ENFOQUE
Democracia Ponzi S.A.
Es común que periódicamente nos enteremos de estafas producidas bajo el esquema de estructura piramidal. Este sistema de inversión aparente ha sido muy difundido en el mundo dejando a su paso víctimas que aspiraban a hacerse de dinero fácil.
Recibí las noticias en tu email
Por supuesto que para que se produzca la “estafa” debe haber un acuerdo entre el codicioso inversor y el diestro organizador. Es un pacto en el cual el sentido común se licua eclipsado por el interés desmedido de ambas partes.
Bajo estas condiciones podemos hacer una analogía con otros comportamientos que la sociedad manifiesta y no sólo en lo económico.
Describo sintéticamente el mecanismo de esta estafa: Una empresa o persona promete ganancias milagrosas con un riesgo bajo o nulo. Para lograr que el sistema perdure algún tiempo aparecen personas que divulgan que están ganando mucho, relativamente cierto y tratan de convencer voluntariamente a terceros para que inviertan. Si bien hay personas que entran en el esquema y todo parece estar perfecto llega el punto en que este se satura y el flujo de recursos y de candidatos interesados en “invertir” se hace escaso incrementándose la desconfianza y, llegada esta etapa, es tarde darse cuenta. El financiamiento se agota y el sistema caduca dejando a la base de la pirámide burlada.
Como ejemplos últimos sirva mencionar a la financiera CoinX, que enredada en una supuesta estafa ponzi-cripto, promocionada y publicitada por Javier Gerardo Milei, ha estado bajo investigación por la CNV.
Parecida suerte corrió Leonardo Cositorto , titular de Generación Zoe, sospechoso de implementar dicho esquema y hoy preso en la cárcel de Bouwer, en la Provincia de Córdoba.
Es sabido que nuestro intelecto juega juegos que racionalmente no podemos discernir pero hay sentidos invisibles o irreconocibles que nos llevan a puertos en apariencia inconexos pero que se repiten como arietes recurrentes.
Suelo acudir a analogías cuando pretendo dar racionalidad a un hecho o idea aunque no siempre son exactas o completas para describir aquello intuido, empero se asemejan de cierta forma.
La cabeza de la pirámide nos promete bienestar a mediano y largo plazo haciendo gala de todas las artes de seducción y promesas, sean beneficios económicos o logros políticos.
Durante una campaña electoral los ciudadanos sospechamos que el ofrecimiento de cualquier candidato es desmedido y sabemos por experiencia que podemos ser timados aunque actuando de mediana buena fe y así nos lanzamos a elegir por la confianza, generalmente, o por la esperanza.
Luego de la victoria libertaria última percibimos que los primeros puestos de la pirámide fueron ocupándose con rapidez diseñada y nosotros, los ciudadanos, entusiastas inversores democráticos esperamos consecuentemente el rédito ofrecido traducido en bienestar (supuestamente) pero ya con cierta desconfianza.
Es interesante conocer cómo el poder obtiene la voluntad del voto mediante técnicas que utilizan las superestructuras (Llámese así a las grandes corporaciones económicas, los medios de difusión que los representa y la justicia tuerta que los cobija). Algunas extremadamente sofisticadas y otras asombrósamente primitivas.
El objetivo del esquema Ponzi fue esta vez (comicios de finales de 2023) conquistar la voluntad del votante utilizando un recurso despreciable y a la vez efectivo e íntimamente humano.
El interés fue mucho más visceral que el rédito económico o las expectativas de bienestar y se recurrió sagazmente al “odio”. (Odio es un “valor” inmanejable que se manifiesta esporádicamente o de forma permanente, dependiendo de la inducción que genere el emisor).
El esquema “Ponzi político” cobra fuerza cuanto más se inserten en el votante los estímulos propalados. Apostamos y creemos que los que están en la punta de la pirámide articularán los sistemas que permitan la permeabilidad de la bonanza, mientras nosotros los votantes, ambiciosos de un mejor pasar, justificamos el proceder de quienes ingresaron primero en el sistema, a veces increíblemente en contra de nuestros intereses.
La cúpula del Ponzi “democrático” va mutando, distrayendo y timando a las bases y prometiendo el ascenso esperado intercambiando períodos de gobierno, ora de derechas inconfesables, otras de progresismo central o a través de golpes de estado sangrientos y ahora como novedad, de fanatismo místico convincente, mientras la moneda “odio” se potencia con más fuerza que los intereses personales .
Este sistema, si hacemos analogías, no son extraños en nuestra cotidianidad. Las religiones nos prometen el rédito celestial a través de nuestra obediencia o por intermedio de la limosna o del óbolo o diezmo que no es ni más ni menos que la monetización que nos acerca a nuestra redención y basta recalar en la historia y conocer por qué Lutero se escindió de la iglesia católica allá por 1517.
La realidad del sistema piramidal es que los de abajo siempre nos quedamos sin nada, y sufrimos en carne propia la ley del gallinero o para ser más “fashions” somos los actores de reparto de la teoría del derrame, (trickle-down en el inglés original) término que se originó como una broma irónica del humorista Will Rogers.
Los vientos universales nos cuentan de cambios de época y de aparición de medios comunicacionales que transforman nuestra realidad y su manera de interpretarla, pero tenemos aún memoria y parámetros dentro de la ética, la moral para otros y revisión histórica que nos ayudan a re-encausar ciertas conductas humanas que pertenecen a los principios de convivencia y respeto.
Siempre se han tomado los preceptos religiosos como faros para identificar los límites del comportamiento individual y social que reconozco, aunque no pertenezca yo a estas corrientes metafísicas.
Sin lugar a dudas estas tácticas lingüísticas respondieron a una estrategia superior desarrollada por los medios que indujeron los cambios de sentido.
La laxitud y corrupción de la justicia, el uso de la constitución y su reinterpretación según la conveniencia, la extensión “ad infinitum” de los períodos de gobernanza, el abuso en la utilización de los recursos de amparo y el mal uso de los D.N.U. fueron haciendo que los principios democráticos tal como los habíamos conocido fuesen modificados en pos de esa estrategia cuyo fin fue y será el beneficio económico de los ricos .
La normalización de los intereses de los poderosos fueron instalándose en el nuevo sentido hasta hacerlo antagónicos a la clase de pertenencia del votante y hoy sin sorpresas las elecciones las ganó el verdugo.
Nos cuesta aceptar que la política y la justicia han sido colonizadas por la extorsión a través de investigaciones personales por parte de la inteligencia nacional. (Espionaje, vedado por la Constitución). Situación que nos encuentra ante una paradoja: Si los funcionarios fuesen honestos y transparentes no habría extorsión que pueda con ellos ni investigación que pudiese comprometerlos. Para ser más directos y escatológico: Una manifiesta visualización de culos sucios.
La sociedad democrática actual se ha convertido, en un esquema Ponzi, deviniendo así al sistema político actual en una estafa.
Ante los resultados electorales últimos y las primeras medidas tomadas por el Presidente es posible que volvamos a ver al peón de campo pararse delante del patrón con la cabeza gacha y apretando la boina entre sus manos temblorosas aferrado al tafilete en actitud de sumisión lastimosa.
El odio, moneda corriente de este esquema “Ponzi” es añejo. Odio heredado sin porqués pero repetido, construido y contagiado. Odio a los inmigrantes, a los cabecitas. Odio a Irigoyen, y a la Eva. Odio al fifty-fifty.
Odio visceral de los desclazados y de la oligarquía. Odio renovado a la clase media. Odio gorila.
Y recurro a una paráfrasis, tomando de María Elena Walsh una cita de su poema “Eva” “...el siglo nunca vio odio más odio...”.
El odio como valor. Gestado por ricos empresarios, ontológicamente discriminadores que lo utilizaron, acumularon e indujeron a las masas tibias para desatar su gran negocio.
Y, al fin, las “fuerzas del cielo” llegaron y gritaron victoria y bajaron del cenit al candidato de la cabellera inflada junto a sus mascotas de carbónico, repitiendo cantos de sirenas rancias, mas anunciando sacrificios y “esperanza” para los orcos, para todos y todas aunque indulgente para la “gente de bien”.