ENFOQUE
Diloboderus abderus: ¿Por qué ganó Milei?
Es posible que responda a una multiplicidad de factores aunque sí estoy seguro que uno de ellos radica en que en la profundidad mas oscura de nuestro ser somos aún bestias egoístas. Y el candidato elegido se convirtió en el vector idóneo para la realización de nuestros deseos políticos más oscuros.
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Con el voto impersonal elegimos al sicario y en esta elección de noviembre de 2023 el odio resultó ser la razón. Los ingredientes estaban dispuestos para que se produjera la terrible amalgama, y se produjo nomás.
Esta condición ontológica sobrevive a las civilizaciones a pesar de los intentos históricos por construir el nuevo ser. El ser conviviente. El ser social. El ser democrático y justo.
Los argentinos somos de derecha por naturaleza. Por supuesto que lo extiendo a todos como condición de la naturaleza humana.
Y llegó el momento en el cual, si podíamos votar en silencio al candidato que hiciese realidad nuestras fantasías discriminadoras y totalitarias, lo hicimos.
Las reglas no nos gustan y nuestro primitivismo haría todo por que no existan. Por supuesto que estos deseos hiperbólicos tratan de describir fríamente los instintos de aquellos que practican el egoísmo desconociendo el derecho del prójimo.
Cada tanto, los argentinos nos convertimos, cual borbotones espérmicos, en reprobables personas. Insolidarias y crueles. Egoístas y racistas. Despiadados y vengativos. Depredadores sociales. Como cuando nos distrajimos allá por el `55, el `76. O como hoy, aceptando paquetes de leyes inhumanas que nos condenarán por décadas.
Recuerdo que, cuando comencé con la idea de hacer las esculturas de los escarabajos gigantes que a la postre pasearon por distintos edificios de mi ciudad, el soporte argumental de mi proyecto fue extrapolar al coleóptero y sacarlo de contexto, para que con su tamaño exagerado denunciara su presencia y no sólo por su belleza formal sino para atreverse a enfrentar la crueldad que cultivan aquellos que los pisan con saña cuando cruzan alguna vereda en el verano de Tandil.
Esa sensación siento hoy. La misma virulencia en manos del votante.
Aprendieron a repetir a modo de letanía y rítmico desprecio las frases construidas por el poder de medios.
Se votó venganza a los negritos. Se votó por venganza a los jubilados con moratoria o a las amas de casa que no pudieron aportar durante su vida de trabajo. Se votó por desprecio al pobre.
Se encontraron en la baldosa de la vereda con un “torito” que cruzaba y no sólo lo pisaron, lo restregaron con su suela y todo el peso de su cuerpo.
Los argentinos no somos buenos. Los argentinos no somos el mejor pueblo del mundo porque hayamos ganado un mundial de fútbol.
Los argentinos no somos el mejor país del planeta, por eso ganó Milei.
Ganó el atraso de los derechos conquistados.
Ganó el poderoso votado y avalado por los vengadores desclasados.
El despecho de los seguidores del “primer trabajador” se manifestó también en las urnas, sintieron el abandono y el olvido. Un escarmiento suicida y legítimo a la vez.
Los ganadores disipan sus miserias disfrazadas de ideologías de mercado, argumentando equilibrio de cuentas y déficit “cero” prometiendo sufrimientos actuales para que en un futuro, siempre incierto y lejano y nunca real, lograr el bienestar de los que estamos en la base de la pirámide Ponzi democrática.
Las derechas administran dinero, su trabajo consiste en trabajar con números impersonales, hacer negocios y obtener réditos. Los mismos que vociferan que la mano de obra es un costo y el trabajador una herramienta amortizable.
Viene a mí un pensamiento recurrente: Ser de derecha es fácil y no requiere ningún esfuerzo y no se requiere ilustración, ni sensibilidad para serlo. Sólo alcanza con guiarse por el instinto de acumulación, propio del silvestrismo fundante.
Milenios de historia, decenas de civilizaciones e intentos para el progreso no lograron modificar este gen a pesar que la propuesta educacional ha propalado desde siempre las virtudes de la convivencia.
Lar religiones nos describen desde sus pétreas tablas las virtudes y los pecados con sus premios y castigos respectivos y poco lograron.
Bueno es saber lo que el término progreso significa para unos o para otros y cómo se han desarrollado estrategias para plasmar la falsa dicotomía entre progreso económico y el progreso cultural.
Los totalitarismos reinan por tres razones y no porque tengan la razón: Dominan con el monopolio de la fuerza para proteger la propiedad y las herencias, disponen de inacabables recursos económicos con qué corromper los sistemas estatales corrompibles y monopolizan la información que llega a la mayoría ciudadana.
Las democracias no pueden prescindir del debate, necesitan desarrollo cultural y deberían aspirar generalmente a forjar derechos igualitarios y de convivencia y solidaridad.
En Argentina, los grandes partidos se debatían otrora entre el juego de la derecha y el progreso como interpelación y era en ese debate que se lograba un equilibrio medianamente convivible.
Las expectativas de las propuestas progresistas es intentar limar la brutalidad inicial con el propósito de construir una sociedad más habitable, más equitativa y en las que los recursos puedan ser participados por la mayoría de los habitantes y así obtener igualdad de derechos y posibilidades sociales y personales.
No nos olvidemos que las empresas la conforman personas humanas, no entes abstractos sin responsabilidad. Son dirigidas por profesionales e intelectuales que saben de que se trata y han incursionado en la cultura o actividades artísticas para materializar la supremacía del interés económico y la superficialidad por sobre la sensibilidad , son incursiones “pour la galerie” pero con un efecto letal sobre las artes.
Algo parecido a la práctica de la beneficencia publicitada que confunden con solidaridad.
Por ello las derechas se sienten cómodas propiciando el arte banal y el conceptual entre otros tópicos. De esta forma crean el “nuevo sentido” en el arte eclipsando a los oficios de carrera y desplazando a la objetualidad y al trabajo como medio para producir el hecho artístico.
Se interesan en él como negocio, el arte sin materialidad, el arte descafeinado, vaciado de contenido para evitar formar pensamiento devenido de la fuerza del trabajo.
El arte conceptual suele ser haragán y capitalista.
Desprestigian artística e ideológicamente los oficios y consecuentemente a los trabajadores, que es una forma de negar la verdadera razón que explica sus riquezas.
Las derechas se caracterizan por su indolencia y suelen vérselas por ahí, ignorando las leyes constitutivas de la Nación, empobreciendo a los trabajadores y a veces pisando escarabajos que cruzan la vereda.