Necrológicas
CÉSAR VÍCTOR PETERSEN
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El 31 de enero pasado se apagó la vida de César Víctor Petersen, un afable y querido vecino de la ciudad, quien compartió largas jornadas de trabajo en este Diario, tanto en el Taller de Impresión como en la recepción.
Había nacido en Necochea, el 26 de febrero de 1950. Era hijo de Eta Emilia Kolle y de Víctor Hugo Petersen, integrantes de la gran comunidad danesa en esta ciudad. Fue el mayor de cuatro hermanos: Jorge, Tito y Norma.
Junto a sus padres, vivió sus primeros años en el campo hasta que la familia se trasladó a Tandil por razones de trabajo de su padre, quien falleció cuando César tenía 9 años.
Cursó sus estudios en la Escuela 1 y luego comenzó a trabajar para apoyar y sostener a su familia.
Siendo muy joven, en 1970, se casó con Marta Alicia Martínez, el gran amor de su vida. Ambos conformaron su hogar con “sus tres mujercitas”, Sandra, Viviana y Soledad, quienes les dieron además de sus tres yernos, Diego, José e Iván, y a sus hermosos siete nietos, Sofía, Lucas, Joaquín, Nacho, Cielo, Fermín y Milo.
Trabajó en el rubro metalúrgico y se jubiló del diario El Eco de Tandil, después de 22 años de servicio, donde disfrutó de buenos momentos con sus compañeros de trabajo.
Desde muy pequeño abrazó la pasión por el fútbol, siendo ferviente hincha de Racing Club. Pudo desempeñarse como arquero, primero del club Independiente, y luego de Racing de Gardey, cuadro con el cual abrazó el título de campeón.
Otra de sus pasiones fue la pesca, actividad que desarrolló hasta sus últimos días. Para esto tenía su lugar favorito, una laguna en los campos de La Dulce, donde acudía con su amado tío Néstor, primos y algún que otro amigo. Su familia y amigos llamaban a ese destino “el paraíso del César”.
Él era muy sencillo y divertido, generaba ternura en sus amistades. Era un agradecido de la vida que había formado con Marta. Disfrutaba de los asados, los domingos y vacaciones en familia, sus viajes con amigos y de ver a sus adorados nietos.
En el comienzo del año 2021, el virus que tanto lo asustaba ingresó a su hogar, complicando su salud de manera abrupta y terminando con su vida.
“Seguirás siempre en nuestros corazones, en cada encuentro, en cada chiste y en cada asado. Tu vida nos quedó corta pero tu esencia es ¡inmortal! Te amamos”.
INGRID BACHMANN DE GARCÍA
Nacida el 2 de febrero de 1934, Ingrid Bachmann creció en Buenos Aires y trabajó con su padre hasta que se casó. Llegó a Tandil cuando su esposo, Sergio A. García, se sumó como pediatra a una de las clínicas de la ciudad.
Vinieron en la década de 1960 y ya no se fueron. Aquí criaron a una hija y dos hijos, y llegaron a festejar los 60 años de casados. Acompañó como madre, suegra y abuela (Omi) a cuatro nietos y dos nietas, a quienes siempre tenía presentes. Ellos saben que van a tenerla en su corazón y que gracias a ella, son mucho de lo que son. Fue, además, bisabuela de tres criaturas.
Siempre estaba tejiendo, para la familia o para el Hospital de Niños. Y siempre tejiendo relaciones respetuosas con otras personas.
Ingrid un día exclamó: “¡No puede ser que Tandil no tenga un Mozarteum!”, e identificó a quienes podían llevar a la práctica tal proyecto. Hasta no hace mucho, disfrutó de sus conciertos.
Ingrid Bachmann fue pilar de la Congregación El Buen Pastor de la Iglesia Evangélica Luterana Unida y participó activamente de la Congregación Protestante del Tandil. En sus propias palabras, tuvo una vida feliz. Falleció el 5 de marzo pasado y hoy descansa en paz.
MARÍA ASUNCIÓN LEÓN DE LUGONES
El 4 de marzo pasado, con 73 años, murió María Asunción León de Lugones, y su familia la recordó con una frase.
“Nos duele tu ausencia, pero sabemos que estás en un lugar mejor y en paz. Físicamente ya no estás, pero nos dejaste tu amor que vivirá por siempre en cada uno de nosotros. Te amamos mamá”.
Hoy la extrañan su esposo Miguel; sus hijos Carola, Leandro y Ángel; sus nietos Néstor, Natalia, Analía, Florencia, Luciana y Josefina; sus bisnietos Isabella, Tomás, Donato y Franchesca; sus hijos políticos Fabián, Laura y Andrea, y muchos otros familiares y amigos.
Que descanse en paz.
ALEJANDRA CASANOVA
Alejandra Casanova nació en Tandil el 21 de diciembre de 1958. Hija de Marcos Casanova y de Nélida Salvador. Hija del medio, hermana de Claudia y de Marcos.
Vivió su feliz infancia rodeada de amor y educación, de la mano de sus padres y hermanos. Estudio la primaria y secundaria en el Colegio de Hermanas. Sus eternos veranos en Necochea en el Hotel Cervantes de la abuela María.
Estudio Profesorado de Letras y Literatura en el Instituto Terciario del Colegio San José; el trabajo no tardó en llegar y tuvo sus comienzos en escuelas públicas de ciudades vecinas. Luego desde sus inicios trabajo en lo que fue el Colegio del Sol.
Fue amada y respetada por sus colegas y sus alumnos. En 1992 fue partícipe de la fundación del recordado Colegio Los Manantiales. Allí como directora general, dejó sus huellas, su profesión y su gran enseñanza a cientos de chicos que habitaban el Colegio mágico.
Cómo maestra, profesora de lengua y literatura y/o profesora de teatro, trabajo en múltiples instituciones educativas de la ciudad: además de los nombrados se agregan SAFA, San José, San Ignacio, Escuela Granja, entre otras.
Junto a Marcela Juárez, su amiga y socia; emprenden la mayor y mejor aventura de sus vidas. Hacer un Teatro y una escuela de Teatro. Nace en 1996 el grandioso Club de Teatro.
Dejando alma, cuerpo, espíritu y vida forman lo que hoy después de 25 años es el referente de la cultura tandilense.
¡El Club de y para todos!
Vivió años dedica a su trabajo y su gran pasión, llenado las salas de teatro y enseñando siempre.
El trabajo era su gran motor, pero su familia y sus hijos eran su devoción. Casada con Marcelo Lasarte, formaron una familia unida e indestructible pese a las adversidades.
Fermín y Sofía sus hijos, fruto de un gran amor. Por ellos y para ellos siempre la unión insuperable.
Madre, hija, amiga, hermana, tía, profesora, directora y ejemplo de vida.
Esas personas que quedan y quedarán en cada una de las almas de los que tuvimos la suerte de conocerla y compartirla.
Era magia, era luz, era arte.
Fue de esas personas que dejaron huellas en el corazón y de las más profundas. Siempre la palabra justa. Avanzo con humildad y sencillez, pero sin pausa y con una fuerza arrolladora, inabarcable.
Sus seres queridos la despiden con un “Gracias Alejandra por dejarnos tanto, tantísimo amor. Dejas el legado más grande que son tus dos hijos y miles amigos y familiares que te lloran y te extrañan a mares pero que ya te reinventan y reviven en el recuerdo”.
Hoy en el cielo hay una gran función. Localidades agotadas. Ya las luces se proyectan en el escenario. Ya los actores se prestan. Ya se agitan las mariposas en la panza. Está todo listo.
iA dar sala!.