Opinión
Del “que se vayan todos” al “que se hagan cargo”
En diciembre del 2001, tiempos en los que Argentina atravesaba momentos de máxima tensión producto de la crisis que se extendió entre 1998 y 2002, causada entre otras cosas por una larga recesión, la consigna “que se vayan todos” expresaba los problemas de representatividad y el desencanto casi completo de la población con sus dirigentes.
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Esas manifestaciones que a diario exigían la renuncia masiva de los gobernantes, las encuestas y los análisis políticos que concluían que el 70 % de la población apoyaba una renovación de la política, vuelven, sottovoce, a los pasillos del sistema político. A días de iniciar la campaña por las elecciones legislativas, el optimismo político se encuentra en los peores niveles históricos, un dato que rememora aquellas épocas en las que Argentina supo ver sentados en el sillón de Rivadavia a cinco presidentes distintos en tan solo una semana.
De hecho, de acuerdo con un sondeo de Management & Fit, luego de la corta luna de miel (entre el inicio del gobierno de Alberto Fernández y el inicio de la cuarentena), los niveles de optimismo político y económico de la administración del Frente de Todos comenzaron su caída. Así, hoy en día el índice mínimo histórico de optimismo político se encuentra cercano a los 40 puntos.
Este dato, que podría parecer uno más de los tantos que se dan hoy en el mundo de las encuestas, ayuda a entender la coyuntura en la que el oficialismo se sitúa a la hora de elegir sus candidatos en los distintos distritos, plasmar en las listas los acuerdos electorales de cada frente, y planear su campaña que, como toda elección de medio término, más que una elección de legisladores es una evaluación de la gestión. Aquí aparece la preocupación por dos frentes: pandemia y economía.
Cuando a cada votante se le pregunta en distintos sondeos de opinión pública, por ejemplo, “¿cuánta confianza tiene en el Gobierno Nacional para resolver la crisis sanitaria?”, más del 53% dice que poco o nada de confianza. Si la misma pregunta se realiza en torno a la problemática económica, el 62% dice que confía poco o nada en la idoneidad de los funcionarios de turno. Similares porcentajes de respuestas negativas se reflejan en cada informe cuando se consulta por la implementación del Plan de Vacunación. Un problema más para el peronismo a la hora de plantear el discurso que seguirá en la campaña.
Además, hay otro dato histórico que se vincula con las ponderaciones que los votantes hacen de cada funcionario oficialista y con la importancia que esta elección tiene, más para el kirchnerismo que para la oposición.
Si uno analiza el desempeño de los gobiernos peronistas en elecciones de medio término y observa la aprobación del gobierno a nivel nacional, en 2013, Cristina Kirchner llegaba a los 34 puntos (mismo porcentaje tiene hoy Fernández), pero el Frente Para la Victoria, como se llamaba en ese entonces, sacó un 30% de los votos y Sergio Massa quedó como el dirigente opositor por excelencia. En ese mismo año, en territorio bonaerense Daniel Scioli tenía 43 puntos de aprobación y el kirchnerismo obtuvo en su distrito el 32% de los votos. Esta correlación numérica debería verla con atención Axel Kicillof que por estas semanas apenas llega al 37% de aprobación.
Este panorama es más importante de lo que parece. Que en provincia de Buenos Aires Mauricio Macri tenga hoy 55 puntos de imagen negativa no es llamativo, se trata de un distrito que siempre le fue difícil. Pero que ese mismo puntaje lo tengan Kirchner y Kicillof, en el bastión electoral de su espacio, es un dato preocupante para el Instituto Patria cuyos candidatos mejores posicionados para competir en estos comicios apenas pasan los 24 puntos.
El escenario se vuelve más duro de digerir para el PJ, cuando observan que el dirigente político que mejor mide hoy en día en la provincia es Horacio Rodríguez Larreta, con 42 puntos de imagen positiva. Para tener en cuenta: la imagen positiva no se traduce en intención de voto, pero la imagen negativa sí influye a la hora de fijar un techo electoral.
En este clima, al Gobierno le llegaron los 100 mil muertos por Covid mientras que los sectores que viven la falta de dosis de un modo traumático siguen pidiendo por más vacunas. Además, el dólar llegó a pasar los 180 pesos a pesar de todas las restricciones que se le ponen a la compra de la moneda norteamericana. ¿Lindo momento para que el kirchnerismo pueda hablar de soberanía monetaria en medio de las revueltas en Cuba no?
También se da en el distrito electoral por excelencia la puja de la oposición que, aunque existen voces que afirman que este proceso de debería haberse dado más adelante, está atravesando un proceso lógico de la dinámica de poder. De un lado el Pro, encabezado por Diego Santilli. Del otro el radicalismo, liderado por Facundo Manes. Hace unas semanas hubo quien dijo: “Lo de Jorge (Macri) ya más que una puja interna con Santilli es poner en riesgo el proyecto de Horacio presidente”. El gesto del Intendente de Vicente López debería entenderse en este marco de acción. Lo mismo para las relaciones que va entablando Larreta con los demás dirigentes del espacio opositor.
Volviendo al inicio, la falta de optimismo que hoy en día marca la relación de la sociedad con el mundo político es terreno fértil para el nacimiento de figuras que buscan representar algo nuevo. Ahí aparecen Manes en provincia y Martín Tetaz en Capital Federal. Los dos responden a las principales preocupaciones de los argentinos: las consecuencias económicas de la crisis actual y la pandemia.
Los dos, a su vez, representan al radicalismo, que paradójicamente, esta vez fue el espacio que más se aggiornó. El único partido que, hasta el momento, parece interpretar mejor una demanda social que viene en crecimiento desde hace meses: háganse cargo, resuelvan los problemas de la gente.