ENFOQUE
Cómo explicar que el mundo no es solo Estados Unidos
La ficción de la Argentina Blanca llegó al Mundial de Fútbol en Qatar. Una vez más el norte nos quiere explicar a los latinoamericanos cómo vernos y entendernos. Nos proponen que si queremos saber sobre racismo en Latinoamérica, primero tenemos que traducir las explicaciones del inglés.
El jueves 8 de diciembre una nota del diario estadounidense Washington Post escrita por la investigadora Erika Denise Edwards se preguntaba por qué la selección Argentina no tiene más jugadores negros en el mundial ("black players", en inglés). En el artículo el debate sobre racismo se plantea en términos de una blanquitud pura y una afrodescendencia negra, dejando por fuera a la población de ascendencia indígena, bastante mayoritaria, no solo en Argentina sino en el resto de la Latinoamérica hispanoparlante. Este modelo binario estructura la discusión en Norteamérica y ha permitido importantes análisis críticos y emergencias de activismos, el más visible siendo el #BLM, aun cuando allí también el binarismo se empieza a cuestionar.
Hablar de racismo en español nos plantea una gran desafío no solo porque nuestra composición étnica no es un calco de la anglosajona, sino porque existe un grupo gigante de población de piel marrón y rasgos indígenas que no tiene una categoría sobre la que enunciarse (al menos no en términos norteamericanos). Un tema complejo, no reducible a una cancha de fútbol y lo que es aún más complicado, no entendible a primera vista de un ojo anglosajón. El mito de la Argentina blanca no solo es un enunciado interno sino que está abonado por prejuicios internacionales, desde el país que bajó de los barcos hasta el refugio de nazis, enunciados emitidos desde el absoluto. Olvidando que la mayor parte del país no es blanco, y que (a pesar de los ojos estadounidenses) el seleccionado de la albiceleste tampoco lo es.
En Argentina hablar de lo negro no solo refiere a lo afrodescendiente, los negros en el imaginario argentino están en las villas, en las provincias, en la periferia y podríamos decir que todo lo que no es blanco de ojos claros y cabellos rubios-castaños entra dentro de esta conceptualización. Difícil de explicar para cualquier académico del norte global con ojos de analista que observan el sur cuál ecosistema. Esto no quita que etimológicamente lo "negro" es un término que mudó desde lo afrodescendiente extendiéndose a otras identidades étnicas. Pero si nos pone ante la primera gran confusión, cómo denunciar el racismo si solo tenemos un binomio étnico para hablar con el estado de derecho.
Es por eso que venimos planteando hablar de "Marrón" para redefinirnos. A quienes se nos enuncia en lo cotidiano como negros en Argentina. Con esto no pretendo establecer una analogía a lo entendido como "brown" en Estados Unidos o Europa, sino que es una búsqueda para nombrar a las personas de ascendencia indígena que encontramos en la identidad marrón una forma de hablar de racismo sin tutelajes imperialistas. Usamos marrón también cuando tenemos certeza de la ancestría indígena pero quizás no siempre podemos reconstruir pertenencia a una nación específica o cumplir con las demandas de un multiculturalismo que vincula el reconocimiento a criterios restringidos (y muchos de los cuales provienen también de un norte global).
En este sentido la selección no puede medirse con criterios de white - black, pero sí puede entenderse en relación a lo marrón, lo blanco-europeo, lo indígena, lo afro y en variaciones en estas categorías, pero fundamentalmente es necesario entender estas dimensiones desde una perspectiva de clase.
En Argentina, así como en la mayoría de los países latinoamericanos la población de piel marrón con rasgos indígenas ha sido borrada enunciativamente tanto de la historia como de la lengua. Existen diferentes formas de enunciar la no blanquitud en español desde el trigueño hasta lo prieto en México (https://www.instagram.com/poderprieto_mx/?hl=es ), lo ladino en Guatemala, lo cholo en Perú, lo morocho nuevamente en nuestro país, diversas derechos referencias que al final solo muestran la Babel conceptual respecto a nuestras sociedades. Sumado a que los Estados modernos tienen a las naciones indígenas sometidas a estructurales violaciones de Derechos Humanos, entre las denegatorias de personería jurídica, la violencia estatal, el no reconocimiento de los territorios ancestrales entre otras.
Hablar de racismo en Argentina, es hablar de los esfuerzos desmesurados por parte del Estado por construir la blanquitud. Nuestros deseo como país de ser la París del Sur, un deseo que se puede encontrar desde edificios como el Volta hasta el Palacio Barolo en la porteña Avenida de Mayo con su arquitectura europea, este deseo no se remonta solo a la arquitectura, el mismo permea hasta la constitución nacional en donde el inicio del artículo 25 reza que "el Gobierno federal fomentará la inmigración europea".
Pensar que existe una receta para hablar de racismo traducible literalmente a nuestros países a veces es caer en no entender los procesos internos de cada país. En donde existe población de diversos origen étnicos, y en donde la estratificación pigmentocrática cobra una realidad, pero siempre en su intersección con la clase. Dar recetas desde el norte global termina en muchos casos con dinámicas neo-coloniales en donde la ética, el problema y la solución se ponen en un lugar etnocentrista, en donde el saber/solución se encuentra ubicado en un solo lugar físico.
Para hablar de racismo en Latinoamérica es necesario hacerlo con conciencia de clase. Entender la brecha económica y de recursos que se necesita para "enunciarse" dentro de las categorías que el mundo estadounidense posee, y más aún enunciarse teniendo en cuenta la ética social que poseen los países del norte global. Un país como Estados Unidos que se apropia del concepto continental americano y al que le cuesta entender que no existe mucha diferencia genética entre las naciones indígenas en su territorio y la población de ascendencia indígena en cárceles de migrantes también estadounidenses, el no entender que las actuales políticas migratorias tienen como resultados muertes es una de las muestras más sádicas del racismo actual en el mundo, es muestra de una ceguera con sesgo imperialista.
Tanto en Argentina como en gran parte de Latinoamérica el racismo es una realidad, aun en el sistema interamericano de Derechos Humanos o las ONGs más prestigiosas se encuentran problemas para hablar o pronunciarse sobre el tema, eso no quita que los grupos afectados no solo del racismo estructural sino también de la impunidad social no estemos trabajando para visibilizar y solucionar ese tema de forma local.
Hablar de racismo en Latinoamérica es hablar de mayorías numéricas, empleos precarizados, marchas en las calles, empleo doméstico e irregularidad, cárceles, gatillo fácil e impunidad, olvidos históricos y borramientos sociales. Todo esto en estructuras donde se recrea el racismo y la racialización. Tenemos presente que el racismo es palpable y también que no es el mismo que en el norte global, pero Argentina y el resto de Latinoamérica tiene historia de unión y de lucha, de resistencia y de cambio. Esperamos en algún momento visibilizar cuáles son las consecuencias actuales del racismo y luchar contra ellas mediante acciones, conciencia y políticas públicas Para entender el racismo en Latinoamérica, hay que tener presente que las dinámicas segregacionistas no tuvieron la misma magnitud legal que las leyes de Jim Crow en Estados Unidos, esto no hace que el racismo sea mayor o menor sino que tenga expresiones de estratificación o denegación de ejercicio de derechos y libertades diferentes al mundo anglosajón.
Argentina es un país lleno de oportunidades, pionero en materia de defensa y reconocimiento de Derechos Humanos a nivel mundial, una tierra que fue y es protagonista de luchas y militancias populares. Un país con una ley migratoria abierta como pocos, y que posee una población llena de virtudes y defectos, de certezas y contradicciones, pero que a través del tiempo ha sido escenario de la unión, la fuerza, y la lucha. La lucha por la igualdad de derechos y ejercicios de libertades está presente en nuestro territorio, y en el antirracismo no será la excepción.
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* Especialista en Derecho Informático (UBA), Master en Derecho Migratorio y políticas Migratorias internacionales (UnTREF), integrante legal de Abogad*s por los Derechos Sexuales (Abosex), Abogadxs Culturales, Asociación de abogadxs por los derechos indígenas (AADI) Abogadx en Identidad Marrón (Colectivo antirracista) y consultor Ad Honoren del Consejo Asesor del Ministerio De Mujeres, Géneros y Diversidad.