sexo, factores genéticos/historia familiar) o modificables, precisamente los de mayor interés, ya que en ellos cabe actuar de forma preventiva: hipertensión arterial , tabaquismo, hipercolesterolemia, diabetes mellitus y sobrepeso/obesidad (particularmente la obesidad abdominal o visceral).
Los eventos agudos a los que se hace mención son las amenazas de infarto, los infartos de miocardio, el accidente cerebrovascular (establecido o transitorio), las obstrucciones vasculares periféricas. Esto es cuando ya lo que se llama aterosclerosis ha provocado un daño mayor. Esta palabra difícil, aterosclerosis, significa, para simplificar, arteria dañada con irrigación sanguínea defectuosa. Es importante saber que existe la aterosclerosis subclínica, esa que está pero que todavía no hizo eclosión.
Tener un médico de cabecera simplifica la tarea en este desafío que es la estratificación del riesgo. Vamos evaluando a nuestro paciente dentro del continuo cardiovascular, siempre tratando de empoderar a nuestro paciente en su tratamiento. Si los principales FRCV son modificables, que modifique todo lo que pueda. Que deje de fumar, que haga ejercicio, que busque un buen peso, que coma sano. Y ese continuo en un momento conlleva descartar o justificar el tratamiento farmacológico, y en este caso determinar el nivel de intensidad con que debemos implementarlo.
Hay un ítem no poco frecuente que es la Hipercolesterolemia Familiar, un desorden genético del metabolismo que se asocia con una elevada concentración del llamado colesterol malo, el LDL. En este caso el tratamiento farmacológico es ineludible. Las personas que tienen diabetes también se consideran de mayor riesgo cardiovascular, por lo cual sus cifras de colesterol deben ser bajas y requieren medicación.
Los medicamentos para tratar las alteraciones del colesterol y la enfermedad cardiovascular de primera elección son las llamadas estatinas. Las hay de mayor o menor eficacia, característica en la que nos basamos al momento de seleccionarlas. Mayor nivel de riesgo/enfermedad, mayor eficacia requerida. Es conocido el daño muscular posible, que ha trascendido a nivel popular por su frecuencia. Entre 2 y 7 % de las personas tratadas tendrá algún síntoma muscular, a mayor potencia del medicamento mayor incidencia. Son medicamentos de uso muy común, por ello ese efecto adverso es tan conocido, pero vale la pena remarcar que más del 90 % de los medicados no lo sufre. Y es importante remarcar que, si el problema muscular aparece, siempre se debe consultar para buscar el plan B.